Revista Opinión

Visita de Rivlin a España.

Publicado el 08 noviembre 2017 por Emethgolem @NombredeIsrael

Discurso del Presidente de Israel en el Senado de España:

Saludos

Estimados invitados, hay actualmente unos 8 millones de hablantes de hebreo en el mundo, un 4% del número de hispanohablantes.

No obstante, quizá les sorprenderá saber que existen cerca de 22 traducciones y adaptaciones distintas al hebreo de las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Desde la primera traducción al hebreo que data de 1871, casi cada 6 años sale una nueva traducción, adaptación, o versión resumida en hebreo de Don Quijote.

Se publica como edición infantil y como ediciones para adultos.

Ha habido traductores que han trasladado la trama de Don Quijote a la Tierra de Israel, a la Galilea y otros que accedieron a dejarla en España.

Uno de los traductores fue ni más ni menos que nuestro gran poeta nacional, Haim Nahman Bialik.

Bialik admiraba el personaje de Don Quijote.

No veía al personaje como una parodia.

Elogiaba su aspiración a la justicia su patetismo, su sacrificio.

“La locura de Don Quijote”, escribió Bialik, “es la locura suprema de todos los grandes soñadores y guerreros, que salen para traer la salvación al mundo y entregan su alma por una visión y un deseo”.

Y de hecho, cuando Bialik traduce los discursos de Don Quijote, los traduce con un lenguaje bíblico, con el lenguaje de los profetas de Israel, su llamamiento a la justicia, a la paz y al derecho.

Estimados amigos,

No he venido aquí a dar una conferencia sobre el Quijote. Las numerosas traducciones del Quijote al hebreo son sólo una pequeña moneda en el inmenso tesoro que ha aportado España a toda la humanidad.

En nuestro caso, en el caso del pueblo judío, nuestra participación en ese tesoro llamado España es mucho más profundo y extenso.

En la tradición de mi pueblo, España no es sólo un lugar, no es sólo una cultura, España es un concepto.

Aquí, en esta tierra, en el punto de encuentro entre civilizaciones, vivieron en una proximidad sin precedentes el cristianismo, el islam y el judaísmo.

Aquí, en este punto de encuentro singular floreció, creció y se ensombreció el patrimonio cultural canónico de mi pueblo:

La exégesis bíblica hebrea, la poseía hebrea, la gramática hebrea, el derecho hebreo, [legislación, Halajá, Talmud], la Cábala y sus diversas ramas, el pensamiento judío, la ciencia, la medicina, la astronomía y la geografía.

No hay un ámbito de la creación judía que no contenga un estrato histórico entero escrito aquí en España.

No hay un solo ámbito en el que la influencia española no resuene hasta hoy en la vida intelectual y social de Israel.

Ayer, como invitado de Su Majestad, le hablé de la Jerusalén en la que yo crecí, de las calles de mi infancia.

Todas ellas, calles que llevaban el nombre de las grandes figuras sefardíes.

Ibn Ezra e Ibn Gabirol. Maimónides, y Nahmánides, Abrabanel y Benjamín de Tudela.

Todos ellos vivieron aquí, todos desarrollaron su obra aquí. Algunos en la Edad de Oro bajo dominio musulmán, otros bajo dominio cristiano. Los judíos de Sefarad aprendieron con los musulmanes Ibn Bayyah (Avempace) e Ibn Tufail. Aquí tradujeron al hebreo a Aristóteles y a Ptolomeo, y discutieron sobre Averroes y Tomás de Aquino. En Toledo se sentaban juntos monjes, cadíes y sabios judíos que trabajaban juntos para transmitir el conocimiento de una civilización a otra y de ella a una tercera. Los judíos de Sefarad, como los propios españoles, no creían en el conflicto entre civilizaciones sino en el encuentro entre ellas. Un encuentro fértil, un encuentro efervescente, un encuentro estimulante. Para el pueblo judío, no había nada más natural que integrarse en el fascinante encuentro entre pueblos y culturas que ofrecía España.

Esta es la razón por la que el pueblo judío [que ha sido durante miles de año puente entre civilizaciones y culturas] se encontraba en España en su hogar.

Su hogar natural.

Distinguidos invitados,

Hay quien ve en esta historia común del pueblo judío y español una descripción nostálgica del pasado. Y desde luego hay en esta descripción mucha nostalgia. No siempre fueron ejemplares las relaciones entre las comunidades. Disturbios, asesinatos, acosos y humillaciones diarias, fue la parte que les tocó a los judíos incluso durante la Edad de Oro y por supuesto posteriormente a ella. 

La culminación fue la expulsión en 1492.

Una expulsión que desagarró la larga y variada historia de la vida y la creación de los judíos en Sefarad. Una expulsión que perjudicó al pueblo judío y al pueblo español también. Si consideramos los resultados, esta expulsión representó un cambio radical para el mundo judío en su totalidad.

Mientras Colón iba camino del nuevo mundo hacia occidente, los judíos expulsados de España fueron hacia oriente y convirtieron el “españolit” (el ladino) en una lengua judía hablada desde Italia hasta Turquía, desde Bulgaria hasta Salónica y hasta Tierra de Israel.

