En esta ocasión ponemos rumbo al viejo Sanatorio de Sierra Espuña, rodeado de un paisaje idílico que será la delicia de cualquier fotógrafo, senderista o simplemente para pasar un dia en la naturaleza con la familia.
Antiguo Sanatorio de Tuberculosos de Sierra Espuña es el nombre que reciben los restos del edificio que albergó a enfermos de tuberculosis y lepra en la Sierra de Espuña entre 1917 y 1962.
La primera piedra se pone en el último trimestre de 1913 cuando las autoridades regionales tienen que tomar decisiones drásticas ante los estragos que estaba causando la tuberculosis entre la población civil. Dado el carácter contagioso de esta enfermedad se decide recluir a los enfermos en un lugar aislado; además, hasta entonces, el aire puro y limpio de la sierra era el mejor alivio que existía. La obra se prolongará durante varios años concluyéndose en 1917 la primera planta del hospital, aunque no fue hasta 1934 cuando se terminó por completo. La explicación de una construcción tan lenta radica en que fue levantado por los propios vecinos, normalmente, en verano, aprovechando los inviernos para recaudar fondos. En 1931 el edificio pasó a ser propiedad del Estado.
La estructura la forman tres alas de dos alturas y el sótano. Con los años se fueron añadiendo la casa del conserje, el depósito de cadáveres, los velatorios, un acueducto para recoger agua del deshielo, etc. La cubierta es a dos aguas y en el centro hay un torreón típico de las construcciones de la época. De cara a la fachada principal se levanta la escultura de Cristo.
Una vez concluida la larga obra empiezan a trasladarse los enfermos al lugar. El hospital contaba con doscientas camas y 50 empleados. En la planta superior se ubicaron los enfermos más graves que necesitaban reposo y estaban aislados; mientras que, en la planta baja lo hicieron los menos graves pudiendo dar incluso paseos por la sierra y ser visitados por los familiares. Normalmente la mayoría acababa subiendo a la planta alta y muriendo tras una larga agonía. Una vez a la semana subía en carro el sepulturero del cementerio a recoger los cadáveres para darles entierro. En invierno, con los caminos nevados, se convirtió en el único enlace entre el hospital y la civilización.
Aparte de sanatorio, el edificio se convirtió en ambulatorio para los vecinos. De esta guisa llegamos al año 1949 cuando se descubre la estreptomicina que supuso un cambio radical en el cuidado de enfermos con tuberculosis. Poco a poco muchos de los internos fueron recuperándose de las graves dolencias que padecían y dados de alta. Los pocos que quedaron se trasladaron al Hospital Provincial. El Ministerio de la Gobernación, que detentaba entonces las competencias en sanidad, decide entonces reconvertir el complejo en un orfanato.
Los elevados gastos de manutención de un edificio de tal envergadura llevan al Ministerio, en 1962, a declararlo como no rentable provocando su cierre.
A principios de la década de 1980 el Gobierno Regional, con las competencias en materia de sanidad ya transferidas, hace una fuerte inversión para reconvertir la antigua casa de cura en un albergue juvenil. No obstante, la falta de presupuesto hace que sólo se rehabilite el ala izquierda, quedando el resto igualmente abandonado. Aunque el nuevo albergue se promocionó a bombo y platillo apenas tuvo afluencia de jóvenes, declarando los pocos que fueron lo incómo e inhóspito del sitio por tener contiguas las viejas ruinas hospitalarias. Tras varios veranos de decadencia, en 1995, se echa el cierre definitivo. Inicialmente se le puso vigilancia para evitar que fuera vandalizado pero esta fue retirada en 1997.
Desde que en los años 1960 cerrara sus puertas el Sanatorio una leyenda negra pesa sobre el, los visitantes afirman haber vivido experiencias paranormales en su interior, las cuales son todas verdaderas. Mucha gente ha afirmado tener experiencias paranormales dentro y otros que simplemente es el miedo que pasa por estar dentro.