Vivimos en una Monarquía Parlamentaria (Art. 1.3 Constitución española) aunque curiosamente, en términos generales suele ignorarse en qué consiste este sistema. Es muy normal en España utilizar erróneamente códigos y vocabulario de sistema presidencialista, en círculos políticos y periodísticos seguramente por una mezcla de mala fe e ignorancia y en círculos ciudadanos, redes sociales, blogs, etc, seguramente sólo por la segunda causa.
Es normal escuchar a ciudadanos de toda España decir que votaron a Rajoy o a Rubalcaba, por nombrar sólo a los dos candidatos principales de las últimas elecciones generales. Lo anterior solamente podría ser válido, y esto es discutible, para votantes de Madrid, circunscripción por la que se presentaron ambos candidatos. Lo normal es que en provincias distintas a Madrid, la gente no sepa nombrar a quienes ha votado puesto que sólo han elegido una papeleta con una serie de nombres que probablemente no recuerda, y que ha identificado exclusivamente por el logo que encabeza la papeleta, síntoma inequívoco de la falta de verdadera democracia de nuestro sistema.
También los políticos cabeza de lista por Madrid suelen presentarse como candidatos a Presidente del Gobierno, cuando en realidad siendo rigurosos y respetuosos con los procedimientos constitucionales, tenemos que saber que solamente son candidatos a diputados, y que conforme a los resultados de las elecciones y a las conversaciones entre las diferentes listas, es el Rey quien nombra un candidato único, y los diputados votan si lo aceptan como Presidente del Gobierno, o no. Presentarse como candidato a Presidente del Gobierno en unas elecciones generales, hilando fino, podría ser una falta de respeto al Rey y al procedimiento consagrado en la Constitución.
Lo mismo sucede en las elecciones para la Presidencia de las Comunidades Autónomas. Lo que realmente estamos haciendo en un "proceso electoral" autonómico sólo es refrendar la lista previamente confeccionada por un partido, que contiene aspirantes o candidatos a diputados autonómicos. Luego son ellos los únicos que realmente votan a un candidato.
Suele también ser común cometer el mismo error en las elecciones de Alcalde. En este tipo de comicios tampoco los ciudadanos votamos a un candidato para alcalde. Solamente elegimos una lista cerrada que como mucho, siendo consecuentes con nuestro sistema, son candidatos a concejales. Son éstos, los concejales, los que tienen la atribución para elegir alcalde, siendo candidatos todos los concejales cabezas de lista. Los ciudadanos no participamos de este proceso.
En el proceso "electoral" en que realmente los ciudadanos no tenemos ninguna intervención es en el nombramiento de diputados provinciales. Es la Junta Electoral la que distribuye entre los partidos los puestos que corresponden a cada uno conforme a los resultados de las elecciones municipales, y son los partidos los que nombran sus diputados. Luego, los diputados provinciales eligen a su presidente.
Como podemos apreciar, los ciudadanos hemos sido despojados de la capacidad de elegir directamente a nuestros gestores públicos. Y tanto nos han hurtado esta posibilidad que los cargos pasan a ser propiedad de los partidos, no de las personas. La prueba está en que si alguien, tanto en Cortes como en Ayuntamientos dimite, fallece o se incapacita para seguir ejerciendo, no son los ciudadanos, son los partidos los que tienen la potestad de nombrar al reemplazante, eligiendo al siguiente de la lista electoral correspondiente. Lo correcto sería elegir al siguiente candidato con más votos, pero debido a que votamos una lista cerrada, es realmente imposible determinar cuántos votos corresponden a cada candidato. Teóricamente, con nuestro sistema es posible que haya más de un diputado que en unas elecciones abiertas no hubiese obtenido ni un solo voto.
Suele decirse, para referirse a las Cortes Generales, que es la “Sede le la Soberanía”. Entrando en un terreno teórico, por tanto, discutible, me atrevo a afirmar que no es así por cuanto los diputados no nos representan ya que no los hemos elegido directamente, solamente hemos votado a un partido que previamente ha confeccionado una lista con sus “postulantes” al cargo. Siguiendo en el plano teórico, afirmo que la Soberanía, que según la Constitución Española reside en los ciudadanos, ha sido usurpada y hoy no reside en las Cortes Generales como interesadamente repiten los políticos, sino que es “detentada” por los partidos, únicos realmente capacitados para elegir directamente a concejales y diputados e indirectamente, vía orden de partido, inconstitucional por cierto, para elegir al Presidente del Gobierno.
Por tanto, tengamos las cosas claras. Los ciudadanos no elegimos absolutamente a nadie para ningún cargo público. Como máximo podemos aceptar que no somos más que “refrendadores” de las listas confeccionadas por el partido que se lleva nuestro voto, pero en ningún caso ejercemos plenamente nuestros derechos que teóricamente ostentamos por ser depositarios de la Soberanía Nacional.
Evidentemente son los partidos los que fomentan este tipo de “errores” pues se favorecen al inducir a las personas al error de pensar que realmente somos electores y que los cargos políticos son nuestros representantes. Que no nos confundan. Los diputados de nuestra circunscripción no son nuestros representantes; no tienen, teóricamente, legitimidad democrática por cuanto no hemos intervenido en el proceso electoral, solamente hemos intervenido en un proceso “refrendatorio”, que aunque se parece, no es lo mismo.
Y para concluir, le invito a que haga usted el siguiente ejercicio. Entre en la web del Congreso, busque a sus representantes, si es que conoce sus nombres, y escriba un e-mail a la dirección de correo electrónico que la mayoría de diputados indica en su perfil. Si realmente es su representante y necesita de su voto, le contestará……
@SanzVM