Revista Psicología

Vivir decentemente

Por Gonzalo

Si te tomas la molestia de buscar el término vivir asociado a decentemente, verás que hay un buen número de entradas que se inclinan por lo económico. Es decir, vienen a ratificar la impresión de un buen número de personas, según la cual es imprescindible contar con unos ingresos mínimos, a partir de los cuales se puede aspirar a la decencia. Nada que oponer, puesto que a partir de la independencia económica se puede aspirar a la plenitud del término: Participar, tomar parte, estar presente, tener el placer, la alegría, estar vivo, gozar y disfrutar de los placeres de la vida, mantenerse o ganarse la vida, no preocuparse del porvenir…. No es verdad que la indigencia haga libre a nadie.  Lo del hombre feliz no tenía camisa no pasa de ser un cuento oriental, como muy bien saben los ricos.

Hubiera podido titular este escrito de otra forma. Por ejemplo, vivir dignamente. Pero me temo que estaríamos en las mismas. Parece ser que hay un número significativo de personas que asocian dignidad a “poder adquisitivo”, y en estas recuerdo un debate, hace de esto mucho tiempo, en el que un joven, cuyo nombre no recuerdo y por tanto no puedo ofrecer datos de su posterior evolución vital, le decía al entonces líder del PC (Partido Comunista), Santiago Carrillo, que con la dignidad no se come. Tenía muy claro esta persona que lo primero es lo primero. Y comer, alimentarse, aunque sea sin dignidad, es más importante que morir de inanición. Nada que ver con aquella célebre frase del Che Guevara: Es preferible morir de pie que vivir de rodillas. Ya digo que no recuerdo el nombre de aquél joven, hoy, seguramente, un político,  gran empresario, gurú financiero, etc. de esos que piden sacrificios para salir de la crisis. Seguramente cree que su frase, (con la dignidad no se come), tiene más vigencia y está más arraigada en la mente de la gente que la del Che: Es preferible morir de pie que vivir de rodillas”.


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