Ya pasó una nueva Diada. Como no podía ser de otra manera, (bastante) multitudinaria. Es fácil imaginar que, durante esta semana, los diferentes medios comenzarán a dar su particular baile de cifras. Para los medios de Cataluña, obviamente, habrá ido poco menos que Cataluña entera e incluso más gente. Para los medios españoles, apenas habrán ido cuatro gatos. Para bien o para mal, es algo para lo cual ya estamos acostumbrados. Ayer mismo por la tarde, en uno de los dos únicos momentos en los que puse la televisión a lo largo de todo el día para seguir el evento (si entre ambos momentos llegó a los cinco minutos quizás me sobra alguno) ya estaban dando un pequeño gráfico con las diferentes versiones de la gente que había ido. Como era de esperar, cada uno tiraba para lo suyo. Es fácil imaginar que para gente como Pilar Rahola, este acto no ha sido otra cosa que un paso más hacia la independencia de Cataluña, la cual será más pronto que tarde. Ya en los días previos se hablaba de que el año que viene ya no será necesaria esta manifestación porque ya seremos independientes.
Pero, para bien o para mal, mucho me temo que gente como la citada Rahola u organizaciones como la ANC (Assossiació Nacional Catalana) van a tener que seguir haciendo manifestaciones durante una buena temporada, porque el gobierno español va a repetir lo mismo que Pedro Sánchez le lleva repitiendo a Mariano Rajoy estos últimos meses: «No, no y mil veces no». Los argumentos volverán a ser los mismos que los que se han repetido hasta la saciedad estos últimos años: Que si la unidad de España, que si la Constitución dice que todos somos «españoles y mucho españoles», y tal y cual, Pascual. Vamos, que por muchos que unos u otros quieran, los unos no dejarán de manifestarse y los otros no dejarán de decirnos que los catalanes son tan españoles como los andaluces o los castellanos.
En otras palabras, que nos podrían poner las manifestaciones de otros años y me parece que más de uno no se daría ni cuenta. Al menos en mi caso, debido a que tampoco suelo hacer maratones televisivas independentistas cada 11 de septiembre, pues me podrían poner lo que montaron hace cinco o seis años y puede que ni me enterase que era de aquel año, a no ser que enfoquen a Artur Mas. Para bien o para mal, salvo estos detalles, vivir una Diada es como vivir en el día de la marmota, a lo cual Bill Murray estuvo condenado a hacer en la película «Atrapado en el tiempo».
Y es que, visto lo visto, está claro que la única manera de que Cataluña sea independiente es liarla parda como han hecho otros muchos países a lo largo de la historia. Uno de los más famosos es Estados Unidos, quien no dudó en levantarse en armas contra el Imperio Británico. Irlanda siguió sus mismos pasos casi siglo y medio después. Y la India, de mano de Gandhi, aunque no hizo ninguna guerra armada, también la lio bien hace unos setenta años. No es que quiera dar ideas, pero quizás, la mejor manera de ser independientes no es hacer manifestaciones una vez al año, la cual se espera de igual manera que se espera que el día de fin de año se den las campanadas desde la Puerta del Sol de Madrid.