Podría afirmarse (con ciertas reservas, por supuesto) que una persona de la Edad Media vivía, por así decirlo, dos vidas: una que era la "vida oficial", monolíticamente seria y sombría, sujeta a un estricto orden jerárquico y llena de terror, dogmatismo, reverencia y devoción; la otra era la vida en la plaza del carnaval, libre e irrestricta, cargada de risas ambivalentes, la blasfemia, la profanación de todo lo sagrado, llena de degradación y de obscenidades, en familiar contacto con todos y con todo. Ambas vidas eran legítimas, pero estaban separadas por estrictas fronteras temporales.Bajtin, M. [1984] Problemas de la poética de Dostoievski. Minnesota