Hay una frase hecha de aquellas de toda la vida que viene al pelo en estos casos. Siempre se ha dicho aquello de “Vive y deja vivir” y en este caso igual va y podemos llegar a aplicarla en un país que se ha construido aunque no queramos verlo sobre unas raíces católicas y puede que por eso seamos como somos. ¿Qué vamos a hacerle? Somos mediterráneos, llevamos en el ADN una forma de concebir la vida y la muerte un tanto arcaica pero al fin y a la postre, los que no son amigos de la evolución nos podrán decir que es la nuestra, siempre ha estado uno en este valle de lágrimas “hasta que Dios quiera” y eso, en algunos casos puede ser una verdadera tortura china porque lo que nunca podrán negar es que hay veces en los que la vida ya no lo es y se transforma en un rosario de padecimiento para el que lo sufre y para los que lo rodean. Espero de todo corazón que no llegue nadie nunca a saber lo doloroso que resulta ver como un ser querido se apaga como una vela sin que nadie pueda hacer nada ni siquiera para mitigar el dolor del alma, te aseguro que el dolor y la impotencia te cambian los esquemas para siempre.
Igual es por eso por lo que muchos siguen erre que erre en aquello de que la vida es de Dios y a Él le pertenece pero no se acuerdan de lo de “No juzguéis y no seréis juzgados” o que en la especie humana debiera haberse implantado un chip soldado en mitad del corazón que hablase de humanidad, respeto o dignidad porque me parece que todavía quedan demasiados modelos que no lo llevan.
Todo esto viene a cuento de que seguro que sabes que el Congreso ha aprobado la toma en consideración de una Ley de Eutanasia, y esta vez sí puede salir adelante porque parece que contará con los votos necesarios. El asunto es que entre comisiones, votaciones, promulgación y toda la pesca la norma podría estar funcionando en la Seguridad Social antes del verano, muy a pesar de los que nos demostraron en el debate que eso de respetar al prójimo no es lo suyo. Ni siquiera si hablamos de un compañero de cámara porque la verdad es que se me cayeron los palos del sombrajo al ver nivel rastrero de algunos diputados que no dudaron en usar de diana al diputado Echenique , no se tú pero yo no me lo saco de la cabeza. No entiendo como semejantes cernícalos han llegado a esas bancadas.
El caso es que volvieron a oírse los argumentos de siempre, a favor y en contra con una novedad, más vergonzosa si cabe. El diputado del Partido Popular José Ignacio Echániz se desahogó diciéndonos en nuestra cara con la eutanasia se pretendía ahorrarse el coste de los ancianos porque son muy caros al final de la vida. Me quedé blanco, si el cerebro de esta persona razona únicamente así (se que por suerte no) el nazismo y sus remedios bestiales no han muerto del todo porque esa ausencia de tacto humano, hiela la sangre.
Al final todo parece que sea un problema de concepto, me explico. Con esta ley lo que se pretende es escuchar la voz de Ramón Sampedro, la de Angel Hernández y su esposa y las de tantos otros que no se han sabido. Se trata de crear el DERECHO, no el DEBER y ahí parece que esté el asunto. Con esta Ley se va a ofrecer el derecho a la muerte, jamás se va a obligar a nadie a morir y eso parece que no acabe de ser entendido por las personas de las bancadas que hasta ahora han negado la existencia del problema. Puede que no lo entiendan por sus convicciones religiosas en cuyo caso deberían sentarse a meditar sobre el asunto de las imposiciones y su tan manido “adoctrinamiento” o puede que no lo entiendan porque son así, “ordeno y mando” tanto que se creen con el derecho de poder decidir hasta la forma de morir o la agonía del otro (tampoco parece un comportamiento muy cristiano).
Sea por una cosa o por la otra resulta lamentable que ni siquiera un asunto que padecen miles de ciudadanos no pueda afrontarse de una manera respetuosa y racional para regular con todas las garantías posibles y claridad meridiana todo el procedimiento. Y más todavía si estamos hablando de sufrimiento, de la vida y de la muerte. ¿Es pedir demasiado que se lo tomen en serio?