Los expulsados también crearon colonias españolas por así decirlo, pero lo hicieron en el viejo mundo en el seno de una vieja y antigua nación, la nación judía. Lo queramos o no, gran parte de la cadena del ADN cultural del pueblo judío está directamente vinculado al gen cultural español.

Nunca ha habido entre nosotros relaciones “normales”.

Nuestras naciones están entretejidas con lazos mutuos y especiales de fecundas influencias recíprocas desde hace siglos.

Distinguidos invitados, las especiales relaciones entre nuestros estados no son únicamente un remanente de un pasado histórico.  Hoy también es mayor lo que nos une que lo que nos separa. En los últimos años, y especialmente tras la “primavera árabe” (una primavera que se ha convertido en invierno) volvemos a ser testigos de la dificultad de establecer un régimen democrático en muchos de nuestros países vecinos.

Vemos con nuestros propios ojos hasta qué punto las libertades democráticas son difíciles de digerir y todavía más de aplicar. Muchas naciones necesitan décadas e incluso siglos para que estos conceptos de igualdad y libertad, de democracia y liberalismo, se filtren en su tejido político e institucional y maduren hasta convertirse en regímenes democráticos. No ha sido así en los casos de España y de Israel. 

España e Israel son dos democracias muy jóvenes y al mismo tiempo muy sólidas. Dos democracias que se enfrentan a pruebas y sacudidas exteriores e interiores y consiguen superarlas.

La amistad entre Israel y España es profunda desde hace muchos años. España es un estado para nosotros (una única entidad estatal soberana) y todos los problemas con los que está lidiando estos días son internos. Nuestras relaciones con todos los ciudadanos de España son muy apreciadas y rezamos para que el presente desafío se resuelva a través del entendimiento.

Desde los dos extremos de la cuenca mediterránea, ambos somos como antorchas de los mismos valores, los valores democráticos, los valores de la igualdad y la libertad, los valores de la tolerancia y la paz. Esa fuerza para no renunciar a los principios básicos de la democracia liberal es también característica de nuestro recorrido conjunto en la lucha contra el terrorismo.

Muchas democracias reaccionan al terrorismo asesino con olas contra los nacionalistas con medidas legislativas antidemocráticas y antiliberales.

No ha sido así en España, ni tampoco en Israel.

Incluso tras el brutal atentado terrorista perpetrado en las Ramblas de Barcelona, y también tras el atroz atentado en Atocha aquella terrible mañana de 2004, no renunciaron al compromiso con el estado de derecho y los derechos civiles. Nos se dejaron llevar por la histeria, ni por el populismo. Lucharon y siguen luchando contra el terrorismo con eficacia y mano fuerte, salvaguardando la democracia y la tolerancia de la sociedad española. La sociedad israelí, el pueblo judío y el Estado de Israel llevan ya 70 años enfrentándose a atentados terroristas y a guerras que no cesan.

Hace sólo dos semanas se descubrió un túnel para ofensivas terroristas de Hamás en territorio del Estado de Israel. Un túnel que debía servir para conducir a los terroristas a asesinar a civiles israelíes. Junto con la permanente necesidad de proteger la vida de nuestros ciudadanos (tanto judíos como árabes), estamos obligados a mantener siempre un delicado equilibrio entre las necesidades de seguridad, los derechos individuales y el Estado de Derecho.

No debemos, no debe ningún estado, permitir que el terrorismo pueda disfrutar del sabor del triunfo sobre la destrucción de la democracia desde dentro.

Distinguidos invitados,

Israel siempre ha anhelado la paz con sus vecinos. 

La lucha por la paz es una de las fuerzas que nos une a Israel y a España en nuestro tiempo. Con la Conferencia de Madrid de 1991 comenzó el proceso de paz palestino-israelí. Incluso ahora, que el proceso de paz está suspendido, sigue siendo una brújula. Deseamos que se complete este proceso en forma de un acuerdo de paz alcanzado a través de la negociación al tiempo que se reconstruye la confianza entre las partes.

Es importante destacar que, en todo proceso la protección de la seguridad del Estado de Israel y sus ciudadanos, su protección como estado judío y democrático son principios básicos a los que no podemos renunciar. 

Este año celebraremos por todo lo alto 70 años de la fundación del Estado de Israel y el centenario de la Declaración Balfour que reconoció el derecho del pueblo judío a un hogar nacional. 

Desgraciadamente, a pesar de tener ya 70 años, el Estado de Israel sigue expuesto a amenazas a su existencia. 

Las amenazas iraníes que pretenden la destrucción de Israel son intolerables. Especialmente cuando esas voces proceden de un país que es el primer exportador mundial de terrorismo asesino y responsable de la inestabilidad en Siria, en el Líbano, en Iraq y en toda la región. Tenemos una expectativa clara de los países amigos de Israel en todo el mundo de escoger un bando. 

No aceptar intentos de exterminar una vez más al pueblo judío, ni con actos, ni con palabras.

Distinguidos invitados,

Hace más de 20 años, en 1995, se reunió por primera vez la conferencia de Barcelona.

