De todos los pecados de la izquierda española, el peor de todos, peor incluso que la enorme corrupción que ha cobijado en sus filas y la traición a la igualdad, libertad, fraternidad y otros valores como la honradez, genuinos de la izquierda histórica, es haber estimulado el rechazo al patriotismo y a los símbolos de la nación, un error que ha tenido como consecuencias la pérdida de cohesión y la debilidad creciente del concepto mismo de nación en España. ---
No es justo decir que España está hoy en peligro de subsistir como nación unida por culpa de las izquierdas, pero algo hay de verdad en ello.
España es una nación necesitada de amor. Son muchos los que la maltratan y pocos los que la aman de verdad. Los políticos, llamados por haber sido elegidos por el pueblo a cuidar y querer la patria común, son los que la han maltratado con mas saña y son los principales culpables de que España sea hoy una nación injusta, empobrecida, escasamente democrática, corrompida, internacionalmente desprestigiada, llena de desempleados y nuevos pobres y en peligro de desgajarse.
Es casi imposible encontrar a españoles que se atrevan a decir que quieren a la patria y a lucir la bandera española en la solapa, mientras que un inglés, un alemán, un francés o un norteamericano lucen sus banderas con orgullo y pasión. Países "nuevos" y con una historia común escasa, como Estados Unidos, se aferran al orgullo y a sus símbolos para unirse y ganar cohesión y sentido de pueblo. Mientras tanto, en España, emocionarse ante el himno nacional o sentir humedad en los ojos cuando se contempla un desfile militar son hechos que la izquierda condena como propios del "fascista", cuando no hay peor fascismo que destruir los valores de los pueblos y la argamasa que mantiene unida a una nación.
La izquierda ha sido frívola y perversa al estimular un vergonzoso rechazo a los símbolos patrios, estigmatizando como "fascistas" a todo aquel que se atreviera a lucir o venerar la bandera, o a llorar de emoción ante el desfile de nuestros soldados o las canciones e himnos que proclaman el patriotismo y la unidad. Lo hizo para aprovechar los vientos de cambios que soplaban tras la muerte de Franco y aparentemente fue una jugada maestra porque arrinconó a la derecha, colocándola al lado del "antiguo régimen", pero las consecuencias de aquella frivolidad perversa e irresponsable han sido catastróficas.
España es hoy una de las naciones menos cohesionadas del mundo occidental, con mas fuerzas centrífugas liberadas en su interior y con mas peligro de deshacerse. Los símbolos patrios y los sentimientos e ideas que emocionan y unen a los pueblos han sido desactivados o dinamitados por la izquierda, demostrando así su cortedad de miras y su inmensa capacidad de anteponer los intereses propios al bien común.
El verdadero fascismo es, precisamente eso, defender los intereses propios por encima de las grandes ideas y de los nobles ideales. Es mil veces mas fascista el desprecio a España que amarla.
No es justo decir que Cataluña quiere separarse de España y otros pueblos acarician la misma idea como consecuencia de ese lamentable desprecio de la izquierda a la bandera española, pero la verdad es que algo ha tenido que ver el rechazo a la patria de los socialistas y comunistas con los procesos de desintegración y secesión en marcha, que ponen en peligro la supervivencia de España como nación.
Pedro Sánchez, el joven y flamante líder del PSOE, debería ser consciente de que su partido, si quiere escapar de la ruina que le amenaza y dejar de perder miles de votos a diario, no solo tendrá que abandonar la bandera de la corrupción, que ha enarbolado con un siniestro entusiasmo en las últimas décadas, limpiando sus filas de chorizos, aprovechados y delincuentes, sino que tendrá también que recuperar el concepto de patria y defender la unidad de España y sus símbolos con un entusiasmo visible, sorprendiendo a los españoles, uniéndolos y arrojando por la borda su estúpido rechazo a todo lo español.
El desprecio a España estimulado por las izquierdas ha sido tan intenso y eficaz que ha contagiado hasta a la misma derecha, cuyos líderes, siempre acomplejados y deslumbrados ante la potencia propagándistica de las izquierdas, son también incapaces de lucir y venerar en público los símbolos patrios.
Pero lo peor es que el rechazo a lo español de la izquierda ha sido inteligentemente aprovechado por los nacionalismos extremos vasco y catalán para esparcir en sus tierras el odio a España y el deseo de separarse de la nación común. Los socialistas y comunistas españoles, al estimular el rechazo a lo español, se han convertido, tal vez sin quererlo, en padres del independentismo, del soberanismo y del injusto grito catalán de "España nos roba", cuando la pura verdad es que nadie ha robado mas en la nación común que los clanes corruptos que han dominado Cataluña desde la muerte del viejo caudillo.
Ayer, 12 de octubre, fue el día nacional de España. Como ciudadano y luchador por una España mejor y auténticamente democrática, siento orgullo de ser español y grito con fuerza
¡¡¡¡Viva España!!!!
Revista Opinión
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