Revista Cultura y Ocio

Visita guiada a Elizondo, los escenarios de El guardián invisible y Legado en los huesos

Publicado el 31 agosto 2014 por Goizeder Lamariano Martín

Visita guiada a Elizondo, los escenarios de El guardián invisible y Legado en los huesos A finales de julio, justo unos días antes de dejar Madrid y volver a Pamplona vi en la página de Facebook de El guardián invisible, el primer libro de la trilogía de Dolores Redondo, que organizaban visitas guiadas a Elizondo, la capital del valle de Baztan, para conocer los escenarios de la novela. Tanto por trabajo como por ocio había estado bastantes veces en Elizondo, pero ya hacía unos cuantos años y después de leer El guardián invisible y Legado en los huesos me parecía una forma buenísima de pasar una tarde de verano.  Así que se lo comenté a mi chico, que ha leído el primer libro, y nos apuntamos para el sábado 16 de agosto. Al final se nos unieron mi suegra, que ha leído los dos libros, y su prima, que ha leído el primero. Y allá que nos fuimos los cinco porque claro, Amets tampoco se lo quiso perder y estuvo muy atento durante toda la visita.
Visita guiada a Elizondo, los escenarios de El guardián invisible y Legado en los huesos El punto de encuentro era la Plaza de los Fueros a las cinco y media. Cuando llegamos cinco minutos tarde me sorprendió ver unas veinte personas esperándonos, no creía que las visitas estuvieran teniendo tanto éxito.  Juan Mari, el guía, nos dio unos planos de Elizondo y del valle de Baztan y unas pequeñas pinceladas para situarnos porque, en contra de lo que yo pensaba, nosotros éramos los únicos participantes de Navarra; el resto habían llegado desde Bilbao, Barcelona, Valencia y Sevilla. Baztan es un valle formado por quince pueblos que suman una población de unos 8.000 habitantes, de los que casi la mitad pertenecen a Elizondo. El alcalde del valle se elige cada cuatro años, pero cada pueblo elige a su alcalde jurado en unas elecciones que se celebran cada dos años. La primera parada de la visita la hicimos sin salir de la Plaza de los Fueros, que está presidida por el Ayuntamiento. En su fachada destaca el escudo ajedrezado del valle que, más grande o más pequeño, con mayor o menor lujo, se puede ver en muchas de las casas de Elizondo, ya que los baztanenes tienen derecho a utilizarlo desde que en 1212 ayudaron al rey de Navarra Sancho el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa.

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Fachada del Ayuntamiento donde puede apreciarse el escudo. 

Después de cada explicación el guía nos leía un fragmento de El guardián invisible y, en menos ocasiones, de Legado en los huesos ambientado en el lugar en el que nos encontrábamos en cada momento. Todo un acierto. Así, en el lado izquierdo de la fachada del Ayuntamiento pudimos ver y tocar la piedra llamada bota-arri, como hacía Amaia Salazar al pasar por ahí. Esa piedra se utilizaba en el juego de la laxoa, la modalidad más antigua de pelota vasca, que actualmente se juega en la zona en un campeonato entre pueblos de Baztan y Malerreka. Parecido al tenis o al pádel pero sin red, se enfrentan dos equipos de cuatro jugadores que se devuelven la pelota con la laxoa, un guante de cuero similar al de la cestapunta.

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Edificio Arizkunenea que alberga la Casa de Cultura.

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Hospitalenea.

Junto a la Plaza de los Fueros, en la calle Jaime Urrutia se encuentra la casa del arquitecto pamplonés Víctor Eusa (1894-1990) y frente a ella está el palacio de Arizkunenea, donde está ubicada la actual Casa de Cultura.  Al lado se alza el edificio Hospitalenea, que juega un importante papel en la trilogía escrita por Dolores Redondo, especialmente en el segundo libro, Legado en los huesos.  Junto a este edificio hay una placa que recuerda la gran riada que tuvo lugar el 2 de junio de 1913 que, por desgracia, se repitió hace muy poco, el 4 de julio. Las dos lograron unir a los vecinos de Elizondo para reconstruir su pueblo. 

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Placa que recuerda la riada de 1913.

