Me quedé poco menos que en estado de shock al oír al señor de los masters decir nosequé de integrar y normalizar la institución real. Como si no supiésemos todos que si la monarquía persiste es gracias al “misterio” que la envuelve. Eso de los reyes es como los magos del circo, si les quitas la pátina de “plus plus” y empiezan a mostrar los enredos con la suegra y las guerras de cuñados ya te digo yo que dura dos telediarios. Deberían aprender de los Windsor, ¿que uno de ellos se emparenta con la plebe? La abducen y en paz.
Nos decía el bueno de Casado que hemos de decir “Viva el Rey” en más ocasiones, no sé si es necesaria la profunda reverencia y genuflexión ante el retrato de alguno de los CUATRO Reyes de los que disponemos en stock. Deberíamos preguntar al flamante presidente del PP a cual se refiere porque Perez-Reverte nos espetaría que la reverencia, mientras nos quitamos el sombrero de ala ancha con pluma, la hiciésemos a la voz de “vivan los reyes”.
Lo que no me queda claro es si a las 5:15 de la mañana (si, esas horas existen, las veo demasiado a menudo y así me riega el cerebro) cuando estás a punto de salir “pa galeras”, a un trabajo ingrato y mal pagado que aguantas porque es lo que hay, maldiciendo tu existencia con el cepillo de dientes en las manos como Escarlata O´Hara con el rábano también hemos de gritar “Viva el Rey” (seguramente tu vecino de rellano te lo agradece zapato en mano porque le has despertado a la prole).
Sin duda también hemos de alabar la figura del monarca cuando te persiguen por llegar un día tarde a pagar el diezmo de los autónomos, por dibujar viñetas, desahogarte en Twitter, cantar canciones más o menos acertadas o por cualquier cosa mientras los que se dedicaron a decirte que la justicia es igual para todos o te amenazaron por la tele cuando se te ocurrió desobedecer al ver llegar a Piolín y sus amigos, se salen de rositas en sus desmanes “porque son inviolables” incluso después de jubilados. Si, sin duda también gritaremos “Viva el Rey”.
Nos desgañitaremos gritando “Viva el Rey” cuando nos muelan a impuestos mientras los de la pulserita en la muñeca se afanan en hacernos saber que no están por la causa de pagar ni un real más en impuestos,” que si el Estado necesita más “parné” para que no vayamos palmando por la calle que se las apañe como pueda”. Gritaremos “viva el Rey” a los que no quieren saber que las desigualdades son cada vez mayores, y que un 20% de la población tiene tanto como el otro 80%, o que aquí, ellos, pagan menos de la media europea.
Diremos “Viva el Rey” cuando veamos la cola del paro, al vecino desahuciado, a la muchedumbre a la puerta del economato de Cáritas, a los que cortaron la luz pagada a precio de oro o a los que se gastaron la mitad del sueldo en gasoil porque su trabajo está lejos y no hay transporte público. Lo diremos porque estamos agradecidos a la labor social y la dedicación de una institución que se vuelca en “hacer nada” por sus siervos de la gleba.
Gritaremos “viva el rey” porque estamos contentos de volver a la Edad Media, época de vasallos y siervos donde depende de la suerte de tu cuna el que puedas vivir o no. Porque nos alegra vivir en una sociedad cada vez más polarizada en la que demasiada gente ha gastar hasta el último de los esfuerzos en conseguir comer y llegar a final de mes, con suerte.
Vivimos en una época en la que los títulos han desbancado a la valía personal de cada uno, en la que parece que hemos olvidado que la alabanza del prójimo se ha de ganar con esfuerzo, día a día, minuto a minuto, con hechos, no con apariencias. Sólo cuando la institución se lo haya ganado deberíamos gritar muy fuerte eso de “Viva el Rey”, mientras tanto mejor nos guardamos los vivas para nuestros médicos, nuestros profesores, bomberos y todos aquellos que se parten la crisma cada día en intentar que nuestra existencia sea llevadera. Ellos si se merecen los “VIVAS” esos. ¿Se los damos?