Revista Psicología

Vivir en la incertidumbre.

Por Saval

Cuando estuve en Bolivia pasé un mes incomunicado por el altiplano, al volver a la ciudad las mujeres con las que compartía la casa me dijeron que mi madre había llamado. Al hablar con ella me sermoneó con el típico discurso de madre sobre “hay que avisar”, “aquí estamos preocupados” y demás cosas que, se supone, debemos entender cuando seamos padres. Si lo somos, que de eso escribiré otro día.

Ahora unos años después y, sobre todo, muchas personas después tengo que dar la razón a mi madre, en parte. Porque siempre he creído que las malas noticias vuelan y que, por tanto, la ausencia de noticias es buena, es positiva, es un “todo sigue igual”. El problema es: ¿igual a qué? El peor estado del ser humano no es la mala noticia. No es un “estás despedidx”, “podemos ser amigxs” o “te mueres en 2 meses” no, el ser humano puede soportar prácticamente todo. Quizá sobra el prácticamente. El peor estado del ser humano es la incertidumbre.

El inconveniente es que certidumbres hay pocas. “Lo único que puedo garantizar es que mañana saldrá el sol” me ha dicho un cliente durante las últimas semanas, “quizá ni eso” le respondo yo. Sobre esa necesidad han edificado su negocio las religiones, los bancos, los seguros o, incluso, los estados. La falsa sensación de certeza, la falacia de control. La percepción de que hoy todo está bien y mañana seguirá igual. O peor aún, que hoy todo está mal y mañana seguirá igual. Porque es tan grande el ansía de certezas que aceptamos incluso aquellas que no son más que mierda. Nuestra mierda de trabajo, nuestra mierda de relación o nuestra mierda de vida. Esas que no nos gustan pero al menos sabemos que seguiremos haciendo mañana.

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No creo que el trabajo de lxs psicólogxs, coachs, psiquiatras o tu amigx que te da consejos sea “enseñarte a tomar las riendas de tu vida” porque aunque tu conduzcas muy bien tu coche estás en medio de una autopista de zumbadxs. Los objetivos pueden ser adaptarse a esa carretera, pirarse de ella o enseñar a conducir a todo el mundo. Y las tres son complicadas. Pero posibles. Porque aún sigue sin convencerme la opción de la resignación ante esta autopista de taradxs.

@saval_macian


Archivado en: Crecimiento personal, La Mierda, Psicología Tagged: Certezas, dudas, Incertidumbre, Taradas, Vida
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