Como ya os anuncié con anterioridad, teníamos el puente entero desde el martes hasta el domingo, y, por tanto, fuimos a visitar a la Familia Fútura de Mamá… allá en una provincia del Sur. A pesar de la Bronquiolitis, porque nos recomendaron que el aire de playa le sentaría de lujo para curarse cuanto antes.
El viaje fue intenso, 4 horas en un tren que, como me imaginaba, Bebé Fúturo estaría muy reventado por tantas emociones, pero no se dejaría dormir para retomar fuerzas. Llegamos a casa, maldormimos por el cansancio y llegamos al martes tan anchos… pero no tan panchos.
Por la tarde, casi entrada la noche, le achacó a Bebé Fúturo una fiebre que no había tenido con anterioridad. Así que fui a la farmacia de guardia por un apiretal y, mal que bien, fue recuperando un poquito. Pero al día siguiente, bien temprano por la mañana, fuimos al hospital…
Nada más verle, le pusieron el pulsi y mi niño saturaba a 93% de oxígeno, le hicieron placas de RayosX para descartar neumonía (por suerte no había), pero tenía una bronquitis que no le dejaba respirar. Se pasó el día llorando y durmiendo, es lo único que hacía. Y el resto del tiempo, al pecho con la lactancia.
Llegó a tener 90% de saturación de oxígeno en sangre sin estar en reposo, así que ingresado con medicaciones y vigilancia durante 3 días. ¡Os lo podéis imaginar!
La recuperación fue bastante lenta. Entre sus medicaciones estaba el oxígeno, estilsona, ventolin y amoxicilina, ¡una bomba de relojería! Pero tres días después estaba como nuevo y nos dieron el alta y más medicación.
Finalmente todo ha salido bien, pero la verdad es que el viaje no nos lo esperábamos tan accidentado.