Es un hecho incuestionable que el futuro nos preocupa, pero inequívocamente también nos produce fascinación. Elucubrar sobre la forma de vida que nos depara es un arte que se ha practicado desde siempre, con mejor o peor fortuna, según quien la imagine y basándose en que criterios. Actualmente quizás sea más fiable esa visión, sobre todo la tecnológica. Las principales empresas del sector ya trabajan en el futuro y de todos es bien sabido que cualquier avance es temporal, que la superación es imparable y que el termino "obsoleto" cada vez se aplica en periodos más cortos. Para ser medianamente sinceros, el futuro que se adivinaba respecto al año 2000 ha sido algo decepcionante. Sin quitarle un ápice de mérito a lo alcanzado, si es cierto que se imaginaba un escenario distinto, más fantástico, más prometedor. No hemos colonizado el espacio exterior como pensábamos, los coches no vuelan y los robots que habíamos soñado no se parecen en nada a la realidad. Por ese motivo, la visión que en tiempos pasados se tenía del futuro, era mucho más atractiva, con un encanto especial, hundiendo sus raíces en una ingenuidad no exenta de esperanza. Probablemente en muchos sentidos pecaban de optimismo utópico, de la eterna búsqueda de un mundo mejor, ordenado y éticamente impoluto. Bienvenidos al paleofuturo.
Antes de la llegada de las vídeo consolas, ya se tenía el concepto de diversión por medio de la simulación virtual. Sólo era cuestión de tiempo, porque la idea ya estaba convincentemente planteada.
La tele-tienda mejorada. Aquí no hay que esperar a que ten envíen el pedido, directamente se entrega por medio de la pantalla. Ignoro que base científica permite pensar que un buen centrifugado hace rejuvenecer. En la ilustración unas camas giran, cual astronautas en un día de entrenamiento, esperando vencer a la vejez.
El ferrocarril acuático, todo un logro. Ya sólo le faltaba volar para dominar todos los elementos.
Caminar sobre las aguas ya no será solo patrimonio de Jesucristo, estará al alcance de cualquiera. Claro que el 2000 ha pasado y se olvidó de los caminantes acuáticos. Tanto la imagen anterior como esta se las debemos a la marca alemana de chocolates Hildebrand, quien alrededor del año 1900 lanzó esta curiosa colección de cromos.
La orquesta automática, una forma de ahorrar en músicos y enviarlos directamente al desempleo. Esta ilustración y algunas de las que siguen son muy curiosas. Corresponden a Jean-Marc Côte, un ilustrador francés a quien, alrededor de 1899, una fábrica de juguetes o de cigarrillos, según las fuentes, le encargó la elaboración de una serie de 50 cartas que nunca llegaron a comercializarse. Años después sería el propio Asimov quien se encargaría de hacer un estudio de cada una de ellas.
El remedio contra el fracaso escolar, sin estudiar, sin exámenes, todo directamente al coco. Si el niño no aprende es que la cabeza no le da para más. Acabará dándole a la manivela.
Es muy corriente en el pasado pensar que, en el futuro, todo hijo de vecina tendría un avión en el garaje de su casa y que los aires estarían saturados de aparatos voladores. Lo que no imaginábamos es que también habría guardias de tráfico volantes, dispuestos a sacudirte con una porra.
Construcción automática de edificios o inflado de la burbuja inmobiliaria. ¿Qué será de los conocidos encofradores?.
En el futuro no habrá que andar, las calles lo harán por ti, gracias a un mecanismo de arrastre. Un billete para la atrofia muscular. Es curioso contemplar que todo cambia menos las vestimentas, que parecen diseñadas para permanecer inalterables y ajenas a las modas.
El espacio conquistado como Dios manda, no como el explorador Curiosity que, después de un año en Marte, ha recorrido la escalofriante distancia de un kilómetro y medio.
Si Juan de la Cierva levantara la cabeza...
Los promotores inmobiliarios te venderán una casa hasta en el espacio, sin problemas con la ley del suelo.
Así veían en 1920 los aviones de pasajeros. Como ven lo del overbooking no representaba ningún problema. Otra cosa era llegar a destino de una pieza.
Este si que es bueno. Un invento anónimo de un lector electrónico de libros publicado en 1935 por la revista Everyday Science and Mechanics. Por medio de un microfilm y un complejo aparato se podía leer el libro en cuestión, con el añadido de poder escuchar música.
En 1925 ya se imaginaban los problemas sanitarios de futuro y daban por cierto que seríamos capaces de ejercer la medicina a distancia.
No, no es Robocop, es el autómata radio-policía, especialista en controlar manifestaciones y mantener a raya a los furibundos e inconformistas obreros de la ilustración, que por cierto aparecía en una revista científica del año 1924.