Picado Motivado por el compañero Carlos, me propongo hablar sobre una de las leyendas del fútbol de finales de los 90′ y principios de los 2000, pero no desde las estadísticas sino desde la subjetividad más absoluta, desde los recuerdos.
Cuando Rivaldo llegó a España, en 1996, era un completo desconocido, la parroquia coruñesa andaba huérfana de líder tras la marcha de Bebeto y Lendoiro estaba dispuesto a proporcionarles uno nuevo. Fue la temporada del Madrid de Capello y del estratosférico Ronaldo, el de los 34 años, posiblemente la mejor temporada de un jugador que he visto. Mirando la lista de goleadores ya vemos la trascendencia que tendría el jugador en la liga española. Tras el fénomeno, encontramos a Alfonso Pérez, en su mejor temporada goleadora, a Davor Suker, el 9 del equipo campeón, a un chaval de apenas 20 años llamado Raúl González y Rivaldo, debutante en la liga, con la nada despreciable cifra de 21 goles. Ese Depor de transición entre el primer Super Depor y el posterior de Irureta, era segurísimo defensivamente, el mejor de la liga, sólo encajó 30 goles, sin embargo le costaba mucho anotar, sólo lo hizo en 57 ocasiones con lo que la importancia de Rivaldo en este equipo era superlativa.
En el verano de 1997 el Barça, tras vender a Ronaldo, se encontraba en plena reconstrucción, había llegado Louis Van Gaal al banquillo y se había fichado, como buque insignia a otro ilustre brasileño, Giovanni, este fichaje no parecía ser suficiente para contentar a la parroquia culé y, el entonces presidente, Nuñez, decidió, el último día de mercado, poner patas arribas la competición, con dinero fresco, los 6000 millones que había pagado el Inter por Ronaldo, Nuñez pagó la claúsula de rescisión de Rivaldo, provocando las iras de Lendoiro que sabía que no tenía tiempo para reforzar su plantilla. Con esto el Barça fichaba a un crack en ciernes y debilitaba enormemente a un posible rival.
En el Barça Rivaldo se dió a conocer internacionalmente, fue el abanderado de un gran equipo, el de Van Gaal, que no ha sido suficientemente reconocido. Se complementaba perfectamente con Kluivert, delantero de exquisita calidad pero falto de gol, algo que le sobraba al brasileño. Jugaba escorado en la izquierda, por la derecha entraba el mejor extremo de la época, Luis Figo, que a finales de los 90′ alcanzó su mejor nivel. Formaban un triplete ofensivo formidable complementado por Luis Enrique que, desde la media punta, firmaba unas cifras goleadoras notables.
Era un jugador muy completo, a un físico poderoso acompañaba una depurada técnica brasileña, otro factor muy a tener en cuenta era su duro disparo a puerta, especialista en el balón parado, tanto en faltas como en penaltys, sus recursos de cara a puerta eran casi ilimitados. La influencia que tenía sobre el juego era máxima, de estos jugadores que, cuando reciben, hacen que se calle el estadio, esperando cualquier cosa, una arrancada por potencia, un disparo seco, una pared…
La estrella de Vitor se fue apagando a medida que el Barça de Van Gaal se descomponía, pasó de luchar por el título a celebrar clasificarse para la UEFA. Con todo, en 2002 formó otro triplete inolvidable, las 3 Rs brasileñas, con Ronaldinho y Ronaldo, los 3 con relación con el Barça, los 3 balones de oro, los 3, por unas causas o por otras, se despidieron del gran fútbol con la sensación de que podrían haber sido más. Ganaron el Mundial de Corea y Japón, habían ganado la Copa América en 1999, juntos formaron la última gran selección brasileña hasta la fecha, dando por cerrada una década de oro para la canarinha. Actualmente aún están intentando sacar una generación parecida para afrontar con garantías su Mundial en 2014. Mucho talento tienen que generar para igualar a las 3 Rs.
El protagonista de nuestro artículo, mientras tanto, sigue agonizando dando pinceladas de su fútbol en su Brasil natal, de vez en cuando, alguna maniobra o algún obús proveniente de su zurda, nos recuerda que, en una época pasada, era el mejor futbolista del mundo.