Revista Salud y Bienestar

Vocabulario médico/vocabulario social

Por Pedsocial @Pedsocial

¿Qué querrá decir?Que hablando se entiende la gente sólo es cierto cuando hablan el mismo idioma, aunque el lenguaje gestual ayude. La distancia que separa el lenguaje de los médicos del de la gente, aún en el mismo idioma es notable. Oscar Wilde decía, refiriéndose a la lengua inglesa y sus diferencias a uno y otro lado del Atlántico, que el Reino Unido y los Estados Unidos eran dos países separados por un idioma común. (En los años 30 lo consagraron Ginger y Fred con la pieza de George & Ira Gerswin “Lets call the whole thing off”).

Ya hemos comentado sobre la competencia cultural principalmente cuando la distancia de idioma y cultura es notable por la diferente procedencia o nacionalidad de los interlocutores. Pero incluso cuando se comparte idioma y, supuestamente, cultura, no siempre se hacen esfuerzos para salvar las distancias. ya hemos insistido en que la cultura de los médicos, el conjunto de conocimientos, experiencias, lenguaje e historia que constituyen una cultura, no siempre va a coincidir. Lo escribimos en el ya antiguo texto sobre Urgencias, sobre el papel de bisagra entre la gente y el mundo sanitario.

Al lenguaje hay que añadir el conocimiento, la terminología, el valor que se da a los tiempos y a los espacios, la realidad distinta o las prioridades.

Centrándonos en el vocabulario me continúa sorprendiendo como afamados y eficaces médicos se mantiene atrincherados en el vocabulario médico cuando se dirigen a sus pacientes y, sobre todo, cuando escriben sus informes. Notable es el de los informes de los especialistas, los de los informes complementarios de imagen o procedimientos, que se redactan para facultativos pero se acaban entregando a los propios pacientes.

Los substantivos ya generan un problema por el empleo generalizado de términos de origen grecolatino. Los ejemplos abundan y la intención de hablar con precisión no excluye la necesaria vulgarización. Llama la atención que el esfuerzo que hacemos los médicos de traducir a terminología médica la información que nos aporta el paciente–nos dicen que les duele la tripa y escribimos “abdominalgia”–no lo revertimos cuando explicamos al paciente nuestro diagnóstico y recomendaciones en términos vulgares. Aún así, un diccionario puede resolver dudas.

Algo peor son los adjetivos porque como forman parte del lenguaje común, el significado que le adjudican unos y otros puede esconder distancias a menudo insalvables. Poco o mucho, fuerte o flojo, grave o leve dependen de desde donde se mire. O los adverbios: antes o después, pronto o tarde, también y tampoco, cerca o lejos, etc. que no siempre quieren decir lo mismo para todo el mundo

La filología o la semiología no forman parte de la formación de los médicos, pero no estaría de más que unas pocas lecciones de comunicación se incluyeran en el currículo del primer curso. Luego ya va a ser tarde.

Cuando se atiende a los niños además hay que tener en cuenta que el protagonista de la atención suele estar allí presente y no se le debe ignorar. Ven y oyen, y entienden lo que pueden. Hay que dirigirse a ellos con términos simples pero que confieran confianza en que nos estamos ocupando de ellos y su bienestar.

X. Allué (Editor)


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