Vivir más y mejor
Hace tan sólo un par de décadas se pensaba que la mente humana no tenía relación alguna con el cuerpo. Pero desde hace unos años se están empezando a oír teorías sobre la enorme influencia que el pensamiento puede ejercer sobre el individuo. Se habla de la mentalidad positiva y de las maravillas que puede obrar una visión optimista de las cosas. Libros como El Secreto (2006), que exalta los beneficios de la ley de la atracción –esa que se basa en que nuestros pensamientos atraen lo que nos ocurre-, comenzaron a llenar las estanterías de las librerías. Y películas como ¿Y tú qué sabes? (2004), que trata sobre la relación desconocida que existe entre la física cuántica y la vida - y que concluye en que es posible modificar la materia mediante el pensamiento-, empezaron a verse en los hogares de medio mundo. Fue mucha la gente que se apuntó a este carro (yo ya lo estaba sin saberlo) y siguió sus preceptos para lograr una vida mejor pero sin una base científica que lo confirmara.
El domingo pasado, en el programa Redes de La2 de TVE, Eduard Punset analizó los trabajos de Mónica de la Fuente, Catedrática de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid, sobre la posibilidad de predecir la longevidad de una persona analizando su sistema inmunitario. Un programa que me resultó muy interesante. Me atrapó durante los treinta minutos escasos que dura y me dejó pensando durante horas. Aprendí que la edad cronológica, la que marca el calendario, es diferente a la edad biológica, que es la que nos dice cómo nos encontramos y a qué velocidad envejecemos. Descubrí que el sistema inmunitario no sólo sirve para defendernos sino que, en comunión con el sistema nervioso y el endocrino, tiene la misión de regular nuestro organismo hasta alcanzar nuestro equilibrio personal. Supe que lo único que hay que hacer para tener un sistema inmunitario en buenas condiciones es cuidarse. Así, los investigadores anuncian que la fórmula de la eterna juventud está compuesta en un 25% por la genética y en un 75% por los hábitos de vida, la alimentación y el ambiente en el que nos movemos. Me enteré de que la relación del sistema nervioso y el inmunitario tiene un alcance tal que si una persona está triste o deprimida se hace más vulnerable a las enfermedades y, viceversa, si alguien está contento y piensa de forma optimista, refuerza su sistema inmunitario. Y con esto confirmé lo que ya creía, cultivar pensamientos positivos nos permite vivir más y mejor.