Poesía alternativa o cómo rebelarse de palabra ante una vida transitoria... Este poema forma parte de un manuscrito inédito titulado "Felicidad de un hombre entre las sombras", escrito a principios del verano del 2002. El título es un juego de referencias entre la obra del artista plástico Rafael Canogar y el famoso soneto de Quevedo.
Todo quiere carneLas ciudades –no te das cuenta- están hechas de olvidode los huesos que los perros de la memoria escondenPedimos al cuerpo fraterno que acompañe nuestra nochetal y como la oscuridad hace con sus estrellaspero, ¿no entiendes?hemos nacido del polvo y en partículas volamosnadie serás sin el silencioComo usted bien dijo, señor Canogar“Vivir es caminar breve jornada”con sucias botas de plomo y ánimo cosido con la boca mordida por el insulto de un amante-¿verdad, buen señor?-De perdidos en la Tierra, solo mascullando falsedadesy luego te das cuenta que nada existecomer, dormir, fornicar…a veces hasta pensarPero yo no pienso, solo escribo y vomito soledades-que para el caso-son solo la sombra de un corazón aturdidoy cenicientoEl ayer no tiene sentido –torcida columna-fuera del suspiro que profieren nuestras esperanzasde no ser como se erade seguir caminando –señor Canogar- breve jornadaTodo pide carneno hay verbo que alimente al mundo bien lo sé y no pretendo esquivas bocaspero…si fuera el hijo prodigo –como un Apolo virgen-de la naday mis huesos fueran a reunirse en tu plato a medianochete diría que te amoque te amo y quiero matarte en el olvido más profundoSolo son cavilaciones Mi amor espera tumbado en un nicho transitorioun besoentonces –bello diablo-resucitará cuando mis labios se agrieten en tu cuerpo y la piedra nos conteste con su fría y abatida escarchapara encontrarte en el camino¿Qué piden las almas de esta jaulasino el pan y la almohada y una muerte en el sosiego?Ay, señor Canogar,Mis pies se salen de las orbitasSoy un pequeño bastardopero juroque algún día mi obtuso cabalgamiento por los caminos de la casualidadno serán tan breves como usted creePalabrita de un perdido© David de Dorian, 2014