Como resultado de la encuesta sobre que entradas queríais que publicase pues aquí tenéis la primera y que mas votos obtuvo: Vlad Tepes. Va a estar dividida la historia porque es muy larga.
Vlad III, señor de Valaquia en el siglo XV, pasó a la historia tanto por su resistencia a ultranza contra los turcos como por sus cruentos castigos; cuatro siglos después, su nombre quedaría asociado a la novela Drácula, de Bram Stoker.
Drácula, príncipe de las tinieblas, señor de los no muertos. Este personaje mítico nació en 1897 de ña fértil imaginación de Bram Stoker, pero tras el Drácula literario alienta un ser histórico no menos temible, en el que se inspiró el escritor irlandés: Vladislaus III Draculea, voivoda o príncipe de Valaquia. Vlad, como suele llamársele, vivió en un mundo convulso: los Balcanes de siglo XV. Valaquia, junto con Moldavia y Transilvania, formaba la Tara Româneasca, es decir, Rumanía, donde los soberanos católicos de Hungría se enfrentaban a los turcos, que extendían su manto sobre la región. Unos y otros presionaban a los voivodas para que se decantasen por su bando, lo que no era difícil: como los hijos legítimos y los hijos naturales de los príncipes tenían iguales derechos al trono, siempre se podía encontrar un pretendiente al que tentar o presionar.
En la Valaquia de comienzos del siglo XV reinaba el caos: el entonces voivoda y su hermano se enfrentaban a muerte por el poder, mientras los otomanos lanzaban sus ejércitos sobre la región, que nominalmente formaba parte del reino húngaro. Vlad II, un distinguido noble hijo de un poderoso voivoda anterior, esperaba ocupar el trono cuando quedara vacante, pero fue su hermanastro Alexander Aldea quien se impuso.
Sighisoara: según la tradición, Vlad Tepes nació aquí.
En 1431, Vlad II fue admitido en la Orden del Dragón, fundada por Segismundo de Luxemburgo, emperador y rey de Hungría. La Orden estaba formada por 24 nobles del más alto rango, consagrados a detener la expansión otomana en Europa, luchar contra la herejía y defender la familia imperial. Desde entonces fue conocido como Vlad Dracul, <<dragón>>, y su hijo, nacido en ese mismo año, sería conocido como Vlad Draculea o Drácula, <<hijo del dragón>>. Segismundo había encomendado a Vlad II la defensa de la frontera en Transilvania, y Dracul se pasó los siguientes cinco años guerreando e intrigando contra Alexander, incluso con la colaboración de los otomanos, para adueñarse del poder de forma efectiva. Pero no se hizo con el trono hasta que su hermano falleció de muerte natural en 1436.
Una vez en el poder, Vlad II cambió de bando cada vez que lo juzgó conveniente. El resultado fue que Juan Hunyadi, regente de Hungría, invadió Valaquia en los años 1442 y 1443 para instalar en el trono a otros voivodas más fiables, mientras que en 1444 el sultán Murad II le tendió una emboscada y lo forzó a dejar como rehenes a sus dos hijos menores: Vlad Draculea y Radu el Hermoso. A cambio, le proporcionó tropas para recuperar el poder en Valaquia.
Insignia de la Orden del Dragón
Durante tres años, Drácula permaneció en la corte otomana, donde fue bien tratado por el sultán y su hijo Mehmet, el futuro conquistador de Constantinopla, pero aún así les guardó rencor. Mientras tanto, su padre no dudó en cambiar nuevamente de bando aunque al hacerlo arriesgase las vidas de sus hijos. Por fin, en 1447, los boyardos o aristócratas valacos se sublevaron contra Vlad Dracul y lo mataron a golpes; también cegaron y enterraron vivo a su hijo mayor, Mircea. Juan Hunyadi, que había instigado el asesinato de Dracul, puso como voivoda a Vladislaus, otro noble valaco.
En ese momento irrumpió en la historia Drácula, entonces un joven de 16 años. En 1448, con ayuda otomana, expulsó al nuevo voivoda de Valaquia, pero los húngaros lo repusieron en el trono pocos meses después. Sin embargo, Vladislaus se equivocó: se inclinó por los turcos ( que en 1453 ocuparon Constantinopla) y ello enfureció a los húngaros, que segaron la hierba bajo sus pies. Drácula aprovechó la oportunidad y en 1456 derrotó a Vladislaus y lo mató en combate personal.
Juan Hunyadi
Para afianzar su poder, Vlad III Drácula empezó a nombrar a dedo a plebeyos e incluso a extranjeros para todos los cargos públicos. No se trataba de una política progresista de emancipación de las clases bajas, sino de reforzar el poder real creando funcionarios dependientes por completo de la voluntad arbitraria del voivoda, que podía nombrarlos, destituirlos e incluso ejecutarlos a voluntad. En cuanto a los boyardos, en la Pascua de 1459 invitó a doscientos a una gran cena junto con sus familias. Las mujeres y los ancianos fueron ejecutados, y los demás se convirtieron en mano de obra esclava para construir un castillo junto al río Arges; muchos murieron de agotamiento.
Para reemplazar a los boyardos, Drácula fue creando nuevas élites: los “armas”, administradores de la justicia; los “viteji”, una élite militar formada por pequeños propietarios campesinos que se habían distinguido en el campo de batalla, y los “sluji”, mezcla de policía política y guardia personal. Al mismo tiempo favoreció a los campesinos y artesanos, liberándoles de los tributos en dinero e hijos que habían tenido que pagar al Imperio otomano.
El castillo de Bran, cerca de Barsov, en Transilvania,
ha sido considerado tradicionalmente el castillo de Drácula,
aunque no existe constancia histórica de que Vlad Tepes estuviera en el.
Continuaré la historia de Vlad Tepes en la siguiente entrada: Gobernar por el miedo.