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El guía indicándonos hasta dónde llegó el agua en la riada del pasado mes de julio. 

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Exterior de la iglesia de Santiago de Elizondo con las dos torres. 

De ahí nos dirigimos a la iglesia de Santiago, ya que el Camino de Santiago francés pasa por Elizondo. Se construyó entre 1914 y 1925 después de que la anterior quedase destruida por la inundación de 1913 y solo se conservase la torre derecha.  Fue restaurada en 2007, cuando se pintó el interior y se arreglaron las vidrieras y el órgano, el mayor de una iglesia navarra. El exterior de la iglesia está formado por un jardín que alberga una escultura de Jorge Oteiza.

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Escultura de Jorge Oteiza en el exterior de la iglesia de Elizondo. 

El altar está presidido por Santiago, San Francisco Javier, patrón de Navarra, y la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Aunque ni Elizondo, ni Baztan ni siquiera Navarra tienen mar, se cree que se eligió a esta virgen por la importancia que tiene el agua en el pueblo debido a las riadas que provoca el río Bidasoa, llamado en la zona Baztan, cada vez que se desborda. Los cuadros de los cuatro evangelistas son obra del pintor navarro Javier Ciga (1877-1960). Se dice que se inspiró en vecinos de Elizondo para ponerles cara a los evangelistas. Así, San Mateo es el relojero de la época y San Juan Bautista la propia mujer de Ciga. En El guardián invisible Flora, la hermana de Amaia Salazar, guarda la caja fuerte del obrador detrás de un cuadro de este pintor.

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Entrada del cementerio presidida por una calavera. 

Dejamos atrás la iglesia y el centro de Elizondo y tras un pequeño paseo llegamos al cementerio, situado a las afueras desde que en 1913, por la inundación, fue trasladado desde la plaza. Un ciprés a la derecha y un haya a la izquierda dan la bienvenida a los visitantes del pequeño cementerio, que Dolores Redondo visitó en más de una ocasión antes de escribir sus novelas. Una de las tumbas, con un ángel, le gustó especialmente, de ahí que el apellido de la lápida, Iturzaeta, sea también el de la madre de Amaia y que ese mismo ángel y esa tumba salgan en un fragmento de la novela. También pudimos ver la tumba del pintor navarro Javier Ciga, cuya hija, de 93 años todavía vive en el valle de Baztan.

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Ángel en la tumba con el apellido de la madre de Amaia. 

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El guía junto a la tumba del pintor Javier Ciga.

Un agradable paseo bajo el sol, con el suave viento y entre los montes del valle de Baztan nos llevó hasta el lugar donde apareció el cadáver de Ainhoa Elizasu. Junto al río, un sendero estrecho entre árboles, un lugar sombrío, fresco en pleno mes de agosto, el paraje perfecto para ese pasaje de la historia. 

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Lugar donde aparece el cadáver de Ainhoa Elizasu. 

Me preguntaba por qué Dolores Redondo eligió Elizondo. Y el guía nos lo explicó. La autora es de San Sebastián, su marido de Tudela y viven en Cintruénigo, ambos en la Ribera navarra. Ella tenía la historia en la cabeza, pero no lograba ubicarla.  En un prinicpio había pensado en Isaba o Roncal, dos pueblos situados en el Pirineo navarro. Entonces pasó un fin de semana visitando Elizondo y Baztan y le gustó tanto que tras documentarse lo eligió como escenario de su trilogía.

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El guía leyendo uno de los fragmentos. 

Aunque la mayoría de los lugares existen, hay otros que solo están en la imaginación de la autora. Como la cueva, la casa Juanitaenea o basajaun, aclaró el guía entre risas. Dejamos atrás uno de los tres molinos que hay en el valle, que albergó hasta 26 antiguamente.  Nos dirigimos hacia el barrio de Etxaide, como el apellido del inspector Jonan, para ver la casa de Víctor, donde se desarrolla el final de El guardián invisible

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Casa de Víctor. 

Entre las 19.45 y las 20 horas, después de más de dos horas de visita, nos tomamos un descanso en la pastelería Malkorra, una de las más conocidas de Elizondo, donde nos invitaron a tortas de txantxigorri y chocolate. Una merienda deliciosa que nos ayudó a coger fuerzas para la parte final de la visita, las calles Braulio Iriarte, Jaime Urrutia y el barrio de Txokoto, el primero, el origen de Elizondo, que alberga la famosa presa.

