Entre el PSOE y el PP se han llevado 2.473.210 votos en las recientes elecciones autonómicas andaluzas. Ciudadanos, la marca blanca del PP, se ha llevado 368.559 papeletas. El 34,88 % del censo, 2.266.104 andaluces, se ha quedado en su casa, no ha votado. Si sumamos PP + PSOE + CIUDADANOS + ABSTENCIÓN caemos en la cuenta de que 5.107.873 andaluces no están dispuestos a que se produzca un cambio politico de calado, ni tan siquiera a que las fuerzas izquierda-derecha se compensen, prefieren que todo siga igual, y..... representan al 78,62 % del Censo Electoral. La izquierda andaluza, IU y Podemos, han conseguido 863.938 votos, el 13,30 % del Censo y el 21,50 % de los votos emitidos, todo un fracaso de la izquierda en una zona de España donde el paro bate récords históricos y la corrupción política que afecta al PP y al PSOE alcanza cifras mareantes. Curiosamente los votos obtenidos por la izquierda andaluza representan una cifra muy inferior al número de los desempleados andaluces (1.037.016 personas), a esto si que lo llamo yo !estar parado¡
Si nos fijamos en el número de escaños obtenidos por cada formación nos encontramos con que el PSOE suma 47, el PP obtiene 33, Podemos se hace con 15. C´s con 9 e IU con 5 escaños. Si tenemos en cuenta que el número de escaños del Parlamento andaluz es de 109, basta sumar para concluir que para nada o muy poco ha salido tocado el bipartidismo en estas elecciones, ya que entre PP y PSOE aglutinan el 73,39 % de los escaños. Muchos dirán que mi afirmación es falsa, pero lo que parece claro, lo cierto, al menos por ahora y a la vista de los resultados de las elecciones, es que en Andalucía o gobierna el PSOE o gobernará el PP, con pactos, sin ellos o en plan medio-pensionista, pero así es la realidad. Una realidad que es posible como consecuencia de la total deriva hacia el centro del PSOE y a la falta de unidad de la izquierda. Es más, llegado el caso, y como ya nos han advertido desde ambos partidos, no dudarán en formar una gran coalición. Son muchos años de ambos partidos en el poder, y muchas cosas inconfesables las que tienen que ocultar como para permitir que otros abran los cajones.
!Vivan las cadenas¡, vociferaban los absolutistas españoles al paso de Fernando VII, recién llegado de Francia para cargarse la Constitución de 1812. !Vivan las cadenas¡ fue lo que ayer el 78,62 % de los andaluces, y algunos sin darse cuenta, gritaron calladamente, unos frente a las urnas, otros desde sus casas.
La izquierda española tiene un problema y ese problema es precisamente su ideología y la etiqueta que la acompaña. En España ser de izquierdas está mal visto. En general se les mira mal. Lo de "rojos de mierda" sigue siendo la expresión más utilizada para definir a aquellos que se han comprometido con el objetivo de la igualdad. En España no nos gusta eso de la igualdad, tal y como el franquismo estableció "España es diferente" y los españoles formamos parte de ese todo, de esa España diferente e indiferente a los problemas que, una dictadura primero y una interesada transición después, grabaron a fuego en la piel de las clases trabajadoras. Lo de la justicia social nos suena a barricadas y las barricadas a guerra civil.
Ahora, sesudos analistas politicos se afanarán en explicarnos los resultados de ayer, en explicar lo inexplicable si lo abordamos desde la lógica. Los partidos politicos que han perdido escaños en el parlamento andaluz nos dirán que seguirán luchando para cambiar el voto en las próximas elecciones. Los ganadores se reunirán en sus sedes, para ver como explican a sus votantes que las promesas realizadas durante la campaña se llevarán a cabo "cuando se pueda". Se hablará de pactos, puntuales o permanentes, se sacará pecho de las victorias y se suavizaran las derrotas. Todos, sin excepción, evitarán reconocer el autentico fracaso que las recientes elecciones significan para los trabajadores, los desempleados, los pensionistas, los estudiantes... y para la izquierda.
La izquierda española seguirá inmersa en su sopa de siglas, en sus diferencias y en sus afinidades, así lleva desde 1931 y así nos ha ido. Matices sin ninguna importancia, exigencias infumables e inútiles, protagonismos, intransigencia y hasta fanatismo en algunos casos, son las causas de su desunión. Mientras tanto la derecha a los suyo...con el permiso del PSOE, ese partido accidentalista que ha renunciado a sus orígenes y al socialismo como principio politico.
No obstante siempre hay lugar para la esperanza. Tal y como hoy publica Jesús Maraña:
Se confirma un cambio de ciclo, y con él la necesidad de hacer política, de demostrar talla y capacidad de diálogo. Lo cual, contra lo que pretenden agoreros bien amarrados a viejos aparatos políticos o a poderes económicos o mediáticos, no tiene por qué identificarse con inseguridad o debilidad democrática. La imperiosa necesidad de convencer a otros puede fortalecer la democracia mucho más que la acostumbrada prepotencia de las mayorías absolutas o de una alternancia bipartidista supuestamente intocable."Talla y capacidad de diálogo", que bien haría la izquierda en proponerse como objetivo inmediato.
Ah!... y la República en el fondo del cajón, si en España ser de izquierdas resta votos, ser republicano, luchar por la vuelta de la República, ni os cuento.
Benito Sacaluga.