«Desde temprana edad nos enseñaron cómo se forma el cuerpo, sus órganos, sus huesos, para qué se usan, dónde se encuentran, pero nunca nos enseñaron de qué está hecho el alma», Mario Benedetti.
A menudo, no somos conscientes de todo lo que nuestras emociones iluminan u oscurecen a lo largo de nuestras vidas. Nadie nos ha enseñado cómo dominarlos, modificarlos o tenerlos en cuenta.
De hecho, parece que los olvidamos simplemente porque nos acompañan constantemente. Pero, ¿son realmente necesarios en la vida cotidiana?
¿Por qué son tan importantes las emociones?
Las emociones determinan nuestra relación con el mundo. Nuestra salud mental y nuestro bienestar personal se influyen mutuamente y dependen en gran medida de nuestra relación con el mundo, así como de las emociones resultantes.
Al nacer, no tenemos la capacidad de pensar, hablar ni planificar lo que haremos. Sin embargo, nuestras emociones nos permiten comunicarnos y determinar qué es bueno o malo para nosotros.
A través del llanto, la sonrisa u otro comportamiento rudimentario, entramos en una relación con el mundo y otros seres humanos. Por lo tanto, podemos concluir que nuestras emociones configuran nuestro paisaje físico, mental, social y animico.
¿Por qué es importante recibir educación emocional?
Las emociones nos proporcionan información sobre nuestra relación con el entorno que nos rodea. Sentimos alegría cuando las cosas van bien, tristeza o desesperación cuando todo sale mal, como cuando sufrimos una pérdida o cuando estamos amenazados.
Cada vez que sentimos una emoción , podemos desarrollar una serie de pensamientos a su alrededor, involucrando así nuestro sistema nervioso que prepara al organismo para la mejor respuesta posible.
Las emociones funcionan como un sistema de alarma que se activa en cuanto detectamos cualquier cambio en la situación en la que nos encontramos. Son recursos adaptativos específicos para los seres humanos que dan prioridad a la información más relevante para cada uno, activando así diferentes procesos que nos permiten dar una respuesta.
Durante la infancia, si a menudo estamos sujetos a emociones positivas, es más probable que desarrollemos una personalidad optimista, segura y extrovertida. Si las emociones negativas nos abruman con mayor frecuencia, se producirá el efecto contrario.
Por lo tanto, la educación emocional adecuada nos permitirá adquirir destreza para controlar mejor nuestros estados emocionales, reducir la cantidad de emociones negativas que nos atacan y aumentar la cantidad de emociones positivas.
En este sentido, podemos mencionar como ejemplo cómo resolver conflictos de manera afirmativa, cómo encarcelar una frustración a corto plazo para recibir una recompensa a largo plazo, o incluso cómo manejar nuestros estados de ánimo para motivarnos.
Los beneficios de la educación emocional
La buena educación emocional se compone de todo un proceso de aprendizaje en el que desarrollamos una cierta visión del mundo, de nosotros mismos y de cómo nos manejamos.
Además, cada una de las experiencias que vivimos está teñida de emociones, ya sean agradables o desagradables. Gracias a un control adecuado de nuestras emociones podremos:
– Elevarnos más rápidamente de la influencia de las emociones negativas.
– Adoptar una actitud positiva hacia la vida.
– Sea más optimista , evitando obviamente el exceso.
– Saber expresar nuestros sentimientos.
– Tener una autoestima realista .
– Presentar una capacidad de cooperación y una capacidad para resolver conflictos.