A veces nos encontramos con espacios y vidas casi perfectas en las redes sociales. Imágenes, que distan de la realidad, que no nos enseñan el caos o el día a día, o que se empeñan en frustrar los sueños pensando que nunca seremos capaces de conseguir algo así. Viviendas familiares de diseño, casas sin apenas armarios donde viven 8 personas y un perro, o mañanas y desayunos de lo mas pintorescos, sin haberse pasado mas de 5 minutos en la cocina.
Esa realidad que nos gusta admirar, pero que no debe de condicionarnos. Somos imperfectos… ¿y que?. Por eso hoy, quizás no se si en cierto modo o no, he sentido que la vivienda me parece mas real de lo habitual. Familiar, cotidiana y vivida.
Sencilla, sin demasiado artificio, pero que nos quiere mostrar lo justo, lo presentable, obviando ese punto muerto de la imagen, que refleja que en el… existe la imperfección.
Un lugar con mucha luz, detalles que hacen ver que de los defectos sacamos una parte de provecho, y que sin llenar demasiado el espacio, conseguimos también un hogar cálido.
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