Revista Decoración

Vivir los recuerdos 3/3

Por Dolega @blogdedolega

Vivir los recuerdos 3/3

Los días pasaban en torno al lujo, el relax y el hacer de florero mono.

Por una razón que entendí un año después, la mujer del CEO (Jefe supremo) una argentina de mediana edad y conversación atolondrada se enamoró de mí.

Cada vez que me veía me empezaba a preguntar dónde me había comprado todo lo que llevaba y yo era muy simpática con ella pero trataba de huirle como a la peste. La colombiana era muy amable, la mejicana muy divertida y las canadienses eran realmente agradables, las más de todas…

Aquello era una competición de modelitos, sombreros, zapatos y accesorios.

Pero mi historia no tiene nada que ver con esas cosas.

Mi historia empieza porque yo ya llevaba dos días un poco mosqueada con una cosa, pero he de decir que entre tanta tontería de obligaciones de florero y tanto lujo y tanta coña yo no me había concentrado en el tema.

Ese día, aprovechando una salida de los chicos a jugar al golf y una sesión de embellecimiento de los floreros para la noche, yo voy a la habitación a cambiarme el color de las uñas de los pies, lo hago en la terraza, me lavo las manos y me marcho.

A la media hora vuelvo a la habitación a buscar no recuerdo qué y me encuentro la habitación perfectamente hecha el esmalte de uñas en el baño y repuesto el arsenal de botecitos del baño. En definitiva todo en perfecto estado. En ese momento me acordé de mi mosqueo y además tenía toda la tarde libre, porque todas estaban como diría una amiga metiéndose el alma en el cuerpo, o sea rehaciendo sus carnes.

Me tiro en la cama, me lavo las manos, saco unas sandalias y las tiro fuera del armario y dejo la toalla con la que me he secado las manos encima de la cama y me marcho de la habitación.

Me voy a la piscina, cuando pasa el rubio que está muy, muy , muy bueno le pido un granizado y una toallita. Cuando con ojos lánguidos me dice lo de “no necesita algo más” considero la posibilidad de meterlo para dentro del chiringuito este, correr las cortinas y espabilarlo un rato, pero lo descarto.

Vivir los recuerdos 3/3

Miro el reloj. Calculo unos veinte minutos y me piro a la habitación.

Llego y un escalofrío recorre mi espina dorsal.

La habitación está perfectamente hecha, todo recogido, y los malditos botecitos otra vez repuestos y colocaditos.

Me pongo a hacer memoria y me doy cuenta que en tres ó cuatro días que llevo allí, todo el día en el hotel para allá y para acá no he visto a ninguna camarera por los pasillos con el típico carrito de limpieza de hotel.

Ni una sola vez. Mi mosqueo va en aumento. Vuelvo a tirarme en la cama y me marcho al bar.

Me encuentro con la mejicana que es muy divertida hablo con ella un rato y como quién no quiere la cosa le pregunto.

-¿Oye, sabes más o menos a qué hora hacen las habitaciones? Es que quiero pedirle a alguna chica una toalla más.

Y la veo que se queda pensativa y me dice

-Pues no sabría decirte porque no les he visto, que curioso no, no las he visto.

Ok gracias, vuelvo en un minuto.

Salgo para la habitación, llego, entro y ahora ya tengo un mosqueo imperial. La cama perfectamente hecha y todo en perfecto estado.

Me paso al bar. La mejicana no está y me marcho a la playa, me tiro en una tumbona yo sola a esperar a que venga el consorte, viene el carrito esta vez con un negro que quita el sentido y opto por no mirar para evitar tentaciones y a la pregunta maldita digo que no con la cabeza.

Ahí comiéndome el coco yo sola….

-Y este imbécil sin venir por estar dándole a la pelotita con la panda ésta de niños bien, joder.

Como a las dos horas aparece.

-Ufff, tío vamos a bañarnos anda.

-Que te pasa, tienes mala cara.

Nos metemos en el mar y entran con nosotros el vicepresidente que es de aspecto judío con su mujer de raza negra pero bastante fea y bastante gorda. Según nos habían dicho era una jerifalte de Apple. Ni idea. Las veces que hablé con ella nunca dijo nada al respecto.

Empezó a meterse para adentro y a decir que no sabía nadar.

-Venga vámonos que todavía me toca sacar a la gorda. Con el problema que tenemos.

El consorte serio, preocupado.

-Qué coños pasa. Los niños. Te han llamado de Madrid.

-¡No!

-Ha pasado algo, seguro.

-¡Qué no! No tiene nada que ver con Madrid. Es horrible, tío.

-¡Pero qué es horrible, quieres hablar de una puta vez!

-En el hotel tienen cámaras en las habitaciones.

-Tú flipas. Estás fatal.

