Un vecino me ve saliendo de casa con la mochila cargada de libros y me dice en broma: ¿te vas de viaje? Sí, como todos los días, respondo. ¿Adónde vas hoy?, pregunta. Todavía no sé. Él me mira consternado. Todavía no sé, insisto, salgo sin saber y lo voy decidiendo en el viaje. Viajás lindo vos, concede después, mientras sigue manguereando la vereda.
Me pregunto si me habrá creído. Pero es verdad, ni siquiera ahora, que escribo este texto, sé realmente adonde voy.