En el anterior artículo pudisteis leer mi viaje a Budapest de 3 días con mis padres. Pues bien, este viaje continuó en Viena.
Viena es la capital de Austria y es una ciudad algo más pequeña (1.4 millones) que Budapest.
Para ir a Viena desde Budapest cogimos un tren, el 4 de diciembre, desde la estación de ferrocarril de Budapest que se encontraba, precisamente, al lado de nuestro hotel. El tren salía a, aproximadamente, las 9 de la mañana, por lo que, debido a la cercanía de la estación a nuestro hotel, pudimos desayunar tranquilamente en él.
El trayecto fue muy tranquilo, de unas 4 horas. Al llegar a la estación de tren de Viena, Google Maps nos indicaba que al hotel se podía llegar andando en unos 10-15 minutos. Así que salimos de la estación y fuimos caminando hacia el hotel. La verdad que lo que vimos en ese corto trayecto no nos llamaba la atención. Parecía una ciudad estéticamente no muy cuidada y fría. Obviamente, no nos encontrábamos en el centro de la ciudad.
El hotel en el que nos alojábamos era el Hotel Caroline. Se trata de un hotel pequeño, pero acogedor. No nos impresionó como el hotel de Budapest, pero era acogedor y las habitaciones estaban completas y nuevas. El hotel tenía gimnasio (aunque debido a nuestra corta estancia no lo utilicé) y también contratamos desayuno, que fue muy completo los 2 días.
Tras alojarnos en el hotel, cogimos un autobús urbano en la misma acera de nuestro hotel y nos dirigimos al centro. Esto fue un error. El autobús no nos dejó en el centro. En el trayecto en autobús nos dio un bajón, ya que la parte de Viena que vimos no nos gustaba, edificios feos, calles no decoradas para ser Navidad… viniendo de Budapest, enamorados, nos decepcionó. Sin embargo, preguntamos a un grupo de españolas que encontramos que hacia dónde estaba el centro. Nos indicaron y enseguida la ciudad empezó a gustarnos. Los edificios cada vez que nos acercábamos al centro eran más bonitos, y el ambiente era cada vez mejor. Enseguida llegamos a la famosa Ópera de Viena. Empezaba a llover, así que aprovechamos para hacer una visita guiada al interior de la Ópera. La verdad es que nos gustó mucho. Teníamos la idea de una noche asistir a una obra, pero después de ver la visita guiada pensamos que ya era suficiente ya que no somos amantes de la Ópera.
De ahí fuimos caminando por una calle comercial que nos gustó mucho. Llovía, así que pronto nos metimos a comer a un local de bocadillos y sándwiches vegetales a muy buen precio. Después de reposar y descansar un rato, seguimos caminando por la calle comercial. Nos encantó el ambiente de la calle, la gente, las tiendas… un muy buen lugar. Caminando llegamos hasta la plaza de la Catedral de San Esteban. Nos hicimos unas fotos y entramos dentro para conocer la catedral. Tras la catedral, continuamos caminando por otra gran avenida llena de tiendas y llegamos a la Michaelerplatz. Ahí nos hicimos alguna foto y nos tomamos un chocolate caliente en una cafetería muy chula de la plaza. Después. atravesamos el túnel para ver el palacio Hofburg, donde entramos, pero solo había una tienda de souvenirs (muy bonita). Continuamos y llegamos a una gran plaza donde está el Museo Nacional. Había un bonito mercado navideño donde dimos una vuelta a pesar de que seguía lloviendo levemente.
Tras el mercado navideño, volvimos por donde habíamos venido para ir al centro. Ahí cogimos algo para cenar en el hotel y cogimos el metro, que nos dejaba a 5 minutos de nuestro hotel.
Al día siguiente, después de un buen desayuno en el hotel, fuimos a visitar el Palacio Schönbrunn. Cogimos el metro al lado del hotel y nos dejó en el Palacio, donde contratamos visita guiada. Merece la pena visitar el Palacio ya que es impresionante y con guía te enteras muy bien de la historia.
Tras la visita, de unas 2 horas, dimos una vuelta por los famosos jardines del Palacio y nos hicimos fotos. Cogimos el metro para ir al centro. Al llegar nos tomamos un chocolate caliente en una plaza al lado de la Catedral de San Esteban. Dimos una vuelta por la zona de tiendas y comimos en el mismo sitio del día anterior. Después de la comida volvimos al Palacio Hofburg para verlo por fuera de día y comenzamos a caminar por la zona de al lado. A partir de aquí fue cuando Viena nos terminó de enamorar. La zona que vimos era impresionante, con edificios imperiales cada vez más grandes. El Ayuntamiento, palacios… toda una corte. En la plaza del Ayuntamiento también había un mercado navideño que, por supuesto, visitamos. Continuábamos caminando por calles majestuosas y llegamos a una Iglesia, de la que no recuerdo el nombre, que visitamos y compramos algún souvenir. Después, ya de noche, seguimos callejeando por el centro de la ciudad, que cada vez nos gustaba más. Tomamos algo en alguna cafetería y tras haber pateado bien el centro, compramos unas pizzas para el hotel y nos fuimos a descansar, ya que al día siguiente nuestro viaje continuaba en Praga.
Viena, como habéis podido ver, nos decepcionó al principio ya que la zona que vimos en las primeras horas no era turística y, comparando con Budapest, Viena salía perdiendo. Sin embargo, tras haberla conocido bien, nos impresionó. Es majestuosa, elegante y tiene un ambiente en la calle muy parecido al de ciudades españolas como Madrid. Sin duda una grata sorpresa.
En el próximo artículo relataré el desenlace del viaje en Praga.