Revista Libros

Vivir me mata, de Paul Smaïl

Publicado el 19 abril 2010 por Barcoborracho
Vivir me mata, de Paul Smaïl
Editorial ElCobre, Barcelona (España) 2003
Traducción (“Vivre me tue”) del original francés por Ana Labra y Cristina Abril
Esta novela no tiene un autor preciso (aunque probablemente ya se haya aclarado el tema desde el año de la publicación de la misma) y se la atribuye a Jack-Alain Léger, escritor especialista en literatura comparada; es decir: un crítico. Y esto es más o menos lo que pretende la novela: denunciar y explicar la situación de los magrebíes nacidos en Francia, muchas veces incluso ya de padres franceses, pero que siguen siendo tratados como plaga inmigrante.
Paul Smaïl escribe su autobiografía, cuyo resultado es un dietario de frustraciones, donde se enumera numerosos fracasos laborales, amorosos, familiares.
Nos enteramos, entre otras cosas, que de chico era golpeado sistemáticamente por un grupo de inadaptados (o adaptados, por lo cual sería él el inadaptado…); entonces su padre, al enterarse de que fue asaltado con el resultado de quedar sin zapatos, lo llevó a practicar boxeo en el gimnasio de un franco-español, hijo de exiliado republicano, en donde aprendió a tener autoconfianza; luego estudió literatura en Paris X y trabajó de repartidor de pizza y vendedor de libros; tenía un hermano fisiculturista y gay, adicto a los esteroides, que termina muerto, muy joven, en Hamburgo; el padre muere de cáncer de estómago, sufriendo estoicamente; se enamora de una chica judía y es abandonado por ella, situación de la cual no da mayores datos; le gustaba Melville; y un par de cosas más.
En fin, nos enteramos de su vida.
Hay que decir que el personaje Paul es enormemente interesante y deja claramente cuál es la vida de un marroquí en Paris. Parafraseando a Shylock escribe en la página 150:
«Soy árabe. ¿No tiene un árabe ojos? ¿No tiene un árabe manos, órganos, proporciones, sentidos, emociones, pasiones? ¿No se alimenta de lo mismo, es herido por las mismas armas, sufre las mismas enfermedades, se cura con los mismos remedios, siente calor o frío con el mismo verano y el mismo invierno que un francés de pura cepa?»
Y ya antes cita en la página 88: “And if you wrong us shall we not revenge? If we are like you in the rest, we will resemble you in that… (¿No habremos de vengarnos al fin sin nos ofenden? Si en todo lo demás somos iguales, también en eso habremos de parecernos…)”
Una de las partes más interesantes relata someramente los sucesos del 17 de octubre de 1961. Esa noche, miles de argelinos residentes en Paris fueron torturados y ejecutados por escuadrones que asolaban calles y casas y se llevaban a todo aquel que parecía moro.
El libro contiene suficiente información sociológica; pero literariamente no apasiona. Está escrito muy a lo informe médico. Los dos únicos personajes vivos son Paul (el narrador) y, aunque más parcialmente, su hermano Daniel. También Diop, un negro compañero del gimnasio, pinta carne. El resto, una procesión de fantasmas borrosos.
La prosa, metódica, no tiene vuelo. Así que la recomendación va más por el lado sociológico.
Vale decir, de paso, que es un libro corto, ágil, para leer en dos sentadas; no exige profundización sino solo una leve concentración para acordarse de las inmediatas páginas anteriores.
Sin embargo, en la memoria, quedan fijas algunas escenas, casi fílmicas. Y ya por eso vale la pena.
Un beso a todos.
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