No se muy bien por qué motivo, pero una de las cosas que pensamos imprescindibles de ver en este viaje fue Hiroshima. En esta ciudad de Japón, el día 6 de Agosto de 1945, fue donde cayó la primera bomba atómica de la historia en la Segunda Guerra Mundial, tal vez fuera por eso, nos hemos pasado desde pequeños escuchando su nombre, mucho antes de que comenzáramos a conocer el resto del mundo, en el colegio en la clase de historia ya nos hablaban de guerras y por ende de este lugar. Sea como fuere teníamos ganas de visitarlo y así lo planificamos en el viaje.
Como la ciudad no tiene demasiado que ver y además no nos sobra precisamente tiempo, lo planeamos como excursión de un día de duración desde Kyoto y lo compartimos con Miyajima.
Tomamos el primer Shinkansen que sale de Kyoto y va hasta Hiroshima que incluye la JRPass, hay al menos dos anteriores pero son Nozomi y por tanto no están incluidos en la JRPass. En cualquier caso el tren de las 7.20 te deja en Hiroshima Station a las 9.05, una hora muy razonable. Nos levantamos temprano, desayunamos algo de camino a la estación y a las 7.20 estamos montados en nuestro tren bala camino de Hiroshima. Es un trayecto de poco más de una hora y media que se puede aprovechar para descansar un rato.
Ya en Hiroshima comenzamos nuestro paseo andando, hace un calor tremendo, aunque no más que los días anteriores, sabemos que en estas latitudes hace un verano sofocante, pero eso no quita que te siga sorprendiendo. Más sorprendente es que son las 9.15 de la mañana y ya estamos en un 7Eleven para comprar un helado y tratar de refrescarnos un poco.
Nuestro primer destino marcado es el castillo de Hiroshima, que se encuentra en un parque a unos 15 o 20 minutos andando desde la estación. Es un bonito paseo que realizamos entre avenidas y calles más estrechas para empaparnos un poco más de la vida de esta ciudad. En el parque puedes encontrar también restos de edificaciones antiguas que fueron destruidas durante las diversas guerras que ha sufrido esta zona. Pero sin duda alguna lo realmente interesante del parque es el castillo. El castillo fue construido hacia 1590 y destruido por la bomba atómica de 1945 como la gran mayoría de la ciudad. Fue reconstruido tras la guerra reproduciendo fielmente el original. Acoge un museo de la historia de Hiroshima antes de la Segunda Guerra Mundial. La visita al museo no está mal, pero si tienes poco tiempo tampoco es imprescindible. Ver el castillo si que lo es, además es gratis visitarlo por fuera. Es una reproducción de acuerdo, pero muy bien lograda lo que te da la posibilidad de ver realmente como eran estos castillos, los llamados Hirajiro o “asentados en una planicie”.
Una vez visitado y fotografiado el castillo y los restos de sus fosos dirigimos nuestros pasos hacia lo que será el plato fuerte de nuestra visita de medio día a Hiroshima, la cúpula de la bomba atómica (Cúpula de Genbaku) y el cercano Parque de la Paz. Emprendemos nuestro paseo de 10 o 15 minutos desde el castillo hasta la cúpula de la bomba atómica y seguimos disfrutando de lo mejor del viaje que es ver la vida real de la gente, hasta ahora esta es nuestra zona más “rural” del viaje y nos encontramos con una encantadora pareja de agricultores vestidos con su “uniforme” tradicional, todo un lujo.
Acercándonos al parque lo primero que nos encontramos es la cúpula, una vista impresionante sin duda, hemos visto cientos de Fotos durante toda nuestra vida, pero nada como verla en directo, es realmente impresionante y tiene el aliciente de ser Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco. Es el punto más al norte del Parque de la Paz, el plato fuerte de Hiroshima sin duda, tienes la mayoría de cosas importantes que ver englobadas en este recinto. Como nuestra visita fue el 4 de Agosto pudimos ver cómo se llevaban a cabo todos los preparativos para la conmemoración de la caída de la bomba el día 6 de Agosto, un acto que atrae a millones de japoneses y visitantes de todo el mundo.
Tras observar la cúpula detenidamente nos dirigimos a dar un paseo por el resto del parque visitando sus monumentos (erigidos tras la bomba atómica); en este parque puedes encontrar la Estatua de los Niños de la Bomba Atómica, monumento erigido en honor de Sadako Sasaki, niña que enfermó de leucemia a consecuencia de la Bomba Atómica y que con el deseo de vivir, comenzó el Senbazuru, antigua creencia japonesa de que al realizar mil grullas de papel se cumplen los deseos de quien las realiza. La niña falleció antes de terminar las 1.000 grullas pero se creó una asociación para conseguir los fondos necesarios para erigirle este monumento, el Monte Memorial de la Bomba Atómica, con las cenizas de 70.000 víctimas no identificadas, el Cenotafio Memorial, con la inscripción “Descansad en paz, pues el error jamás se repetirá”, la Llama de la Paz, que permanecerá iluminando hasta que la amenaza de aniquilación nuclear deje el planeta Tierra, la Campana de la Paz, que los visitantes pueden tocar en honor a la paz mundial, la Sala Nacional Memorial de la Paz de Hiroshima, que incluye la Sala de la Memoria con una reconstrucción de 360º de Hiroshima después de la bomba, formada por 140.000 ladrillos (el número de víctimas hasta el final de 1945) que es una visita interesante, además de gratuita, donde no gastarás más de 10 o 15 minutos, las Puertas de la Paz, cinco puertas de cinco metros de altura con la palabra “paz” escrita en varios idiomas y por último el Museo de la Paz de Hiroshima, para nosotros de visita obligada sin duda.
Tras nuestro paseo por este agradable y a la vez impresionante parque nos dirigimos al Museo de la Paz, nuestra última visita en la ciudad de Hiroshima. Más de un millón de personas visitan este museo cada año. Es un recuerdo viviente y “doliente” de lo que ocurrió en este lugar hace ya casi 66 años y un intento de llevar el deseo de que una tragedia como esa no vuelva a ocurrir jamás a todo el mundo. El museo se divido en dos plantas dónde vas viendo diferentes cosas desde reproducciones de cómo era Hiroshima justo antes y justo después de la bomba a narraciones de los supervivientes o retazos de vida que quedaron paradas en ese mismo instante. Son sobre todo, muy impresionantes los elementos de cristal fundidos por el calor de la explosión. En general se puede pensar que el museo es algo duro y macabro, pero es sin duda por su afán incombustible de conseguir que una tragedia como esta no vuelva a ocurrir.
Todavía es una hora muy buena, hemos adelantado casi una hora de nuestro horario previsto en las visitas debido sin duda alguna al sofocante calor que ha hecho que no perdiéramos un minuto en el exterior, sólo lo estrictamente imprescindible. Nos dirigimos de nuevo dando un agradable paseo hasta la calle principal de Hiroshima donde tomaremos el tranvía número 2 que nos llevará por una ruta panorámica cruzando toda la localidad hasta el embarcadero de Miyajima-guchi donde podremos tomar el Ferri hasta nuestro siguiente destino, la isla de Miyajima, uno de los destinos que más nos han gustado en este viaje.