Revista Viajes

Visita a parís. palacio de versalles

Por Ositotravis

Al día siguiente, después de una noche fresca y relajante, al despertar abrí la ventana y lo que vi me animó. Hacía muy buen tiempo, cielo despejado y buena temperatura. Era genial. Pues el día de hoy lo teníamos reservado para hacer una excursión. Queríamos ir a pasar el día visitando el Palacio de Versalles.

Desayunamos fuerte en el apartamento, nos vestimos y salimos rumbo a la localidad cercana a París, Versalles.

Para ir al palacio de Versalles cogimos el tren de cercanías RER C en la parada "Champ de Mars - Tour Eiffel" y nos paramos en la parada "Versailles - Château - Rive-Gauche". El trayecto dura una media hora. Una vez allí, no es difícil llegar al Palacio. Si no tenéis buena orientación seguid a la gente, pues siempre hay mucha gente que coge ese tren para ir al palacio.

VISITA A PARÍS. PALACIO DE VERSALLES

Los precios para visitar Versalles varían dependiendo de lo que quieras ver. Por ejemplo, la entrada completa (palacio, jardines...) cuesta 18 €. Sin embargo, a nosotros nos salía gratis con la, ya bien amortizada, París Pass. Tened en cuenta que si sois menores de 18 o si sois residentes en la Unión Europea y menores de 26 la entrada es gratuita. Supuestamente con la Paris Pass no tienes que esperar colas. Pero puede suceder, como fue en nuestro caso, que por motivos de seguridad haya que limitar el acceso al número de personas, y en esos casos se te fastidia ese privilegio.

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El palacio de Versalles fue en sus inicios (1623) el pabellón de caza de Luis XIII. Era una modesta vivienda situada en medio de bosques y pantanos que hacía las veces de refugio de caza. Pero fue con Luis XIV cuando el palacio tomó mayor relevancia. En 1661 comenzaron las obras de ampliación del palacio que transformaron el pabellón de caza de Luis XIII en la residencia real más lujosa de toda Europa. Junto a ello, se ampliaron, canalizaron y remodelaron los jardines del palacio, ya que según Luis XIV los jardines y el palacio tenían la misma importancia.

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Este símbolo de poder y riqueza conllevó un gran gasto y el trabajo de miles de personas. De hecho, hubo duras críticas (aunque secretas) por parte de los cortesanos, debido a que estaba dedicando esas sumas de dinero a Versalles, siendo el Louvre su actual residencia. Finalmente, y con las obras todavía en curso, Luis XIV trasladó su residencia real a Versalles en 1682.

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Tras Luis XIV, Luis XV y Luis XVI tuvieron su residencia real en el palacio de Versalles. Las reformas continuaron con estos monarcas, pero en menor medida, ya que el grueso se había realizado por Luis XIV.

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Finalmente, el 6 de octubre de 1789 el palacio dejó de funcionar como residencia real ya que fue tomado por el pueblo (año del inicio de la Revolución Francesa).

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Tras algo más de media hora entramos en el palacio. Hay que decir que el palacio de Versalles es impresionante, cualquier calificativo se queda corto.

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Todas las estancias están cuidadosamente pintadas y decoradas, techos llenos de pinturas, cuadros y más cuadros en la paredes, esculturas, mármoles y adornos dorados por doquier, muebles cuidadosamente tallados y telares finamente bordados. Entre todas las instancias cabe destacar la capilla, los aposentos del Rey y la Reina y la Galería de los Espejos, lugar donde se puso fin a la Primera Guerra Mundial con la firma del tratado de Versalles.

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Todo es realmente bonito, pero tiene su lado amargo al tenerlo que ver todo como si estuvieses haciendo cola. Te sentías como si fueses parte de un rebaño de ovejas. Apenas tienes espacio para disfrutar de las salas sin que alguien te empuje o se ponga "educadamente" justo delante de ti. Esto desluce mucho la visita, sobre todo en estancias como la Galería de los Espejos donde pierdes toda la perspectiva de la sala. Aun así, me las apañé para hacer muy buenas fotos. Esta sala es quizás la estancia más famosa del Palacio de Versalles. Mide unos 76 metros de largo y tiene 17 espejos en forma de arco alineados con 17 ventanas con vistas a los jardines del palacio. El techo está decorado con pinturas que relatan varias historias de los triunfos de Luis XIV.

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En esa época, los espejos eran un artículo de lujo y muy pocas personas podían pagarlos. Algunos de los espejos en la sala requerían de hasta 5,000 horas de mano de obra para ser construidos. La creencia de que si rompes un espejo tendrás siete años de mala suerte tiene su origen en la Sala de los Espejos: si un sirviente rompía un espejo en esta sala, el repararlo le costaba al sirviente siete años de paga.

Al terminar la Primera Guerra Mundial, en esta sala fue firmado el Tratado de Versalles.

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Una vez visitado el interior, salimos para visitar los Jardines. Ocupan parte de lo que fue el Domaine royale de Versailles, los dominios reales del Palacio de Versalles. Situados al oeste del palacio, los jardines cubren aproximadamente 800 hectáreas de superficie, la mayoría tratada paisajísticamente como jardín francés.

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Más allá del perímetro forestado, los jardines están rodeados por las áreas urbanas de Versalles al este, y Chesnay al nordeste, por el Arboretum de Chèvreloup al norte, la llanura de Versalles al oeste, y el bosque Satory al sur.

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Como parte del domaine national de Versailles et de Trianon, una entidad pública autónoma que opera bajo control del Ministerio francés de cultura, los jardines son uno de los lugares más visitados de Francia, ya que reciben más de seis millones de turistas al año.

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Además de los parques cuidadosamente cuidados, canteros de flores, los jardines contienen esculturas y fuentes repartidas por toda su superficie. Correspondientes a la época de Luis XIV y estando en uso todavía buena parte de las instalaciones hidráulicas originales, las fuentes contribuyen a lograr un parque único.

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Los fines de semana desde fines de primavera a principios del otoño, los administradores promueven el espectáculo de Les Grandes Eaux en los que se muestran todos los juegos de agua de las fuentes.

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En 1979 los jardines, junto con el palacio fueron registrados por la Unesco como Patrimonio de la humanidad, uno de los 31 monumentos designados en Francia.

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En los jardines del Palacio de Versalles está también el Gran Canal.

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Este es un lago artificial de grandes dimensiones mandado a construir por el rey. En el Gran Canal solían navegar galeras de guerra y otras embarcaciones, incluyendo góndolas venecianas las cuales servían para que la realeza paseara por el lago. En la actualidad es posible alquilar unas embarcaciones de remos para navegar en el lago. Cosa, que como ya imagináis, me negué en redondo. Jejeje.

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Fue precioso poder visitar el palacio, pero aun lo fue más poder pasear por esos magníficos jardines.

Eso sí, cuando llegamos al apartamento mi dueño me tuvo que hacer un masajito en las patitas. Aish, que cansada que fue la excursión, pero valió la pena.

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