VIVIENDO LAS PRUEBAS Más importante que la construcción externa y la vida de los vehículos humanos es la fortaleza que se erige en el interior del ser. La Morada se asienta sobre roca, no sobre arena. Los vientos y las aguas no pueden abatirla. Jesús pasó 40 días en el desierto, en soledad. Fue tentado, y venció las pruebas que se le presentaron. Solo después llevó al mundo la energía que le correspondía irradiar. En los planos sutiles hay vida intensa y realidad potente listas para manifestarse en la superficie del planeta. Cuando el individuo establece conexiones con la energía de esos planos, en él emergen las fuerzas humanas que necesitan ser transmutadas para que puedan consolidarse interacciones más profundas. En el camino de un ser, es importante que él cumpla lo que le es indicado, que no se aferre a etapas vividas anteriormente y a sus consecuencias. En realidad, las Jerarquías cuentan con el potencial interno del ser, que será dinamizado si sus pasos fueren asumidos. Este potencial existe, y no depende de las limitaciones que el ser pueda presentar externamente. Estar en silencio y reverencia ante la Vida Única, sin confundir el propio proceso con el de los demás seres, trae claridad sobre la actitud que se debe tener en cada momento. El verdadero camino es recorrido en los universos internos del cosmos. Es también esencialmente solitario, pues se dirige al Único. Al alcanzar fases de mayor madurez, precisamos estar preparados para el silencio y la soledad. Especialmente en estos tiempos, muchos puntos facultativos positivos se están manifestando en la vida de los individuos rescatables que se disponen al cumplimiento del Plan Evolutivo. Cuando realmente el ser se dirige a la meta, auxilios extraordinarios le salen al encuentro. Sin que necesite interferir en ese proceso con su esfuerzo consciente, las limitaciones de sus cuerpos pueden ser transmutadas. La entrega es para él la única senda segura. Fuente: A los que Despiertan, de Trigueirinho