Revista Cine

Visionado: "Elysium", de Neill Blomkamp. "Fallido paraíso escapista"

Publicado el 15 septiembre 2013 por Cinetario @Cinetario

Nota: * * *


En septiembre de 2009 asistimos a una especie de renacimiento del género de ciencia-ficción. Se estrenaba por aquel entonces Distrito 9, una película desconcertante, misteriosa y magníficamente narrada, que tenía cierto aire documental e instantes maestros de tensión. La película se desarrollaba en una Johannesburgo cuyo cielo se veía cubierto por una enorme nave espacial llegada de otro planeta y donde los alienígenas acabaron por convertirse en refugiados recluidos en una amplia área denominada Distrito 9. Así, el film llegaba incluso a recordar, de una manera inteligente, mordaz y emocional, la segregación racial de la época del Apartheid, mientras que no abandonaba una historia de sci-fi completamente subyugante.
Aquel soplo de aire fresco estaba firmado por un cineasta sudafricano, Neill Blomkamp, quien tras aquel éxito de crítica y público, tardó tres años en escribir el guión que le ha permitido dar forma a su nueva criatura, Elysium, junto a un generoso presupuesto de más de 100 millones de dólares. Y así, sumergido el cineasta en esta nueva órbita de las superproducciones, Elysium llegó hasta nosotros convertida en una película que promete en su alegórico planteamiento para acabar decepcionando en su desarrollo y entrar en barrena en un previsible desenlace.
Elysium es una película con un punto de partida fascinante. En 2154 los habitantes del Planeta Tierra viven desesperados en un mundo superpoblado, asolado por las enfermedades, la insalubridad y la falta de  alimentos mientras sueñan, mirando al cielo, con un nuevo satélite. Es una estación espacial llena de lujo y esplendor, de mansiones donde viven, ajenos a la realidad terrestre, una población de privilegiados. En ese paraíso, el bien más preciado no es todo aquello que representa la riqueza ni la ostentación. El bien más preciado que atesora esta élite es, como dice el lugar común, 'la salud'. El héroe de la historia es Max (Matt Damon), un habitante de la Tierra envuelto en una difícil situación, que decide abordar Elysium para encontrar una cura y, quizás, un futuro más justo para los ‘desheredados’.
En la película es precisamente la presentación del abismo, del contraste, de ese 'paraíso escapista' que huye de un planeta superpoblado, por un lado, junto al retrato de esa Tierra que se muere agotando sus recursos, lo más interesante del film. La alegoría construida funciona, pero la historia que le da vida sólo cobra fuerza cuando denuncia, porque pierde brío en su épica, en esa lucha que lleva al protagonista a intentar alcanzar el paraíso soñado. 
El problema es que las explosiones y la acción vertiginosa no hace, en esta ocasión, tan buen y orgánico maridaje como en su momento lo hizo en Distrito 9. Quizás sea que las grandes superproducciones parecen exigir tal nivel de artificiosidad y de pirotecnia que tipos cargados de brillantes ideas y buenas intenciones, como Neil Blomkamp, ven limitado su margen de maniobra creativo. Tampoco contribuye a revitalizar el desarrollo de la película una serie de secundarios flojos y carentes de personalidad (salvo el femenino interpretado por Alice Braga). Damon cumple con las expectativas (aunque le preferimos en la piel de otros héroes más sutiles) y a Jodie Foster no se la ve demasiado emocionada con su personaje, la Sra. Delacourt. Da la sensación de que ya no encuentra tanto placer en la interpretación como en otras formas de exploración cinematográfica.
Hay giros argumentales y momentos trascendentales del argumento, por ejemplo, la misión suicida del protagonista, que se resuelven de manera demasiado simplona, como si el espíritu del 'caballo del malo' volviera por sus fueros, con velocidad de vértigo, pero más atolondrado que nunca. 

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