Sí, tenía que pasar. Yo quiero hacer más cosas de las que mi cuerpito me permite y todo no se puede. Ya llegará el día en que pueda ir y venir por todas partes sin problemas, pero todavía no es el momento. ¿Por qué les cuento esto? Porque ayer me quedé con muchas ganas de visitar la ermita de San Pelaio, en San Juan de Gaztelugatxe. Es que dicen que hay tantas historias que la rodean que yo quería ir (no lo lean en tono “capricho”). Por ejemplo, algunos cuentan que era un antiguo convento de los templarios; otros aseguran que cuando el navegante Drake pasó por la costa vizcaína, se “enamoró” de ese peñasco y arrojó al vacío a la persona que cuidaba la ermita; y otros comentan que durante la época de la inquisición española, muchos de los que eran acusados de hacer “brujerías” eran encerrados en las cuevas de este lugar.
Este es el peñón y la ermita.
La cuestión es que un día nos tomamos un bus desde Bilbao y en menos de una hora estábamos en Bakio. Uno de los tantos pueblos que salpican el hermoso paisaje verde y montañoso del país vasco. La parada del bus está a muy pocos metros del mar y apenas nos bajamos sentimos esa brisa marina que tanto nos gusta a los tres.
Nos acercamos rápido y, de golpe, apareció ante nosotros un hermoso mar rodeado con montañas cubiertas de vegetación. Yo pienso como mi mamá: si al paisaje de mar le agregamos las montañas verdes se transforma en un lugar soñado.
Para llegar al peñón es necesario hacer unos pocos kilómetros desde Bakio o Bermeo hasta el lugar donde comienza el sendero. Ese lugar es conocido como “Eneperi” porque así se llama el restaurante que se ubica justo justo en ese lugar. Todo el mundo llega ahí porque las vistas son impresionantes y porque siempre es lindo comer o tomar algo mirando la belleza que nos ofrece la naturaleza. Nosotros llegamos con la intención de dejar el carrito y hacer la caminata.
No parecía tan complicado. El cartel decía: 10 minutos al mirador y 25 minutos a la ermita.
Restaurante y bar.
Mirador del restaurante. Ni yo ni mamá salimos bien en la foto…
Entrada al restaurante. Como no hay forma de que me ponga el gorro para el Sol, mis papás hacen cualquier cosa para convencerme. Creen que si primero veo que ellos se lo ponen… yo me lo voy a poner. Eso funciona solo dos minutos.
Ya eran más de las tres de la tarde y yo no tengo un horario establecido de siesta, así que como todavía estaba despierto, mis papás decidieron probar y empezar a caminar. Al principio el camino es en bajada hasta casi la playa. Una bajada bastante empinada, pero soportable. Claro, sin un bebé de más de 12 kilos a upa. Después de unos metros de caminata, empecé a pedir upa, me alzaron y me apagué. Así me duermo yo. De golpe. ¿Qué tuvieron que hacer mis papás? Volver. La vuelta fue más complicada conmigo en brazos. Menos mal que no habíamos caminado mucho.
Si esa parte, que era de cemento, no pude caminarla, menos iba a poder con la bajada de tierra y escalones de troncos. Claro que no era un camino para mí. Era un camino para hacer con la mochila/asiento que nos pestraron en Bustarviejo (¿se acuerdan?), pero no la teníamos, así que no pude hacer nada.
Como me había dormido, decidieron que yo siga durmiendo en el restaurante. Mi papá me iba a cuidar y mi mamá iba a ir hasta la ermita. Evidentemente, no todo se puede hacer con bebés.
Es un poco más de tiempo de lo que dice el cartel…
Al principio el camino es así…
Pero después se vuelve así, con algunas zonas más empinadas.
Mi mamá dice que los 40 no se acercan solos y por eso llegó a la base de la ermita y del peñón muerta de cansancio. Yo creo que en parte es mi culpa porque la agoto durante el día (y a veces la noche) y el cansancio se acumula, aunque los médico digan que no. La cosa es que no subió. Sí, como leyeron. No subió a la ermita y no cumplió con la tradición de tocar tres veces las campanas, como hicieron el día que llegaron a la cima del Adam´s Peak, en Sri Lanka.
Los 231 escalones que unen la costa con el peñón fueron muchos para mi mamá, así que cuando regresó me prometió que en unos años, cuando yo sea más grande y pueda hacerlo sin necesidad de upa, vamos a volver y vamos a subir juntos.
Dicen que se perdió unas hermosas vistas de la costa, pero a cambio de esas vistas, tuvo otras.
Cuando me desperté, mi papá me dio la mamadera y me entretuve jugando con unas piedras que encontré cerca del restaurante. Eso sí, cuando la vi llegar a mi mamá se me iluminó la cara con una sonrisa. Yo sé que eso a ella la derrite porque se pone feliz y me estira los brazos para que yo corra a abrazarla.
Cuando decidimos volver a Bakio para tomarnos el bus a Bilbao, el minibus que pasaba por la puerta del restaurante no pasó. Entonces mis papás decidieron hacer dedo. En menos de cinco minutos pararon dos chicos que nos acercaron hasta Bakio. Fue un dedo muy corto, pero fue mi primera vez haciendo autostop! Me gustó mucho! Mis papás estaban contentos y dicen que me estan preparando para Portugal donde me prometieron hacerlo más veces. Acá en España es medio complicado hacer dedo con bebés porque te piden sí o sí una sillita homologada. Es más, una pareja frenó y nos iba a llevar a Bilbao directamente, pero no lo hizo porque no teníamos sillita (ni el adaptador que mis papás mandaron a fabricar).
A pesar de que hoy me di cuenta que soy chiquito para algunas cosas, sé que puedo disfrutar muchas otras. Y disfruté mucho el día con mis papás. Si andan por el país vasco no dejen de conocer este lugar. Por las fotos y por lo que dijo mi mamá… es hermoso!
¡Gracias por acompañarme en este viaje!
¿Ya conocen el libro que escribieron mis papás? (más abajo les dejo info! les va a gustar!)
Información práctica
¿Cómo llegar a San Juan de Gaztelugatxe?
– Desde Bilbao salen los buses Bizkaibus desde la plaza Mayua (no desde la terminal de buses). Los horarios suelen ser y 25 de cada hora, pero siempre conviene confirmarlos en la web oficial porque cambian en los meses de invierno y de verano. El bus debe ir a Bakio o Bermeo. Nosotros elegimos Bakio.
– Desde el mismo lugar donde te deja el bus se puede tomar un minibus que te acerca hasta el restaurante Eneperi, desde donde sale la caminata. Pero este minibus pasa cada una hora y no suele pasar todo el año. Por eso es mejor preguntarle al mismo conductor de bizkaibus, que suelen saber y suelen ser muy amables.
– Para los que les gusta caminar y no quieren tomarse ese minibus, les recomendamos tomar alguno de los dos senderos que unen Bakio con la zona del peñón. Nosotros no pudimos hacerlo por Tahiel, pero se ve que es un camino hermoso. En el siguiente link tienen un mapa de la ruta a pie.
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