Imagen: Wikipedia La ciudad de Tarragona guarda con celo su pasado romano, del que conserva bastantes vestigios, testigos del paso de los siglos y que se han conseguido recuperar tras años enterrados e ignorados. A orillas del Mediterráneo, y con miles de años de historia, esta capital que hoy pasa casi desapercibida, fue antaño una de las más importantes de la Hispania romana.
Prueba de ellos son las robustas murallas que rodean la antigua ciudad romana, y se calcula que fue construída en el siglo II A. de C. aunque ha sufrido muchas modificiaciones a lo largo de los siglos que lleva levantada. La última gran reforma con fines militares se ha documentado durante la ocupación napoleónica.
Se conservan tres torres, la Torre del Arquebisbe, la Torre del Cabiscol y la Torre de Minerva, que se pueden visitar paseando alrededor de la muralla, uno de los símbolos de esta bonita localidad catalana.
El anfiteatro y el circo, el entretenimiento de los romanos.
La ciudad ha utilizado para sus construcciones, en épocas pasadas, los lugares más emblemáticos de la ocupación romana, pero recientes excavaciones han dejado al descubierto importantes y espectaculares restos que se han adecuado para que los visitantes puedan disfrutar de ellos.
El principal y mejor conservado es el Anfiteatro que se levanta a orillas del Mediterráneo, era capaz de albergar hasta 15.000 espectadores, que asistían enfervorecidos a los espectáculos que se realizaban allí.
Los espectáculos propios de la época, en los que la sangre y la muerte eran elementos comunes y deseados por los romanos. Para protegerlas del sol, las gradas tenían una carpa desplegable, llamada velum, que hacía más soportable la asistencia en los momentos de más calor.
Bajo la arena, se han encontrado las habitaciones para los gladiadores y condenados, pero también para las fieras, que subian hasta ella mediante un montacargas. Todo estaba preparado para hacer que los antiguos habitantes de la ciudad no se aburrieran, aunque tuvieran gustos un poco salvajes.
También se puede visitar el Circo Romano, aunque gran parte de su superficie esté ocupada ahora por bloques de pisos levantados en los años 60 y 70 del pasado siglo. Sí que se puede visitar, sin embargo, la parte subterránea del mismo. Allí se pueden recorrer los largos y oscuros pasillos donde descansaban las monturas de las cuádrigas que participaban en las carreras que se celebraban allí.
Una ciudad Patrimonio de la Humanidad, por su importancia arqueológica y arquitectónica
La ciudad de Tarragona no solo tiene un rico pasado romano, sino que también se pueden visitar y conocer edificios y lugares surgidos durante la Edad Media y siglos posteriores. La catedral, del siglo XII, el Portal de San Antonio, de 1737 y otros edificios más recientes, como el Mercado modernista o incluso el altar diseñado por Antoni Gaudí son otras de las joyas de la ciudad que no hay que dejar de visitar y disfrutar.