La confianza abre universos para quienes viven sin vivir escondidos. Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse.
Una reflexión enviada a las tres de la madrugada por algún alumno que acaba de leer a Ciorán, una madre que te implora que hables con su hijo, y le animes, a ver si entre todos logramos descubrir qué demonios le pasa. El poema de una alumna que acaba de descubrir el amor. Una carta encima de la mesa del despacho, entre abierta, de un compañero que no sabía cómo agradecértelo. Un libro olvidado por alguien que te quería recordar que había comenzado a leer los prolegómenos de la Crítica de la razón pura de Kant. El email mañanero de una amiga que te regala la frase del día, y te recuerda aquello de "que no parezca que he vivido en vano". El alumno de primera fila que saca de su blog todo un libro de relatos, escritos a boli, pero sin tachones. Y te pide tembloroso si los puedes leer para la próxima semana, cuando sabes que tendrás evaluaciones. Dos alumnas que no pueden pagar la excursión, y te lo advierten, porque huérfanas ellas viven la una de la otra. Una luz que al poco comienza a parpadear, y te implora que recuperes su fuerza. El gato negro que siempre cruza la calle, porque estás a la misma hora, y las naranjas del camino que te recuerdan que ya ha llegado el invierno.
Vivir escondidos, y sin embargo sin poder esconderse.