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Presa del río Bidasoa, Baztan en el valle, en el barrio de Txokoto. 

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La casa de la tía Engrasi. 

De ahí nos dirigimos al número 38 de la calle Braulio Iriarte, donde está ubicada la casa de la tía Engrasi, frente a la que se alza una escultura de Jorge Oteiza sobre la maternidad que representa a una madre con su hijo.  Al lado de la casa de la tía de Amaia Salazar se encuentra el Museo Etnográfico y la Oficina de Turismo, que se sitúan en la casa más antigua de Elizondo. Al final de la calle Braulio Iriarte, junto a la presa de Txokoto, se encuentran el hostal y el trinkete Antxitonea, un tipo de frontón que pudimos visitar por dentro y que también aparece en varios pasajes de los libros que forman la trilogía escrita por Dolores Redondo. 

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La casa más antigua de Elizondo. 

Braulio Iriarte, que da nombre a una de las calles más importantes de Elizondo, dejó su Baztan natal para hacer las Américas. En México fundó en 1922 la Cervecería Modelo, y tres años después comenzó a comercializar las marcas Modelo, Negra Modelo y Corona, que en España conocemos como Coronita.  Cuando regresó a Elizondo donó dinero para la reconstrucción del hospital y de la iglesia, de ahí que la torre izquierda tenga pintada una espiga de cebada y una corona en honor a la cerveza Corona. Continuamos por la calle Braulio Iriarte hasta la casa Errota Zañenea, que aunque es una vivienda, Dolores Redondo situó en ella el obrador de Mantecados Salazar.

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Escultura de Jorge Oteiza sobre la maternidad.

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Entrada al trinkete y el hostal Antxitonea. 

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Interior del trinkete. 

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Casa donde Dolores Redondo ubica el obrador Salazar. 

El río Bidasoa o Baztan pasa al lado de la casa, desde la que hay unas vistas maravillosas de la presa, la biblioteca y el puente.

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La biblioteca de Elizondo sobre la presa de Txokoto. 

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Puente sobre el río Bidasoa o Baztan.

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Comisaría de la Policía Foral en Elizondo. 

La siguiente parada de la visita guiada fue la comisaría de la Policía Foral, que fue inaugurada el pasado mes de febrero.  Como cuando Dolores Redondo escribió El guardián invisible y Legado en los huesos el edificio todavía no existía, el Gobierno de Navarra le facilitó a la autora los planos del proyecto para que pudiese reconstruir así en la ficción el edificio con la mayor exactitud posible.  La autora asistió a la inauguración, donde eclipsó a la presidenta del Gobierno foral, Yolanda Barcina, y acaparó toda la curiosidad, atención y fotografías de los asistentes. Hasta el punto de que en uno de los despachos, el que en la novela ocupa Amaia Salazar, hay una placa conmemorativa. Desde la comisaría nos dirigimos hacia el restaurante Santxotena, el favorito de James y donde él y Amaia cenan en alguna ocasión. Desde ahí se ve la parte trasera de Hospitalenea, donde transcurre uno de los pasajes más importantes y tensos de Legado en los huesos.

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Hospitalenea visto desde la zona del restaurante Santxotena.

Y ahí terminó la visita, casi a las nueve de la noche. Tres horas y media que se pasaron volando y se hicieron muy cortas. Creo que a todos los participantes nos supieron a poco, al menos a nosotros sí. Una gozada que sin duda os recomiendo. Si habéis leído alguno de los libros, os va a gustar. Si no, también. Si tenéis la oportunidad de acercaros a Elizondo no os perdáis estas visitas guiadas. Vale mucho la pena. Por los datos y los detalles que cuenta el guía, por poder escuchar los fragmentos de las novelas en el mismo lugar en el que ocurren y, por supuesto, por los preciosos paisajes baztanenes. Os dejo las páginas de Facebook y Twitter por si queréis más información. Y vosotros, ¿os imaginabais así los escenarios de las novelas? Abrazos literarios para todos.

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