Para opinar sobre lo que será Eurovegas en Madrid debe conocerse Las Vegas, una ciudad de medio millón de habitantes en el desierto de Nevada, cerca del Gran Cañón del Colorado.
Las Vegas se construyó para albergar hoteles con casinos, pero ha mutado hasta convertirse en el centro de los grandes congresos y exposiciones de EE.UU., incluso del mundo, y de visita al Gran Cañón.
Además, ofrece apabullantes espectáculos, muchos autorizados a los niños, como circo, magia, danza, conciertos.
Delincuencia, prostitución, mafias y drogas son menos visibles que en Madrid o Barcelona, en cuyas calles céntricas se enseñorean libremente ladrones, atracadores, grandes capos internacionales de la delincuencia, camellos y hetairas.
Callamos que por muchos hoteles españoles, especialmente de lujo, pululan bellas Venus y hermosos Adonis ofreciéndose directamente, o en complicidad con los empleados.
Eurovegas será a Madrid y España en atracción de adultos como Eurodisney es para París y Francia meta de los niños.
En Madrid no hay Gran Cañón, pero sí la calle con mayor concentración de museos excepcionales del mundo.
Los padres acompañan a los niños a París, y a Madrid los niños acompañarán a los padres al ocio y negocio.
Sin embargo, hay un odio ciego en la izquierda hacia ese futuro lugar de ingresos por turismo y, sobre todo, centro euroasiático/latinoamericano de congresos y exposiciones.
Es una izquierda franquista y beatona: usa los argumentos del dictador contra el pecado y la perdición.
En Franco era hasta comprensible, porquel tenía un padre jugador, mujeriego y crápla, y una madre resignada, religiosa y abnegada, por lo que dictó leyes contra los centros de vicio y perdición.
Pero no se entiende en los hipócritas que dicen defender la libertad de costumbres y toda forma de sexualidad y sus consecuencias, y el consumo de sustancias “recreativas”
Con Eurovegas, esta izquierda intolerante, beatona y provinciana, pretende dictarnos leyes franquistas y ultracatólicas, pese a que daría trabajo a 260.000 personas, uno de cada veinte desempleados españoles.
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Si pincha usted en el nombre de Manolo Méndez descubrirá a uno de los más versados, exquisitos y amenos escritores españoles sobre el segundo placer que más aman los humanos, el de comer toda clase de viandas bien cocinadas y regadas con los más exquisitos vinos.
Acaba de fallecer con solamente sesenta años a causa de un cáncer necesariamente letal, porque era inoperable. Sabiéndolo tomó su enfermedad con dignidad y, sobre todo, tratando de vivir alegremente hasta el final, sin inspirar conmiseración.
Como mucho, contuvo el mal levemente con quimio y radioterapia, pero sobre todo con el amor de su mujer, Paloma, sus dos hijos, y sus amigos y compañeros de Madrid y de su Ortigueira natal, allá en La Coruña, uno de los lugares con el mejor marisco del planeta.
Además, sus médicos, que también eran amigos, hicieron todo lo posible por hacerle agradable lo que le quedaba de vida.
Su experiencia se desarrolló en TVE y en Radio Nacional, su voz cálida quedó en las ondas para siempre, pero además escribió una novela notable, misteriosa y divertida, "Destellos de ollín", que aún es libro de cabecera de muchos de sus lectores.
Había sido presidente del Club de Periodistas Gallegos en Madrid, cargo del que dimitió cuando conoció el diagnóstico de su enfermedad y para el que fue elegida seguidamente su tambiuén amiga Pilar Falcón.
Continuó asistiendo a las reuniones del Cub mientras su salud se lo permitió. Sin pelo y con grandes dificulades estuvo en el almuerzo-homenaje que se le ofreció hace poco al gran Celso Collazo, uno de los maestros del periodismo más reconocidos por los profesionales españoles.
Luego, murió otro grande, Antonio D. Olano, pero ya no pudo acercarse a visitar a su familia, aunque le envió un cordial mensaje. Desde su casa seguía escribiendo sus magníficas historias gastronómicas y culinarias, la última el pasado 16 de enero.
Cuando la semana pasada el Club se reunió para elegir el Gallego del Año en un almuerzo, para el que yo pensaba recogerlo en su casa como en ocasiones anteriores, ya contestó con voz débil, pese a la ayuda del oxígeno. Envió su saludo y afecto a todos. Poco después moría.
Sus cenizas reposarán en Ortigueira, el pueblo que tanto amaba y al que había ido, como para despedirse, las pasadas Navidades.
Insisto en que se lean sus escritos sobre gastronomía en su blog, y sus Gastrohistorias en ABC. Yo las seguiré recomendado algún tiempo más en esta página, bajo el apartado Cocina Rica. Son un placer culinario que estimula las glándulas salivares y la imaginación.
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