Elegir. Tan fácil y tan difícil como eso. Siempre hay otra manera de hacer las cosas. Como mínimo dos. Quizás ninguna de ellas es la que desearíamos pero ‘de lo malo lo mejor’ sí que está en nuestra mano.
También podemos abstenernos. No decantarnos por nada ni por nadie. Ésa, también es otra elección. Votamos por no intervenir. A veces, por miedo a equivocarnos, por miedo a sentirnos frustrados, a sentir que no sabemos, que no valemos… Y otras, simplemente, porque lo que hay no nos convence.
Sea lo que sea, estamos decidiendo continuamente hacia dónde ir, de dónde salir y lo más importante: dónde quedarnos.
Antes era muy tímida, vergonzosa, insegura. No lo parecía hasta que mi piel se transformaba en fuego y el rojo en su color preferido. No me atrevía a reclamar, a pedir, a opinar. Si me habían devuelto mal un cambio, si lo que me habían traído en un restaurante no era lo que quería, si no estaba de acuerdo en algo etc. Me escudaba en el ‘me da igual’, ‘qué más da’. Pero la verdad era que si hablaba me iba a poner como un tomate y ‘no me lo podía permitir’. Cualquier cosa por evitarlo. Mi Mente hacía un análisis completo y a todos los niveles de lo que los otros podrían pensar si yo hacía esto o lo otro. Era autómatico. Sin quererlo. Y a ‘mí’, me mantenía al margen. Desaparecía. Y ‘yo’, me dejaba conVencer…
Por otra parte, era la ‘defensora del débil’. Por los demás, no dudaba ni un segundo en dar la cara. Era el miedo el que se echaba ‘patrás’ cuando mi león rugía. Siempre he sido más de dar que de recibir, en todos los ámbitos. Aún en estos momentos me cuesta mucho. Soy muy independiente y lo de que otros ‘hagan por mí’ lo que yo puedo hacer por mí, no va conmigo. Al revés, me molesta bastante. Aunque por ahí se cuela también la ternura, el cariño, el acompañamiento, el compartir, el amor. Por ahí se pierde. No llega. La coherencia tiene su ‘precio’. Como todo. La cuestión es si estás dispuesta a pagarlo o no.
Cuando te acostumbras, cuando aprendes, a dártelo prácticamente todo en todos los sentidos, es difícil encontrar (conectar) a una persona a la que le permitas ‘entrar’, cederle un huequito, un espacio de tu corazón para que lo mime igual o más (nunca menos) que lo haces tú.
Hay poca gente que no reclame, que no exija, que te acepte tal y como eres, que te ame en libertad. Sin una lista de normas a seguir. Sin amenazas sutiles. Sin chantajes emocionales. Honesta. Que tenga la valentía de irse cuando la relación se ha acabado. De expresar sus emociones. Sean las que sean. De dialogar, no de convencer. De respetar. De abrirse a su vulnerabilidad.
Hay poca gente que se haya hecho amiga de la soledad… Por mucho que intenten aparentar otra cosa, ese energía de temor está ahí. Y la huelo, la siento y me asfixia, porque se te echa encima y quiere que ‘seas suya’. Y yo, ‘soy muy mía’ para estas cosas. Sí, no me gusta nada que intenten cortarme las alas. Consciente o inconscientemente. Y esta forma de ‘ser’, tan empática, dificulta mucho mi relación con los demás. Quieren más de lo que yo puedo y/o quiero darles.
Cuanto más estoy conmigo, más me cuesta estar con los demás. Ya, suena fatal. A mí tampoco me agrada. Pero es lo que siento. Quizás mañana sea diferente. Quizás no estoy donde debería estar. No lo sé. Tampoco me importa. He aprendido a aceptar lo que soy en cada momento. Lo de luchar por sentir otra cosa para sentirme supuestamente mejor, para ‘entrar en el grupo’ (sea el que sea), lo de fingir, ya hace un tiempo que lo solté. Sólo me provocaba más dolor emocional. Era una negación absoluta de mí. Fuera mochilas.
Cada uno es como es (sin caer en la falta de responsabilidad). Algunas cosas (muchas) podemos reconducirlas con el tiempo pero hay un tipo de energía característica, ‘de nacimiento’, que no podemos rechazar. Y que, casualmente, suele ser nuestro mayor Don. Sólo hay que saber llevarlo… Tener mano izquierda con él para que no se convierta en nuestro peor obstáculo.
Quien te quiere, te quiere con todas tus piezas. Aunque no esté de acuerdo con ellas. Lo que no hace es pretender cambiarte para que encajes con él como a él le gustaría. Por eso, en realidad, la mayoría nos queremos muy muy poquito aunque creamos que nos queremos mucho.
Hay situaciones muy duras por las que pasamos que ‘nos han tocado’. Vale. Acepto barco… Pero la gran parte de ‘la vida es complicada’ la creamos nosotros con nuestra actitud ‘frente a’. Me resulta tan injusto (no sé si es la palabra adecuada) que nos ahoguemos en un vaso de agua porque no tengamos dinero para comprarnos un móvil mejor, otro coche, irnos de vacaciones, porque no encontremos pareja, otras amistades, un trabajo que nos llene, por no tener una cara más bonita, menos celulitis, los dientes más blancos, más músculos, más más más de esto o menos menos menos de aquello, cuando en otro lugar, a la misma hora en la que yo me estoy ‘quejando de’, 10.000 seres humanos se están ahogando de verdad, millones de niños no tienen ni para comer y otros tantos ni un techo bajo el que dormir.
Me da ‘coraje’ sentir ese ‘quiero más de lo que tengo, de lo que soy’ cuando tengo mucho más de lo que gran parte de la población podrá soñar jamás. Como si no tuviera ‘derecho a’. Como si la consecuencia de que yo sea ‘más rica’ fuera que alguien tuviera que ser ‘más pobre’. Para equilibrar la balanza. Y no me gusta esa clase de justicia divina, por muy divina que sea. Que baje Dios y lo ‘vea’. Y lo sienta en sus propias carnes… Y luego, hablamos. O mejor, otorgamos callando. Que desde Allá arriba es muy sencillo soltar ese tipo de sermón…
♥ En el Cielo es muy fácil ser un Ángel.
Lo complicado (que no imposible) es serlo cuando estás en el Infierno ♥
Mientras unos luchan para no morir, otros luchamos para saber cómo vivir. Y ninguno de los dos, felices. Qué sinsentido. Supongo que el ser consciente de ello de vez en cuando ya es todo un logro. Hace que se te quiten muchas tonterías de la cabeza. Al menos, por un rato…
¿Caminos? Infinitos. ¿El tuyo? Sólo uno. El que estás eligiendo en este preciso instante. ¿No te gusta? Pues mueve el culo (o no…). Que eso sí puedes hacerlo y, además, es gratis.
Y que la Compasión (eso que hace que el Corazón, el Alma, se encoja y los ojos se nublen cuando ven sufrir a otro) sea en nosotros. Que falta nos hace…
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