«Este libro quiere ser el negativo de los recuerdos, como si pudiéramos revelar aquellos días de nuevo». Es el negativo de los recuerdos a todo color. Este libro nos traslada a la Roma de Fellini, a Via Veneto, nos refresca en sus fontanas imaginando que a la vuelta de la esquina nos cruzaremos con Ursula Andres, la Cardinale o la Loren, que veremos a Audrey Hepburn pasar en una Vespa. Este libro deslumbra con los flashes de los paparazzi, con el escote de Anita Ekberg emergiendo en la Fontana Di Trevi, con el olor a pasta y pizza, con su arte, su arquitectura. Con su dolce vita.
Máximo Huerta y María Herreros lo han vuelto a hacer. Si con Paris sera toujours Paris nos trasladaron al París de los años veinte, ahora nos llevan a la dolce vita de Roma. Si París ha sido para Máximo su particular mundo de Oz, Roma es un plató de cine. Y como si de una película se tratara recorremos este libro.
Empezamos el recorrido en el hotel que fue la segunda casa Fellini donde dibujaba los personajes de sus películas. Empieza hablando de cine porque Roma es, prácticamente, un plató de cine. El ladrón de bicicletas, Vittorio de Sica, el neorrealismo italiano…
En Via Veneto reza una placa sobre Federico Fellini, «que hizo de Via Veneto el teatro de la dolce vita». Pero, ¿fue ahí donde nació la dolce vita? Algunos dicen que en 1950 en el Restaurante Rugantino del Trastevere en la fiesta de cumpleaños de Olghina di Robilant, el primer amor del entonces futuro rey de España —ahora, rey emérito—. Una fiesta a la que asistieron gentes de la alta sociedad, playboys, gente del cine, periodistas y fotógrafos. Con todos esos ingredientes sólo faltaba el escándalo en forma de fotografías que inmortalizó Tazio Secchiari, uno de los paparazzo más conocidos de la época. Por supuesto, los paparazzi también tienen su propio capítulo en la Dolce Vita.
Más allá de Via Veneto Huerta y Herreros nos llevan por la Via Margutta, a Cinecittá recorremos las famosas fontanas de la ciudad y las nasoni, la fuentes que instaló el Ayuntamiento en 1874 para los transeúntes con un peculiar mecanismo para beber con elegancia. ¡Es Roma! Y la moda también tiene su capítulo. Y los perfumes que triunfaron en la década de los cincuenta. Y como Roma es cine, y su gran plató, había que dedicar un espacio al arte de los carteles de cine.
Máximo Huerta nos presenta a los protagonistas de esa ciudad-plató, Anita Ekberg, Audrey Hepburn, Sophia Loren, Pavese, Mastroianni, Antonioni, Pasolini y Roberto Cercelletta. Él no llegó a ser protagonista de la gran pantalla o dejar su impronta en el arte. Cercelletta fue quien se llenó los bolsillos con las monedas de la Fontana di Trevi durante 34 años hasta 1999 que prohibieron entrar en la fontana.
María Herreros nos retrata a la belleza italiana: Lucia Bosé, Gina Lollobrigida, Anna Magniani, Claudia Cardinale…
Mismo formato, mismo estilo, misma ilustradora, misma editorial. No sabemos si tendrá continuación, pero Máximo Huerta ha iniciado una serie de especie de guías culturales ilustradas que nos acercan a las épocas más gloriosas o características de grandes ciudades, como hasta el momento París y Roma.
Una guía personal y peculiar. O quizá un homenaje a una ciudad, a una época. Son guías que no marcan un recorrido establecido sino que recogen la esencia. Al mismo tiempo no les falta un detalle. ¿En qué guía turística nos hablan del olor de Roma, de los paparazzi, los carteles de cine, del Fiat 500 o de la serpiente de Bvlgari?Nada de textos impersonales o esquemáticos. Aquí se transmite el espíritu de la ciudad a través de su narrativa. Transmite emociones, júbilo, entusiasmo. Cuenta con lirismo a veces, y una prosa fluida las anécdotas y curiosidades de la ciudad. No es una guía, pero al mismo tiempo lo es. Es un recorrido ilustrado sobre los años en los que Roma era un plató de cine. Es un libro, o una guía, que te despertará las ganas de volar a Roma.
¡Viva la dolce vita! ¡Viva!
VIVA LA DOLCE VITA Máximo Huerta. Ilustraciones de María Herreros.Lunwerg, 2019.223 Págs. >Ver un fragmento del libro<Otros libros del autor - Aquí