La verdad es que en cualquier colectivo puede haber personas extravagantes, peculiares y exhibicionistas. Gente capaz de salirse de las normas, de contrariar al sentido común y de tomar decisiones incomprensibles.
Lo que ocurre es que cuando este colectivo debe tomar decisiones que afectan a los demás, esa “originalidad”, que en un universo ficticio podría ser hasta jocosa, puede resultar incomprensible y perjudicial, y causar daños irreparables que crean precedentes.
Así ocurre con algunos de nuestros queridos jueces y fiscales. Y hoy saltan a los medios de comunicación dos sentencias que son difícilmente comprensibles.
Una es la de un juez de Huelva, al que le llegó un caso de una ciudadana que en una cabalgata de Reyes fue herida por un caramelo que lanzó el Rey Baltasar desde su puesto de mando.
Bueno, pues el juez que podría haber sentenciado lo que fuera de una forma natural, de acuerdo a las pruebas y los daños, le da por hacer literatura bíblica, y llega a la conclusión de que no es posible juzgar al Rey Baltasar puesto que no se sabe de qué nacionalidad es y por lo tanto no tiene jurisdicción sobre él. Además, añade el juez, que el no puede ir contra un rey al que desde su niñez le profesa un gran cariño. Por último, habla de lo que se conoce como el “riesgo permitido”, alegando que no se puede concebir, una cabalgata de Reyes sin que se tiren caramelos, y eso entraña un riesgo que deben asumir los asistentes.
Gracioso y simpático el magistrado. Original y literario. Ahora me gustaría saber qué piensa la persona que presentó la denuncia ante esta chanza bíblica del juez.. Así es que, ya lo saben, si no quieren terminar con una lesión ocular no vayan a las cabalgatas de Reyes, y si van procuren que quien les produzca una lesión con un caramelo, tirado con mala leche, no sea un rey de procedencia incierta, y se le pueda juzgar.
El otro caso no es nada jocoso. Un individuo, con antecedente de malos tratos a su pareja, le dio un puñetazo y le rompió tres dientes. Pues bien, después de que ha sido probado que el espécimen había abofeteado a su mujer y le produjo esos daños, el forense aseguró que los tres dientes eran protésicos, por lo que el fiscal y la acusación decidieron pedir –en vez de cinco años que es lo que impone la ley como pena— la reducción de la pena a tres años y medio, al considerar que el perjuicio producido no era sobre piezas originales.
¡Hombres machotes del mundo! Ya sabéis. Si tenéis que pegarle a vuestra mujer o a vuestra pareja, procurad que sea sobre piezas postizas, una pata de palo, en la cabeza sobre una peluca, un seno de silicona; porque queda demostrado que lo original sale por un pico, mientras que lo postizo rebaja la pena.
Salud y República