Revista Opinión

Viviendo la “Cidade Maravilhosa”

Publicado el 15 mayo 2018 por Carlosgu82

Viviendo la “Cidade Maravilhosa”

  Río de Janeiro  es por lejos uno de los destinos que más me atraparon durante mis viajes.  Soy argentina, y cuando decidí conocer Brasil quería embeberme en la cultura carioca. Por eso elegí Río. Parecía la mixtura perfecta entre naturaleza salvaje y una ciudad cosmopolita. ¿Cómo podía ser mejor? Dos días antes de partir, escuché noticias desalentadoras: Río se había vuelto extremadamente peligroso debido a los enfrentamientos entre narcotraficantes. Para controlar la situación, el presidente había decretado una intervención militar en toda la ciudad. Mucha gente me dijo: “No vayas allí. Hay tiroteos en las calles y varios turistas han sido asesinados. Ve a otro lugar”. Aunque estaba atemorizada, me mantuve firme en mi decisión. Mayor el riesgo, mejor la experiencia, ¿verdad?

Soy una convencida de que para sentir la cultura de un lugar, es mejor viajar por cuenta propia, sin contratar paquetes ya armados. Así que con mi novio, mi incondicional compañero de aventuras, partimos en bus de línea hacia la Cidade Maravilhosa. Después de un día entero de viaje, llegamos a destino. ¿Cansador? Por supuesto. ¿Emocionante? Más aún.

Primer día: Flamengo y Catete

Llegados a la Rodoviaria, la estación de buses, tomamos un taxi hacia nuestro hotel. Los taxis legales se reconocen porque son amarillos. Uber es otra opción para moverse en la ciudad. Nos alojamos en Catete, en pleno centro de Río de Janeiro. Catete es muy seguro y van a encontrar variedad de tiendas, supermercados y locales de comida rápida. Además, cuenta con estación de metro. ¡Verdaderamente se siente el frenesí carioca allí! Se pueden conseguir alojamientos económicos y confortables desde 120R.

Después de acomodarnos, caminamos hacia la tranquila Playa de Flamengo, a apenas unas cuadras del hotel. La gente estaba haciendo ejercicio, corriendo, jugando a la pelota. Todos disfrutando de la tarde del sábado. Un clásico: caminar por la arena bebiendo refresco de agua de coco. La playa en sí era tranquila pero hermosa, con el Pan de Azúcar recortando el horizonte. Lo que más me sorprendió fue la limpieza del lugar: nadie tira ni un solo papel a la calle. ¿Dónde estaba todo el peligro del que me habían advertido? La verdad, estaba tan relajada que ni siquiera me acordé de eso.

Por la noche, fuimos a conocer el bohemio vecindario de Lapa, corazón de la vida nocturna. Lleno de bares y pubs, es el lugar perfecto para disfrutar la noche en Río. Sin embargo, aquí pudimos ver también el otro lado de esta gran ciudad: numerosos indigentes durmiendo en las calles. Este contraste me impactó: por un lado, discotecas donde todos bebían y se divertían. Por el otro, gente sin hogar apiñada en las veredas, indiferentes a la gran fiesta a su alrededor. Me sorprendió porque ninguno de ellos pedía dinero. Estaban leyendo y tratando de vender o intercambiar libros. Esta imagen me sorprendió: la lectura parecía una prioridad para ellos. En ese momento, no pude dejar de admirar una vez más al gran pedagogo brasilero Paulo Freire. Su ideal de liberación estaba vivo y ardía en los ojos de esas personas.

Segundo día: Selva y Playa

Durante la mañana, visitamos dos espacios verdes de Río donde se concentra la exuberante mata atlántica: el Parque Lage y el Jardín Botánico. Ambos lugares están muy bien preservados, y la naturaleza que resguardan se presenta en todo su esplendor. El Parque Lage es un espacio público, donde resalta un palacio de estilo romano rodeado por el bosque subtropical. Inspirado en las villas europeas, esconde pintorescos jardines flanqueados por cavernas subterráneas y grutas con acuarios enclavados en la roca misma. Caminar por el parque es perderse en medio de un bosque encantado, ideal para practicar senderismo y organizar sesiones de fotos. El Jardín Botánico es el hogar de distintas especies de flora y fauna que provienen de distintas áreas del Amazonas. La entrada es de 15R y los visitantes pueden quedarse todo el tiempo que deseen. Desde Catete, se puede llegar a ambos lugares tomando el metro. Cuesta 3R y es una opción rápida y segura para alcanzar distintos puntos de Río.