Le cuento todo el periplo del día. Sin las tentaciones, claro. Mis idas y venidas a la habitación.

-Ahora piénsalo. ¿Cómo saben cuando entro en la habitación? Y sobre todo ¿Cómo saben cuando salgo? ¡Porque tienen cámaras!

-Tú estás fatal tía. Eso es ilegal aquí. Un hotel de esta categoría jamás se arriesgaría a que le metieran una demanda cualquier ricachón de los que anda por aquí. Que no, relájate, que no.

-Vale, pero yo te digo que nos ven.

Noche de fiesta, copas, música ji ji, jaja. Venga vámonos a dormir que mañana nos vamos a ver los volcanes y un parque natural y está lejos, vale, buenas noches, chao, cada uno a su habitación.

Me meto al baño, apago la luz, me cambio a oscuras.

-¡Mierda!, tanto modelito sexy, tanto modelito sexy. El pijama de franela, eso es lo que tuve que traerme.

Salgo envuelta en el albornoz y está el consorte con ganas de juerga.

-Apaga la luz

-Vale

-Tapate

-Vale

-Tápame.

-Vale

- ¡Quita las manos! ¡Dios mío! ¡Seguro que estaremos en los sex shop de carreteras a 2 dólares la cinta, en la sección sexo casero! ¿Te acuerdas aquel sex shop que paramos en Reno, creyendo que era un supermercado? Que por cierto, ¡Que grande era, había de todo! ¿Te acuerdas los zapatos de tacón de aguja de número 46? ¡Pues allí van a ir a parar las dos noches anteriores a esta! ¡Y tápame que me están asomando los pies!

-Oye, ¿Esto es la versión hawaiana del “me duele la cabeza“?

-Déjate de idioteces que esto es muy serio. Tú dirás lo que te dé la gana, pero recuerda que he vivido años en un hotel. No me vas a enseñar tú la mecánica de un hotel y te digo que esto no es normal.

-Vale. Pues lo bordamos esta noche y así nos meten en la sección de porno duro.

-¡Te lo tomas todo a chunga, pero te digo que esto es muy serio! Además aunque no graben seguro que miran. Ahora estarán mirando…

-Pues ahora ó son del S.W.A.T y tienen inflarrojos ó lo tienen jodido. Además si no graban, no te preocupes que no quedan pruebas.

-¡Olvídalo y tápame, coño, que me asoman los pies!

Mi querido Consorte, se acostó a dormir plácidamente.

Yo me tiré toda la noche con el albornoz puesto, arropándome y sudando con el edredón de plumas a pesar del aire acondicionado de aquella habitación.

Cuando me levanté por la mañana, el consorte había volado.

Me metí en el cuarto de baño apagué la luz me empecé a duchar, me estampé contra la puerta de la ducha, Salí y encendí la luz.

-¡No creo que en el cuarto de baño también vayan a mirar, joder!

Me vestí hiper mega mona y me fui a desayunar. Allí estaba mi chico con una sonrisa de oreja a oreja a la que yo no le encontraba mucho sentido.

Con el estrés que yo tenía. Me siento a desayunar y de repente viene una señorita, pregunta por mí y me dice que la acompañe.

-Ve, ve, que te he preparado una visita interesante.

Me dice el Consorte con esa sonrisa de medio lado que tiene  y que yo conozco de antiguo.

Me voy un poquito flipando y me presenta al jefe de seguridad del hotel.

El tío me empieza a dar un tour por las dependencias interiores del hotel, explicándome el sistema que tenían para la entrada y salida de los huéspedes de las habitaciones, mediante una centralita que cuando sacabas la tarjeta para salir, en la zona de servicio se encendía una luz con el número de habitación y se controlaba el tiempo para que el huésped hubiera abandonado la zona e ir a arreglar la habitación cada vez que el huésped salía de ella y cuarenta explicaciones técnicas más.

De repente me da una tarjeta y me dice que llame a este señor, que es el representante para Europa y que podrá darme presupuesto para los sistemas. Que ellos los tienen en todos sus hoteles y que la empresa es fiable y seria.

Cara de acelga al cuadrado.

Le agradezco el tour, disimulo lo mejor posible, vuelvo a la mesa a desayunar.

-¡Pero qué coños has hecho!

-Asegurarme de que voy a tener unas vacaciones tranquilas y placenteras.

Y que sepas que para este tío, eres la jefa de seguridad de los hoteles de la cadena Meliá y que estáis estudiando poner estos sistemas en los hoteles de cinco estrellas.

En definitiva, cosas del cinco estrellas gran lujo y el consorte pudo disfrutar de unas vacaciones tranquilas y placenteras.

Y me conocí las entrañas del hotel. Alucinante

 

-

 


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