Revista Sociedad

Vivir, morir, remorir...

Publicado el 28 abril 2014 por Monpalentina @FFroi
Vivir, morir, remorir...
Una primavera de cuatro estaciones (III)



Froilán De Lózar
Publicista
Son preguntas que nos hacemos estos días, al hilo del Unamuno de Juaristi ¿Por qué Jon Juaristi se interesa tanto por Unamuno? ¿Por qué le comprende y le conoce hasta ese punto? ¿Por qué colma su trabajo los desarreglos que advierte en otros autores que le estudiaron antes?
Hay una similitud en ambos que lo deja claro, al menos para quienes ven en su manifiesto una persona nueva, incomprendida por aquellos en quienes ha dejado de creer.
La vida de ambos discurre por caminos paralelos. Tanto Juaristi como Unamuno, ambos filósofos, ambos catedráticos, nacen en Bilbao; fueron primero nacionalistas, pero su profunda visión de la vida y del mundo les lleva un día a abandonar aquel camino para incorporarse en algún momento al partido Socialista. Como buscando un hueco en algún sitio que les aportase energías nuevas.
Quienes asistieron a la charla donde Jon Juaristi recordaba a Unamuno, no esperaban una disertación tan profunda, me lo cuenta una amiga a la salida del evento. Juaristi hace un análisis exhaustivo y muy complejo de la vida del homenajeado. Todos -me dice- esperábamos que nos contase la infancia de Unamuno, algo sobre su cátedra de Salamanca, algo sobre su participación en la vida republicana, el exilio, la soledad de los últimos meses...
Pendiente de leer el libro de Juaristi, para exponer mis impresiones y acercarme un poco más a la vida de este filósofo, me anima la excelente crítica que le hacen los grandes diarios españoles.  Para algunos críticos, Unamuno se queda solo, entre Simmel y Menéndez Pelayo; como el intelectual más avanzado y el último de los más viejos. "Con un pie en cada siglo, sin sitio propio".
Hay una larga mención al fuero, que el autor y los críticos reflejan como una especie de romanticismo carlista, el humo o la impresión que queda y que aquí, en nuestra tierra tiene un nombre: Barrio y Mier.  Y hay también, una especie de previsión que ya se hace patente el día que visita Aguilar de Campoo: "Y así en Aguilar de Campoo, inocentemente, a ver nada más. A ver, a vivir; a morir, a revivir y también a remorir. A apacentar nuestras desesperadas esperanzas entre ruinas."
Una previsión en la que permanecemos anclados un siglo más tarde. Como el maestro afirmaba allí, una vuelta a la vida y a la muerte.
@Para la sección "La Madeja" en Diario Palentino y Globedia.


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