«BENITO JERÓNIMO FEIJOO: Selección de artículos del Teatro crítico universal y de las Cartas eruditas y curiosas
JOSÉ DE CADALSO: Los eruditos a la violeta. Suplemento a Los eruditos. Cartas marruecas
GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS: Memoria sobre si se debían o no admitir las señoras en la Sociedad Económica de Madrid. Memoria sobre las diversiones públicas. Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias. Memoria sobre educación pública.»
El Estado moderno se levantó sobre los valores de la España del XVIII. Un periodo en el que la educación fue clave para construir una sociedad más justa, donde las mujeres fueron ganando en independencia —las hubo empresarias al frente de imprentas o compañías de teatro— y surgieron las primeras formulaciones de la historia nacional.
La prensa se afianzó como espacio idóneo para acoger el debate de ideas y el crítico literario ejerció como didáctico mediador. Frente a la formalidad de los salones, en este nuevo modelo de ciudad los cafés y sus tertulias se convirtieron en espacios de libertad, donde se desarrolló el arte de la conversación (Feijoo pensaba que «mejor que los mejores libros es la buena conversación», Teatro crítico universal; una idea que también incluirá el arte de escuchar para estimular el diálogo). Asimismo, nació la figura del dandi y se crearon instituciones como como el Museo del Prado, la Real Academia Española o la Real Academia de la Historia que ordenaron la vida política y cultural de los ciudadanos y que hoy en día aún utilizamos.
El peso de lo científico hizo que se identificara el XVIII como Siglo de la Razón, en el que se aplicó el método crítico tanto a las ciencias naturales como al conocimiento de la realidad. Buena prueba de ello son las reflexiones que integran el Teatro crítico universal de Benito Jerónimo Feijoo, encauzadas a terminar con los errores comunes desde un análisis racional.
La crítica se ejercía desde la prensa, pero también desde las Sociedades Económicas de Amigos del País, las Reales Academias o los Reales Estudios de San Isidro. La Real Biblioteca, fundada en 1711, y la Real Academia Española, fundada en 1713, se ocuparon del patrimonio lingüístico y bibliográfico español y se esforzaron en publicar fuentes y documentos que contrarrestaran las críticas a España por su actuación en los territorios americanos. Así se creó en 1785 el Archivo de Indias en Sevilla, se elaboraron las primeras formulaciones de la historia nacional y se llevó adelante la primera edición solvente del Quijote dirigida por la RAE, que se convirtió en emblema de cultura española.
En este mismo contexto se crearon los primeros museos con la idea de divulgar la cultura entre la población, a la par que se convertían en expositores del poder de cada territorio y daban al arte una dimensión nacional y nacionalista.
A la Ilustración, en definitiva, se debe gran parte de nuestro lenguaje sentimental y político, así como el papel central de la educación, que se convirtió en objeto político de gobiernos como revela la Memoria sobre educación pública de Jovellanos. No obstante, la instrucción de las mujeres siguió siendo objeto de debate. La idea de que les correspondía a ellas educar a los hijos y formar ciudadanos y patriotas, amantes de la verdad y de la libertad estaba entonces fuertemente asentada.
A pesar del optimismo que caracteriza estos años, el Siglo de las Luces también sufrió el desengaño de ver cómo muchos de sus discursos reformistas no se ajustaban a la realidad. He aquí el marco en el que se inscribieron las “Voces” de estos tres brillantes ensayistas, que recogen el espíritu de un tiempo que ha trascendido a través de los siglos.
De las reflexiones de Feijoo sobre temas tan actuales como el amor a la patria, la acción de los españoles en América o la defensa de las mujeres, a las de Cadalso, famoso por su parodia de los falsos intelectuales. A ellas se añaden los escritos de Jovellanos donde reivindica la importancia de las humanidades en la formación del individuo, y apuesta por la vinculación entre el estudio de las ciencias y la literatura.
Un apasionante recorrido en el que veremos las luces, pero también las dudas de aquellos que fueron capaces de cuestionar su propio tiempo y cambiaron el semblante de una época.
Los autores:
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Feijoo es una de las figuras más destacadas del siglo, pero también de la historia intelectual española. como un nuevo don Quijote, trató de desengañar a los españoles de sus «errores comunes» en los diferentes campos (morales, filosóficos, sociales, civiles), y para ello se dedicó a redactar discursos y cartas dirigidos a esos lectores curiosos, sobre los más variados asuntos. Utilizó un formato cercano al periodístico y ensayístico. Comenzó a publicar sus ensayos en lo que llamó Teatro crítico universal.
Sus escritos tratan sobre asuntos históricos, literarios, morales, médicos, tradicionales, de actualidad; sobre magia, salud, astronomía, música, lenguas, guerras, filosofía, historia natural, profecías, antipatía de españoles y franceses, sobre la patria, sobre las modas, sobre fisionomía, sobre el magisterio de la experiencia, sobre la luz, las mujeres o la acción de los españoles en América.
José de Cadalso (1741-1782)
El pasado, es decir, la historia, tiene una importancia fundamental para Cadalso, porque también entiende el presente en sentido histórico. Sus reflexiones al respecto están expuestas en varias de las Cartas marruecas ( colección de cartas intercambiadas por tres personajes, dos marroquíes y uno español, que tratan sobre diferentes asuntos de la realidad y de la historia de España), pero también en Los eruditos a la violeta, donde parodia la apariencia de saber en una sociedad poco docta pero interesada por el conocimiento y que prestigiaba a aquellos que hacían uso público de la razón. Sin embargo, de su literatura emana una visión amarga y desengañada. Por eso, también, Cadalso propone siempre el modelo de hombre de bien, el que le parece más adecuado para reformar la sociedad.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
Jovellanos es, seguramente, la figura más relevante del siglo XVIII español, comparable en muchos aspectos a otras famosas europeas. Su labor fue esencial para introducir nuevas ideas y modelos. Propuso reformas en la escuela, en la universidad, en la agricultura y leyes, en el arte dramático, incorporó nuevas estéticas
Como otros individuos de la Ilustración, se preocupó tanto de la idea de Estado, por la que trabajó para modernizarlo, como por la cultura tradicional y local asturiana.
Las ideas de Jovellanos están presididas por la importancia de la educación, como revela su afán por enseñar teatro a los niños para que tuvieran mayor seguridad en sí mismos y saber cómo estar en sociedad. Pero también, frente a la progresiva especialización de los saberes, apostó en la educación por unir la literatura, es decir, las humanidades, y la ciencia. Palabras que haría suyas el ya mencionado Ramón y Cajal.
El libro:
Voces de la Ilustración. Feijoo, Cadalso, Jovellanos ha sido publicado por por la Fundación José Antonio de Castro dentro de la Biblioteca Castro. Edición de Joaquín Álvarez Barrientos. Encuadernado en tapa dura con sobrecubierta, número de Páginas: Intro: LXXXVI, Págs. textos: 738.
Como complemento pongo el Booktrailer «Voces de la ilustración: Feijoo, Cadalso, Jovellanos».
Para saber más:
https://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Jerónimo_Feijoo
https://es.wikipedia.org/wiki/José_Cadalso
https://es.wikipedia.org/wiki/Gaspar_Melchor_de_Jovellanos
