Dio para mucho la Gala de los Premios Goya de este año. Ya venía calentita por el "plantón" del Ministro de Cultura, Educación y Deporte José Ignacio Wert pero ya se fue caldeando con el paso del tiempo. Primero, con las manifestaciones de todo tipo que se agolparon en la puerta del Auditorio Príncipe Felipe y después con las declaraciones que se fueron sucediendo en el escenario. Pero lo más importante eran los premios y, aunque se preveía un reparto muy proporcional entre las favoritas, finalmente "Vivir es fácil con los ojos cerrados" de David Trueba se llevó los premios principales y "Las brujas de Zugarramurdi" de Alex de la Iglesia los premios más técnicos.
Casi paralelamente los premios más importantes de la noche se repartían sin claro favorito. Por un lado, Javier Pereira por "Stockholm" y Natalia de Molina por "Vivir es fácil con los ojos cerrados" se hacían con los Goya a mejores actores revelación. Ambos bastante cantados y justos por cierto. Ella dijo esa mítica frase de "que nadie decida por mí", que le valió una de las primeras ovaciones de la noche.
He de decir que en general coincidí bastante con el reparto de premios. Especial ilusión me hizo el Goya a mejor actor de reparto para Roberto Álamo por "La gran familia española", que junto a la hermosa canción de John Rouse, fue lo único que arañó la película de Daniel Sánchez Arévalo pese a sus 11 nominaciones. La cara de Carlos Bardem fue ésa contenida que intentas mantener pese al disgusto. Además, estar acompañado de tu madre y tu hermano tampoco debió favorecer porque los focos estaban más destinados a ellos que al nominado.
Pero si hubo una gran triunfadora, ésa fue "Vivir es fácil con los ojos cerrados". Esta película la vi en el pasado Festival de San Sebastián y me impresionó muchísimo. Y además transmite inocencia, amistad, amor,... valores que hoy en día están venidos a menos. Guión original y dirección para David Trueba (por cierto, qué bien y qué interesante lo que habla este hombre), actor protagonista para Javier Cámara, música original y, sobre todo, mejor película del año hicieron de este precioso film un ganador irrefutable.
También hubo grandes perdedoras, "15 años y un día" y "Alacrán enamorado" se fueron sin Goya mientras que "Canibal" de Manuel Martín Cuenca se conformaba con la mejor fotografía. Pocas esperanzas albergaban sus responsables pero el golpe tuvo que ser bastante duro.
En definitiva, una Gala bastante pobre en cuanto a puesta en escena, muy justa en cuanto a reparto de premios y muy reivindicativa como viene siendo habitual. Echo de menos esas alfombras rojas llenas de apasionados cinéfilos recibiendo a sus estrellas; de momento me tengo que conformar con pancartas, eslóganes y manifestaciones. Adiós glamour, adiós ilusión.
José Daniel Díaz