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‘Viva Riva!’, la mafia del combustible en la R.D. del Congo

Publicado el 03 octubre 2013 por Maresssss @cineyear
in cineMUnDO / by Sergio Ceballos de la Torre / on October 3, 2013 at 7:25 pm /

band_RD CongoHoy nos acercamos un poco más a fondo al continente que más próximo tenemos y del que probablemente menos conocemos… Es fácil pensar que El Congo es un país, y es que, las continuas guerras hacen que cambien los nombres de los países o se dividan y se conformen otros que no existían. La región de El Congo ocupa un área de África central en la cual se encuentran la República del Congo y la República Democrática del Congo (país en el que Djo Munga realizó ‘Viva Riva!’, la película de hoy), este último país ocupa el lugar de lo que anteriormente se denominaba Zaire. Su producción de películas es escasa (aunque existente, sobre todo debido a coproducciones con países europeos), ya que los conflictos bélicos todavía quedan muy cercanos.

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Los temas universales de ‘Viva Riva!’ son bastante oscuros, y es que los aspectos que predominan durante toda la película son algunos de los que más despreciamos de los seres humanos: mentira, traición, avaricia, abuso de poder… El tema de fondo sobre el que se teje toda la historia es algo que se ha conocido en muchas culturas y ha tomado diferentes formas.

No es nada nuevo el asunto de acaparar un bien escaso para que se revalorice y se le pueda sacar más dinero: en esta historia, se trata de combustible para los automóviles, que escasea en Kinshasa, y quienes tienen acceso a su distribución lo retienen para que aumente su precio y puedan enriquecerse aún más a costa de quienes lo necesitan. En España (y en muchos otros países), se podría poner el ejemplo de los silos de grano que, en épocas en las que el mercado no estaba regulado, se empleaban como retenedores de dicho material para que aumentara su valor económico (en realidad su función es otra), dándose un caso muy similar al que se presenta en esta película.

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Aunque podamos pensar que los países con menos recursos (como este caso) no son capaces de estar a la altura técnica de producciones a las que nos acostumbran en nuestras salas, puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que este trabajo, con la limitación de recursos que posee y sin el apoyo financiero que supondría una gran productora, está bastante mejor realizado que la media de películas que llega a los cines españoles.

Pese a que la fotografía no destaca por su espectacularidad, sí que tiene muy buen tratamiento, sobre todo de las escenas oscuras, tan complicadas de cuidar para que no parezcan artificiales, y es que gran parte del desarrollo de la historia se da por la noche. Además, los movimientos de la cámara, que se dan en bastantes ocasiones (reforzando los momentos de acción y tensión), se llevan a cabo de una manera que no causan fatiga visual en el espectador.

La banda sonora es bastante apropiada, aunque la percusión con toques electrónicos para generar ese ambiente de mafia (sobre todo cuando aparece el malo malísimo) no me parece muy acertada (sólo la percusión habría conseguido ese objetivo); de todas formas, es de valorar el riesgo de buscar la mezcla entre el sonido más tribal con uno mucho más artificial, mostrando el director su apuesta por darle un aire fresco al conjunto para lograr cine de entretenimiento (y lo consigue).

El argumento tiene un planteamiento sencillo, aunque con varios personajes con cierta importancia, por lo que una historia en principio simple termina convirtiéndose en un ir y venir de secundarios (el título deja claro quién es el protagonista) que complejizan la trama.

Riva vuelve a Kinshasa, su ciudad natal, cargado de gasolina cuando escasea y tiene un altísimo valor, por lo que piensa hacer un gran negocio con su venta. Al llegar empieza a gastar dinero yendo de marcha a la discoteca, al prostíbulo, invitando a su amigo…

Conoce a una joven muy atractiva (Nora) y se obsesiona en ser su amante, aunque su novio sea Azor, un temido mafioso del lugar, pero no temido por Riva, que se cree invencible y superior al resto de sus paisanos.

Por otra parte, llega otra banda de violentos procedentes de Angola (de donde viene el protagonista) a la misma ciudad en busca de Riva y su cargamento. Parece que ya son suficientes ingredientes para una buena dosis de violencia, disparos y engaños, pero también hay que tener en cuenta el importante papel de una comandante del ejército, que, estando fuera de toda la operación, se ve involucrada para poder salvar a su hermana, a la que tienen retenida los angoleños.

No quiero desvelar el final, sólo digo que no esperen que los personajes coman perdices ni nada parecido.

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Los actores están correctos, sobre todo los principales, aunque hay alguno que, en ciertos momentos, sobreactúa y hace que su personaje pierda credibilidad (me refiero, sobre todo, a César, el jefe de la banda angoleña, siempre de blanco impoluto).

Hay un aspecto de la película que probablemente diga mucho del estado de la conciencia de género en dicho país, y es que todos los personajes masculinos con cierta relevancia, además de ser los más despiadados, parecen como gallos preparados para la pelea; su actitud chulesca y prepotente dejan al género masculino en un lugar poco apetecible (desde nuestro punto de vista); parece un continuo pulso para ver quién puede más (también es una postura bastante infantil).

Por otra parte, la muestra de que los personajes más bondadosos son mujeres (aunque no todas son así) y el hacer explícito un tema como el lesbianismo en este país, da buena cuenta de la posición del director con respecto al tema mencionado en el párrafo anterior, aspecto que dota de gran valor (en todos los sentidos) a Djo Munga, el realizador.

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No es una película para todos los públicos, aunque salga un niño. Y no lo digo por las escenas de sexo, me refiero más bien a la violencia, que está presente en formatos muy diversos y a lo largo de todo el metraje. A quien le gusten las historias de mafiosos, trapicheos e incluso de “femme fatale”… no puede perderse esta cinta negra (en todos los sentidos).


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