Siempre había sentido curiosidad por ver el Teatro Real por dentro, así que cuando pasé por ahí una mañana que tenía medio despejada, justo antes de la hora punta, decidí apuntarme a una de sus visitas guiadas. Me dieron la entrada reducida directamente porque estaban ensayando y la sala no podía iluminarse. No me importó mucho, ya la veré iluminada cuando tenga dinero para ir a la ópera, para lo que me dijeron que había descuentos a jóvenes, así que tendré que aprovechar. Aun así, 6€ es una barbaridad para una visita de una hora, interesante, sí, pero muy caro.
Nuestra guía era estupenda y nos habló de la historia del teatro, inaugurado por Isabel II y cerrado por Alfonso XIII, que, a pesar de las reformas, tuvo que cerrarlo por una grieta que amenazaba su estructura. Más adelante se reformó para abrirse solo como sala de conciertos y conservatorio y luego se hizo una inmensa reforma para volverlo a convertir en sala de ópera.
Resulta especialmente impresionante esa reforma cuando enseñan un plano a escala del teatro, donde se puede ver todo el espacio que se ganó y lo alta que es la parte que no se ve (sótanos...), hasta el punto en que el edificio de Telefónica cabría dentro y sobraría espacio. También hubo cambios en el interior (columnas...) y se abrieron ventanas (pena que hubiera un andamio que impedía ver el palacio), entre otras cosas.
Además, visitamos los diversos salones que se utilizan para alquilar e hicimos un recorrido por todas las zonas abiertas al público (que no en el backstage), repletas de obras de arte antiguas (los salones...) y modernas (zonas de descanso para espectadores).
En definitiva, una visita interesante y completa, aunque un poco cara.