OBRAS
VIVIENDA T · 9/3/2020
La técnica de compactar tierra húmeda arcillosa dentro de un encofrado y con ello erigir un elemento de separación espacial, parece ser la lógica más pura y más directa para producir una habitación: material natural local, muro portante, envolvente sólido, masa térmica, forma monolítica, homogeneidad y cohesión material.
Tamizado de las arenas. Fotografía: Mechthild Kaiser
Todo eso genera estética, desde su sencillez, humildad y honestidad hasta su fuerza de expresión. Ganar experiencia en esta técnica hasta culminar en una casa completa de tierra apisonada ha sido origen y motivo para este emprendimiento, desde la conceptualización del proyecto hasta la finalización de la obra. La inspiración vino del gran patrimonio arquitectónico de tierra en el Valle de Cinti (Chuquisaca, Bolivia), bodegas de vino y singani, haciendas e iglesias. Aun en ruinas, o tal vez justo por ello, expresan hasta hoy el espíritu emprendedor y productivo de su tiempo y lugar, reflejo indudable de su entorno natural espectacular. Las ruinas en su forma pura, cuentan su historia, pero también transmiten mensajes a nuestro mundo contemporáneo.
Construcción de la cubierta. Fotografía: Mechthild Kaiser
La casa forma parte de un conjunto de construcciones existentes en un terreno grande con parcelas agrícolas y un bosque de eucalipto, que colinda con el rio Guadalquivir por el lado este y con el pueblo de San Lorenzo por el lado oeste. Su uso es habitacional. El lugar ofrece un entorno completamente natural apto para un disfrute activo y/o pasivo, para la vacación o para el tiempo de la tercera edad.
Vista exterior de la vivienda. Fotografía: Mauricio Méndez
La parcela de la casa es cuadrada y fue recortada de un sembradío de maíz, una “Chacra”; un camino de acceso la separa del bosque de eucalipto. La dinámica principal del volumen es en sentido norte – sur, las ventanas principales se sitúan al este y al oeste.
Vista exterior de la vivienda. Fotografía: Mauricio Méndez
La estructura habitacional coincide con la estructura portante. Los muros de Tapial de 36 cm de grosor se ejecutan en forma de U, con sus dos esquinas garantizan una estructura fuerte y rígida. Cada esquina fue tapiada en una sola fase de trabajo, sin juntas. Para la formación de la planta se erigieron cinco de estas Us, dejando vacíos entre ellas, los cuales permiten la transición espacial, la ventilación cruzada y la iluminación natural. Cuatro muros libres de Tapial articulan y extienden este volumen compacto, lo clavan a la tierra en sus puntos extremos y definen las zonas intermedias entre interior y exterior.
Vista detalle de la estructura de la cubierta. Fotografía: Mauricio Méndez
Cimientos y sobrecimientos corridos de hormigón compactado y una viga anular de hormigón armado conectan todo en sentido horizontal. El objetivo del primero es elevar el muro de tierra por encima de la zona de humedad, el segundo cumple además la función de dintel para ventanas y puertas.
Acceso. Fotografía: Mechthild Kaiser
El cuerpo solido central da referencia a las casas tradicionales, las extensiones hacia el espacio exterior son interpretaciones de patio y galería como distintivos de la vivienda rural. Todo eso se encuentra en un contraste sorprendente con los muros de tapial. Su forma geométrica perfecta que muestra al mismo tiempo una superficie llena de vida provocada por sus irregularidades naturales. La estructura horizontal de la tapia resulta del proceso particular de apisonar la tierra en capas. El color y la textura de la superficie resultan directamente de la mezcla de la tierra y la arena gruesa y fina.
Vista del interior. Fotografía: Mechthild Kaiser
La tecnología del tapial es muy laboriosa y requiere de disciplina y precisión en el trabajo, sin embargo este proceso se compensa con el bajo coste de la materia prima, un mínimo impacto para el medio ambiente y grandes resultados al finalizar la obra.