Revista Mundo animal

Visitantes inesperados...

Por Hada

Viviendo como vivo, en la cima de un monte tinerfeño, a unos 1000 metros de altitud, rodeada de pinares, de huertas agrícolas y de mágicos bosques de laurisilva, no podía ser de otro modo.

Resulta que a veces nos sorprende la visita de curiosos inesperados. Anoche, sin más, apareció ella -o él, vete tú a saber-, silenciosa, esbelta, serena, ágil, prudente. Sin más me lancé a hacerle un par de fotos. Era la segunda que veía en mi vida y la primera que tenía en mis manos. Dicen que las mantis no se prodigan demasiado. Pero ayer, ésta se nos metió en casa y se encaramó como una posesa hasta la piscinilla plástica de mis tortugas. Supongo que los calores que estamos sufriendo, hacen salir a todos los bichos en busca de agua. Así que hoy os traigo sus fotos y otras varias correspondientes a algunos de esos visitantes que nos han sorprendido en algún u otro instante.

Mira que a mí, las visitas inesperadas por lo general me sientan como un tiro. Sin embargo, éstas me hacen sonreir y me emocionan siempre.

 VISITANTES INESPERADOS...

VISITANTES INESPERADOS...

VISITANTES INESPERADOS...

Este es Aquilino. Aunque parezca horripilante aquí gracias a la cámara del móvil de mi amor de vidas, que es terrible, Aquilino era una monería que no creo que pesase ni 20 gramos. Una vez atrapado y colocado en el transportín tortuguero, lo fotografiamos y al día siguiente lo soltamos por un sendero lejano. Ah, su compi, Aquilina, aún sigue en casa y no hay forma humana de pillarla.

VISITANTES INESPERADOS...

Esta pobre tenía pinta de perdida y de agotada. Estuvo horas allí, sobre la tapia de la piscina. Cuando pensé bajar la escalera para intentar rescatarla por si le pasaba algo, ya había volado.

VISITANTES INESPERADOS...

Mi príncipe encantado

VISITANTES INESPERADOS...

Este halcón viene cada tarde. Se posa un rato en el poste de la farola a descansar y a veces se nos posa en uno de los farolillos de nuestra terraza frontal.

VISITANTES INESPERADOS...

Este pollo de hornero (estoy casi segura de que se trata de uno de los que nacieron en el nido del jardín) se nos coló en el dormitorio una mañana. Tras posarse en la lámpara, en el armario y revolotear un buen rato, pudimos agarrarlo y devolverlo al exterior.

VISITANTES INESPERADOS...


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