Hay una frase hecha de aquellas de toda la vida que viene al pelo en estos casos. Siempre se ha dicho aquello de “Vive y deja vivir” y en este caso igual va y podemos llegar a aplicarla en un país que se ha construido aunque no queramos
verlo sobre unas raíces católicas y puede que por eso seamos como somos. ¿Qué vamos a hacerle? Somos mediterráneos, llevamos en el ADN una forma de concebir la vida y la muerte un tanto arcaica pero al fin y a la postre, los que no son amigos de la evolución nos podrán decir que es la nuestra, siempre ha estado uno en este valle de lágrimas “hasta que Dios quiera” y eso, en algunos casos puede ser una verdadera tortura china porque lo que nunca podrán negar es que hay veces en los que la vida ya no lo es y se transforma en un rosario de padecimiento para el que lo sufre y para los que lo rodean. Espero de todo corazón que no llegue nadie nunca a saber lo doloroso que resulta ver como un ser querido se apaga como una vela sin que nadie pueda hacer nada ni siquiera para mitigar el dolor del alma, te aseguro que el dolor y la impotencia te cambian los esquemas para siempre.
Igual es por eso por lo que muchos siguen erre que erre en aquello de que la vida
Todo esto viene a cuento de que seguro que sabes que el Congreso ha aprobado la toma en consideración de una Ley de Eutanasia, y esta vez sí puede salir 
El caso es que volvieron a oírse los argumentos de siempre, a favor y en contra 
Al final todo parece que sea un problema de concepto, me explico. Con esta ley lo que se pretende es escuchar la voz de Ramón Sampedro, la de Angel Hernández y su esposa y las de tantos otros que no se han sabido. Se trata de 
Sea por una cosa o por la otra resulta lamentable que ni siquiera un asunto que padecen miles de ciudadanos no pueda afrontarse de una manera respetuosa y racional para regular con todas las garantías posibles y claridad meridiana todo el procedimiento. Y más todavía si estamos hablando de sufrimiento, de la vida y de la muerte. ¿Es pedir demasiado que se lo tomen en serio?
