Revista Cultura y Ocio

Vives en las cintas que me grabaste. Rob Sheffield

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Vives en las cintas que me grabaste. Rob Sheffield
    " He encontrado esta cinta con la letra rizada de Renée en la etiqueta. ntuyo que la noche va a ser larga. Estamos solos Renée, las canciones que ella eligió y yo. Todas esas melodías me recuerdan a ella. No es la primera vez que hacemos esto. A veces nos contramos a oscuras y compartimos unas cuantas canciones. Es lo más cerca que estaremos de oir nuestras voces".
     Entre tanta modernidad mezclada con programas que nos recuerdan la música de otros tiempos, es difícil no fijarse en libros que prometen una pequeña mirada atrás a algo tan cotidiano como la música que suena en las emisoras de moda. Por eso es fácil fijarse en el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de Vives en las cintas que me grabaste.
     Conocemos a Sheffield totalmente marcado por la muerte de Renée Crist, su pareja, la mujer que se acercó al chico tímido que siempre había sido y compartió amor, vida y pasión por la música. Solo que Renée murió de una embolia pulmonar con 31 años tras haber compartido 5 años de vida con su marido. Aficionados ambos a la música que dejaron llenara sus vidas, Sheffield cuenta en este libro el amor que tuvo y perdió a través de la melodía de sus vidas dejando testigo no solo del dolor de sus recuerdos, sino también de una parte de la cultura de la época.
     A veces no nos damos cuenta de lo mucho que ha cambiado la vida en las últimas décadas y entonces llega algo que nos recuerda lo que para la historia sería un momento fugaz. Allá por el año ochenta y tantos, grabar una cinta era na declaración personal de gustos y de sentimientos hacia la persona a la que iba destinada la cinta, en el caso de ser un regalo. No existían los ipods y lo más parecido a una descarga ilegal de música era grabar una canción de la radio cruzando los dedos para que el locutor no hablara. Hoy suena casi a ciencia ficción hablar de algo así, pero en aquel momento las canciones se elegían con sumo cuidado y esas cintas eran trocitos de la vida de quien las preparaba.
     Cuando uno trabaja en una de las revistas sobre música más importantes del mundo, está claro que la música es importante para esa persona. Eso le sucede a Rob, y no nos sorprenderá que también le gustara la música a la que fuera su esposa. De hecho y como el propio Rob cuenta, ya en su primera cita la conversación derivó hacia la música por una canción elegida por el barman y ya en ese momento Rob le dijo a Renée que le grabaría una cinta. Esa sería la primera de las que compartieran juntos, sirviendo cualquier motivo para grabarlas, ya fuera dormir, viajar o lavar los platos, la música fue una constante de su vida. Lo que hace Rob en este libro es relatar su relación y con ella gracias a la música que les acompañó dar un reflejo de la cultura musical del momento que seguro gustará a los lectores de una cierta edad capaces de reconocerse en estos años noventa. De este modo, y partiendo del momento en que ya viudo encontró una caja con todas las cintas que grabaron, el autor deja un testimonio doloroso y honesto sobre su amor, relación y el terrible sentimiento de pérdida que le dejó la muerte de la persona amada. Una pérdida que  le llevó incluso a pensar que él padecía la misma enfermedad que ella tuvo y que ahora, pasados ya unos años, recuerda con la misma intensidad con la que la vivió. Y lo hace encontrando el equilibrio justo como para no perder a ninguno de los que serían los lectores potenciales de esta historia. Por un lado, es un libro que hará disfrutar a todos los aficionados a esa música de los años noventa que tan bien aparece reflejada en sus páginas, y por otro también a quienes acudan al libro para leer el testimonio de una relación perdida y, en ninguno de los dos casos, se verán saturados por la otra mitad de la historia.
     Rob abre cada capítulo con una cinta y cada cinta está llena de canciones, y de ese modo, con algo tan habitual como las canciones que van sonando en nuestra vida aunque no nos paremos a escucharlas detenidamente, consigue una corriente de empatía con el lector. Un sentimiento que se va afianzando a medida que leemos el testimonio de Rob en un libro cercano y a ratos casi entrañable que consigue despertar ese sentimiento nostálgico de quienes reconocen aquella costumbre de recopilar sus canciones en las cintas grabadas.
     Vives en las cintas que me grabaste es la historia de un amor con y sin la pareja al lado y también la historia del amor de una pareja por la música que les acompañó durante su vida. Un libro que he disfrutado mucho más de lo que esperaba.
     Y vosotros, ¿os dejáis llevar por la nostalgia cuando encontráis este tipo de referencias en las novelas?
     Gracias.

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