El 19 de marzo de 1812, en nuestra capital andaluza de Cádiz, tuvo lugar uno de los acontecimientos políticos más importantes de la España Contemporánea, la promulgación de la Ia Constitución Española conocida popularmente como 'La Pepa'. De ahí que tengamos que reconocer que fue Cádiz el manantial de nuestras libertades. El sobrenombre de 'La Pepa' proviene de dos connotaciones: se promulgó el día de San José de 1812; y el hermano de Napoleón, José I, quiso proclamarse rey de España y lo motejaron 'Pepe Botella', por la desmesurada afición a la bebida que se le atribuía.
La Constitución no tuvo suerte y, realmente, sólo estuvo vigente un par de años, desde el 19 de marzo de 1812 hasta el 19 de marzo de 1814, con la vuelta de Fernando VII del cautiverio en Francia. Durante el trienio liberal (1820-1823) se reconoció su vigencia, pero no se llevó a la práctica su obligatoriedad. Más adelante, de 1836 a 1837, el gobierno progresista intentó de nuevo su reconocimiento, pero no duró ni un año. España estaba en manos de José I y los afrancesados, de manera que las juntas interinas estaban más preocupadas de organizar su oposición al candidato francés que a la vigencia de la Constitución.
El resto de los virreinatos españoles se encontraban en una nube de confusión y en un vacío de poder. La Constitución contenía leyes de gran calado: El sufragio universal masculino indirecto, la soberanía nacional, la separación de los tres poderes –legislativo, ejecutivo y judicial-, la monarquía constitucional, la libertad de imprenta y la libertad de industria, entre otras muchas cosas. Todo esto suponía estar en la vanguardia de las constituciones vigentes en el mundo.
Sin embargo, después de dos siglos de los avances que supuso aquella constitución de 1812, tenemos que reconocer que los regímenes posteriores no han estado a la altura de las circunstancias. La última constitución española de 1878, reconocida como una de las mejores de nuestra historia, ha sido ignorada, en algunos de sus capítulos más importantes, por los distintos regímenes políticos, más atentos a conseguir el poder y el beneficio partidista que el cumplimiento exacto de los artículos de la Constitución.
'La Pepa' debería servir para purificar nuestra memoria histórica y limpiar la actual Constitución de las corruptelas y de los corruptos que la han prostituido sin escrúpulos de ningún tipo. No hay una libertad de las conseguidas con 'La Pepa' y con la actual Constitución que no haya sido socavada con malas artes. Hoy, día 19 de marzo de 2012, los políticos deberían echar un vistazo a la Constitución de 1812 y entonar el 'mea culpa'. Mientras tanto, Cádiz lo celebrará con sus mejores galas.
JUAN LEIVA