La Navidad está cada vez más cerca. Durante el feriado de la capital, no se me ocurre otra cosa que irme con mi empresa a trabajar a Guayaquil.La verdad que por encima de lo que pueda parecer a priori, ha sido un viaje fantástico.
Gracias a mis compañeros de travesía y empresa, Darío y Cristina, el viaje ha sido muy interesante a la vez que entretenido. Hemos cumplido con nuestra árdua tarea, consistente en el diseño, armado y 'planillado' de unas trincheras para unos enormes motogeneradores en Ilo (Perú).Más allá de sólo trabajar, hemos tenido la oportunidad de conocer una linda ciudad, con un clima totalmente tropical y veraniego, y disfrutar de su sabrosa gastonomía costeña.Subimos los 444 escalones del barrio de Las Peñas, en todo lo alto de una colina, custodiada por un faro; paseamos por el Malecón -paseo fluvial-; fuimos al Parque Seminario o de las Iguanas, donde como si de mascotas se trataran, paseaban a sus anchas.
Espero que no sea mi último paso por Guayaquil, pues para ir a mis anheladas y soñadas Islas Galápagos tendré que hacer escala allí.
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