La visión de los impulsores del proceso siguiendo el modelo de cooperación europeo era convertir la región de Oriente Próximo en una región de paz y estabilidad a través del desarrollo económico regional. [Se consideraba que la construcción de puentes de confianza mutua y de relaciones económicas eran la mejor manera de que se produjera un cambio]. En gran medida, el proceso de Barcelona se vio perjudicado por la negativa de una parte de los países de la región a cooperar con Israel.

Yo creo que no debemos dejar que la política ponga trabas a la cooperación, ponga trabas a la voluntad y a la capacidad de todos nosotros de mejorarnos mutuamente. Espero que España siga siendo una voz que defienda la importancia de la cooperación.

Una voz que se opone al boicot.

En esta cámara hay quien critica a veces con un lenguaje agresivo la política de Israel. Pero debemos distinguir claramente entre crítica y boicot. Quien intenta perjudicar al Estado de Israel a través del boicot y la deslegitimación, socava con sus propias manos la posibilidad de llegar en algún momento a una solución al conflicto palestino-israelí, y se encontrará a final de cuentas del lado equivocado de la historia. La tragedia palestino-israelí (que perdura hace más de 150 años) no se resolverá con boicots o con medidas unilaterales.

Mi familia vive en Jerusalén desde hace más de 200 años.

He crecido y vivido en el barrio de Tuba, con sus habitantes árabes, los palestinos, de Jerusalén. Mi padre dedicó su vida a la ingente tarea de traducir el Corán al hebreo. 

No estamos en guerra con el Islam.

Las vidas de los palestinos e israelíes, árabes y judíos, están imbricadas las unas con las otras. Vivimos los unos junto a los otros, unos con otros. Compartimos la misma tierra; los mismos lugares santos; la misma agua y el mismo cielo. 

No habrá paz hasta que no comprendamos que la convivencia entre nosotros no nos ha sido impuesta, sino que árabes y judíos hemos estado siempre destinados a convivir. 

Hay muchas personas que hablan de Israel sin conocer el país, sin saber nada del mismo, sin haberlo visitado nunca. Israel, como España, incluso quizá más que ésta, es una sociedad diversa y de identidades múltiples. De cada cinco habitantes de Israel, uno es árabe. No consideramos que la heterogeneidad sea una debilidad, sino que sacamos fuerzas de ella.Para nosotros, la diversidad de la sociedad es un componente significativo del capital humano particular de Israel. 

Les invito a ustedes a que vengan a visitar Israel, a que lo vean con sus propios ojos, a que la entiendan en profundidad.

No me cabe duda de que les sorprenderá.

Distinguidos senadores y diputados, 

La visión de un mar Mediterráneo, como cuenca de colaboración entre culturas y naciones, no es una visión que debamos dejar para el fin de los días.

Para demasiadas personas el mar Mediterráneo se entiende como una vía de escape para numerosos refugiados de África y Siria. (Para nuestro horror, muchos de ellos pierden la vida en el mar). Juntos, Israel y España, podemos crear aquí una realidad diferente. Juntos, podemos crear puentes fuertes y valientes entre los dos extremos de la cuenca mediterránea y convertir hoy mismo la visión de cooperación regional en una realidad. Compartimos un entorno geográfico similar del que hemos aprendido a sacar el mayor provecho.

Israel y España son hoy por hoy potencias en el ámbito de las tecnologías agrícolas del tratamiento de aguas y de las energías renovables. España es hoy por hoy una de las economías más fuertes del mundo, e Israel es un lugar de peregrinación para los que buscan soluciones tecnológicas, es un centro de excelencia mundial de alta tecnología y de innovación.

Israel está clasificado en primer lugar en número de patentes por habitante, cada 8 horas nace en Israel una empresa nueva de alta tecnología con la que sus promotores quieren cambiar el mundo.

Nuestras economías se complementan y pueden enriquecerse mutuamente.

Si somos capaces de aunar fuerzas y cerebros, la economía española se beneficiará, la economía israelí se beneficiará, toda la región entera se beneficiará.

Distinguidos diputados y senadores,

Para finalizar, quisiera volver al principio de mi discurso. Israel y España están vinculados por un denso pasado común. Hace 30 años, nuestros jefes de gobierno, Shimón Peres, de bendita memoria, y Felipe González, larga vida tenga, colocaron los cimientos para el futuro y establecieron relaciones diplomáticas entre nuestros países. 

Estas relaciones recibieron ayer una confirmación especialmente afectuosa en la recepción de Su Majestad, Amigo de Israel, amado por el pueblo español e israelí. Debemos llevar a la práctica el potencial único inherente a nuestras relaciones. Unas relaciones basadas en unos valores y una visión comunes junto con un gran potencial.

No debemos conformarnos con unas relaciones normales, banales, entre nosotros. Debemos establecer entre España e Israel unas relaciones extraordinarias, unas relaciones especiales.  Nuestro camino común procede de un pasado esplendoroso, y se dirige hacia un futuro que puede ser emocionante, fascinante y no menos glorioso.

Muchas gracias por el cálido recibimiento que me han brindado. “

Fuente: Embajada de Israel 


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