Por la tarde, visitamos las famosas playas de Leblon e Ipanema. Una vez más, nos encontramos con una mixtura de razas y clases sociales: indigentes recolectando latas, vendedores callejeros ofreciendo sus coloridos productos y niños fumando marihuana. Aunque las playas estaban llenas de gente, fácilmente se encontraba un lugar tranquilo donde quedarse. ¿Nos sentimos inseguros? Ni por un instante. Nos habían advertido que había muchos robos en la playa. Afortunadamente, no tuvimos ningún problema. Creo que mucha gente teme visitar Río de Janeiro porque piensan que es una gran favela. SI han visto la famosa película “Ciudad de Dios”, no olviden que los escenarios del film pertenecen casi en su totalidad a las favelas que están ubicadas a más de 30 kilómetros de la zona más turística de la ciudad. Leblon, Ipanema y Copacabana son vecindarios elegantes donde todos parecen pasarla bien. Imperdible: las deliciosas caipiriñas en la playa  y el imponente atardecer en el mirador de Copacabana.

Tercer día: Visita acuática y Aventura

Iniciamos el día visitando el AquaRío, el acuario más grande de Sudamérica. En el camino nos perdimos y terminamos en medio de una favela pacificada. La encontramos muy parecida a un barrio humilde de Argentina. La gente era muy amable y nos ayudaron a ubicarnos. Almorzamos en un bar pequeño: hamburguesas y el mejor jugo de maracuyá que probé en mi vida. ¿Escuchamos disparos o vimos tiroteos? No. ¿La gente estaba encerrada bajo siete llaves? Para nada. Después del refrigerio, llegamos al acuario. Simplemente asombroso. Ubicado en la zona portuaria, este espacio alberga variedad de especies marinas de distintos mares del mundo. Acompañado de videos informativos, el acuario fue creado con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de preservar los ambientes marinos El tanque principal es imperdible: los visitantes descienden a través de un túnel que atraviesa el tanque, con la impresionante vista de tiburones, rayas y variedad de peces. Se escucha música suave a lo largo de todo el recorrido, lo que lo vuelve una experiencia absolutamente relajante.

Después de salir de la tranquila atmósfera del acuario, necesitábamos un poco de aventura. Optamos por hacer trekking en el morro de Urca, un cerro muy próximo al Pan de Azúcar. Al llegar a la cima, se aprecian maravillosas vistas de todo Río. Ésta es una excelente opción para los que no quieren gastar demasiado en la excursión que te lleva al Pan de Azúcar. Regresamos por el mismo sendero hacia la playa situada a los pies del morro: la hermosa playa Vermelha. A diferencia de Ipanema y Copacabana, esta playa es pequeña y poco concurrida, ideal para los que prefieren un ambiente un poco más tranquilo. Fue el cierre perfecto para un día agitado. Regresamos al centro a pie, degustando unos salgadinhos calentitos.

Para cerrar, me gustaría resaltar los aspectos que más me sorprendieron de Río de Janeiro:

  • La conciencia ambiental: los habitantes de Río ayudan a mantener la limpieza de la ciudad día a día. Además, la legislación es muy estricta al respecto y existen multas para quienes ensucian la vía pública y los espacios verdes. La flora y fauna local también son valoradas y protegidas. La gente entiende muy bien que de la protección del medio ambiente depende su calidad de vida.
  • El respeto hacia las mujeres: muchos me dijeron que en Brasil predominaba una cultura extremadamente machista, y que debía ser cuidadosa para evitar el acoso callejero. En mi experiencia personal, los hombres brasileros eran muy respetuosos. En ningún momento fui acosada verbalmente ni observada. Noté que todas las mujeres eran tratadas de la misma manera, pudiendo andar tranquilas por la calle sin temor a ser perseguidas o agraviadas.
  • El concepto de femineidad brasilero: me encantó la actitud de las mujeres brasileras. Todas ellas parecían muy seguras y orgullosas de sí mismas. En las tres semanas que pasé recorriendo Brasil, jamás vi una mujer sumisa. Todas expresan sus opiniones en voz alta y lucen extremadamente decididas. Son firmes defensoras de la igualdad de género, y esta convicción ciertamente las empodera.

Para finalizar, si están planeando visitar Río de Janeiro, no duden. Estén listos para sumergirse en la rica y variada cultura carioca. ¿Precauciones? Las mismas que tomarían en cualquier otro lugar: cuidar sus pertenencias en la calle y no transitar por lugares poco concurridos durante la noche. Por cierto, anímense a probar la comida rápida brasilera: cozinhas, salgados, batidos de acaí y jugos frutales hacen honor a la mixtura de sabores y colores que representan Río de Janeiro. Aunque sólo estuvimos tres días en esta maravillosa ciudad, fue una experiencia inolvidable. La Ciudad de Dios es definitivamente un destino al que volvería sin pensarlo.


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