Revista Educación

Vive y deja vivir

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Vive y deja vivir

Vive y deja vivirHasta los dieciséis años mi formación académica se desarrolló en colegios católicos. Primero con monjas asuncionistas y luego claretianas. Por aquel entonces era complicado encontrar una formación de calidad en colegios públicos y mis padres, que siempre primaron la educación por encima de casi cualquier cosa, no tuvieron muchas opciones.

En mi casa sin embargo vi el aspecto religioso desde dos perspectivas distintas, puesto que mi madre era una católica convencida aunque no excesivamente practicante y mi padre era un rebelde que se convirtió al ateísmo como consecuencia de una época autoritaria y restrictiva. Tuve la fortuna de poder elegir mi forma de vida, aún a pesar de que estoy segura de que a mi madre le dí más de un disgusto al no casarme por la iglesia o al decidir, tras hacer la primera comunión, no seguir por la senda católica.

Que mi madre fuera, por encima de sus creencias religiosas, una mujer tolerante, fue clave en mi educación y en haber llegado a la conclusión de que aquello de 'vive y deja vivir' es una máxima que haría que el mundo fuera mucho mejor si muchos aplicaran. Desafortunadamente la tolerancia que mi madre practicaba no la aprendió de la iglesia en la que creía.

La Iglesia católica opina que la eutanasia 'no es la solución' al sufrimiento extremo y también cree que es adecuado impartir cursos para 'sanar espiritualmente' a los homosexuales. Y a mí que piensen esto, y dada la educación tolerante que mis padres me inculcaron, me parece perfecto. Allá cada cual con lo que quiera pensar, vivo y dejo vivir. El problema es que para la Iglesia esto no queda en un pensamiento, en una opinión. El problema es que la Iglesia apuesta porque no haya leyes que permitan que las personas que sufren de forma extrema puedan elegir irse de este mundo sin que un pobre hombre, para paliar el sufrimiento de su mujer, haya tenido que llevar a cabo una acción caritativa que le puede costar la cárcel. El problema es que transformen a adolescentes sin ninguna complicación más allá que la propia etapa que están pasando en adultos torturados por una 'terapia', ilegal por cierto, que pretende 'sanar espiritualmente' su tendencia sexual (ya aconsejó el papa el otro día en Salvados que los padres lleven a los niños a un profesional si ven 'cosas raras' hablando de homosexualidad).

Las consecuencias de esas opiniones de la Iglesia, se traducen, dada su influencia política, en enfermos sufriendo años dolor extremo o en adultos arrastrando durante mucho tiempo la convicción de que son enfermos por desear a personas de su mismo sexo. Y eso no es tolerancia, eso es imposición, eso es lo contrario a vive y deja vivir.


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