Revista Opinión

Vivir debajo de un puente

Publicado el 26 noviembre 2019 por Carlosgu82

CAP. 5 VIVIR DEBAJO DE UN PUENTE

Esas palabras me las he repetido muchísimas veces en mi interior, para mis adentros. Pero también se las dije a mi madre.

Hace muchos años estaba en paro, (como en tantas ocasiones), me salió un trabajo, lejos de donde vivía, (75 km). Yo tenía coche, también tenía muchas ganas de trabajar. En mi mente se abrió la esperanza de volver a independizarme.

Ese trabajo se consumía mucho del sueldo que ganaba, 60 min. De volante, llenado el tanque de gasolina cada 3,5 días, pagar peaje ida i vuelta por autopista, pero yo estaba conforme, pues como he dicho, veía una puerta que se abría en el horizonte para tener mi vida independiente de casa.

Mi madre ya estaba enferma, mi padre había muerto 6 meses antes. Era complicado, sí, pero yo quería trabajar, (lo mismo que quiero ahora). Se hicieron los arreglos oportunos de tener a una persona cuidando a mi madre durante el día. Yo, al principio, durante 6 meses estuve yendo y viniendo cada día del trabajo a casa y viceversa, así que por las noches estaba con mi madre  y durante los fines de semana y fiestas que hubiera entremedias, siempre acompañándola. Sin poder hacer nada de nada más durante los días laborables ni los festivos.

Después, cansada de invertir cada día horas en la carretera, más gasto de gasolina, más gasto de peaje, decidí que darme por los alrededores de la población donde trabajaba.

Como eran los años del BUMMM hipotecario, me concedieron una hipoteca y compré un piso.

En esos días, esporádicos, estuve un poco feliz, pues estaba independiente, viviendo en mi propia casa.

Además de la cuidadora de día y, por muchas casualidades, mi tío vivía en el mismo edificio, encima del piso de mi madre. Así que él estaba pendiente de “noche” en lo que cabe. Pero mi vida todavía giraba alrededor de mi madre, pues iba un día completo a la semana para estar con ella, ya que el otro lo tenía que invertir en limpiar y fregar, como todas las amas de casa.

Después de año y medio me quedé sin trabajo. Tenía una hipoteca que pagar y pensé, ¿cómo lo hago? ¿Qué voy a hacer? Volví a casa, aun teniendo el piso montado con todo lo que uno necesita para vivir. De momento tenía el cobro del paro, pero eran tan altas las hipotecas en aquel entonces, que era lo comido por lo servido. Pero vino el día en que se terminó el cobro. Me salieron algunos trabajos pequeños y con mucho esfuerzo. Al cabo de pocos meses encontré lo que parecía la salvación a mis problemas de pago, pues el trabajo que me salió parecía o daba la sensación de ser estable.

Poco me imaginaba y que no iba a ser así. De la noche a la mañana volví a quedarme sin nada y volví a pensar, ¿cómo voy a pagar?

Mientras tanto, durante este corto periodo de tiempo, mi tío que también ayudaba a cuidar a mi madre, se enfermó y también se durmió en la muerte.

No tenía trabajo, no tenía ayuda, no tenía nada y pensaba me tocará vivir debajo de un puente. Pero mi madre estaba allí para ayudarme, aunque también se podría decir, “estábamos las dos para ayudarnos mutuamente”. Ella necesitaba de mí para que la cuidara y yo necesitaba de ella para comer y tener un techo y una cama donde dormir.

Todavía tenía el piso, pero sin trabajar y con los intereses anuales, (aunque he de decir que me concedieron un año sin pagar, aunque luego tenía que pagar los intereses de todo ese año), al final no pude resistir más y el banco se quedó la propiedad, (como a mucha gente le ha pasado).

Todavía podía comer, comprar, vivir y cuidar a mi madre. Eso me ha permitido que durante todos estos años pudiera tener una vida “normal”, normal como vida, pero no como persona que tiene que relacionarse, conversar, tener amistades, y muchas cosas más.

El problema gordo viene ahora, sin trabajo, sin casa, sin tenerla a ella, ahora sí que voy a tener que vivir debajo de un puente. Cada día lo veo más próximo y más real, todo depende del trabajo que pueda encontrar y por el cual me voy a esforzar hasta el 31 de diciembre.

¿Por qué hasta esa fecha? Es el margen que me he puesto para no tener que volver de donde salimos hace justo medio año. Pero con el inconveniente de que ella ya no está, de que la casa donde vivíamos no podré utilizarla, por otras cuestiones. Así que me pregunto, ¿para qué quiero moverme de aquí y pagar un traslado de muebles y todo lo que nos trajimos aquí si allí tampoco podré tenerlos en ninguna parte pues no hay posibilidad?

Como he dicho, lo único que me queda es ponerlo todo debajo de un puente y esperar a que me lo vayan quitando todo, hasta la vida, pues no te puedes fiar de nadie que está en esas mismas circunstancias.

Siempre me he preguntado ¿qué hace que “los vagabundos” los que vemos en las calles, que llevan a cuestas todo lo que tienen y que en algún punto del calendario quizás no muy lejano fueron personas con su trabajo, su casa, sus familiares y que en cualquier momento se tumbó todo del revés y ya no pudieron levantar cabeza?

Estas personas, estoy segura de que algún pariente tenían, y digo tenían porqué aunque todavía los sigan teniendo ya no es lo mismo, una vez han empezado ese trayecto de su vida ya no pueden volver atrás, no saben, no tienen ganas, les da igual todo, los familiares, pocos o muchos que hayan tenido. Se olvidaron de ellos, no les ofrecieron su ayuda, quizás ni siquiera le preguntaron o se interesaron, pensarían, ya puede valerse por sí solo, es una persona adulta……

Y esa vida sigue viviendo debajo de un puente, lo que pienso que me espera a mi dentro de muy poco tiempo.


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