De verdad que si no he actualizado antes ha sido porque el
destino, la fatalidad, los elementos (como a la Armada Invencible, igualito) me
lo han impedido. Y no os exagero ni un ápice. No. No. Porque quién soy yo,
pobre consumidora del montón, comparada con una multinacional.
Vodafone me ha señalado con su todopoderoso dedo, ha decidido que me iba a
dejar sin conexión a internet y lo ha hecho. Esta es mi triste historia, sacad
los pañuelos de papel:
Jueves. 19 de septiembre. Llego a mi casa del trabajo y no
tengo conexión a internet. Hago lo típico: reiniciar, apagar, encender, revisar
cables… y nada. Me digo a mí misma que mañana será otro día y fijo que la
conexión, igual que se ha ido, vuelve. Qué ingenua era yo en esa época.
Viernes. 20 de septiembre. Sigo sin conexión y eso que
vuelvo a reiniciar, apagar, encender, revisar cables, así que llamo al servicio
técnico de Vodafone. Me sugieren que reinicie, que apague, encienda, que revise
cables, me preguntan qué lucecitas están encendidas, intentan solucionarlo de
forma remota, no pueden y me dicen que esté atenta a mi móvil que me llamará un
técnico para concertar una cita.
Sábado. 21 de septiembre. Estoy atenta a mi móvil, pero el
técnico no llama, así que vuelco mi ira en twitter donde, rápidamente, el
community manager de fin de semana de Vodafone me dice que me cuente qué pasa
vía mensaje directo. Lo hago. Me dice que intentarán solucionarlo.
Lunes. 23 de septiembre. El CM de Vodafone me dice que mi
incidencia, tras la visita del técnico, ya está solucionada. Voy a mi casa y
después de reiniciar, apagar, encender, revisar cables y todo el ritual
compruebo que sigo sin conexión. Se lo digo vía mensaje directo al CM o a quien
quiera que sea que escribe estas cosas y le añado que el técnico nunca ha
venido ni llamado. Su respuesta: “vamos a reclamar la incidencia puesto que al
dejar indicado que se te solicitaba un técnico y no comprobar más mensajes o
llamadas hemos pensado que ya se había personado y tenías conexión de nuevo.
Disculpa el error”. Ajá. Bueno. Vale.
Martes. 24 de septiembre. Llamo al servicio técnico, les
cuento mis cuitas y vuelven a decirme que me llamarán para concertar una cita
con el técnico. Les digo que eso ya me lo dijeron antes y nunca me contactaron. El
teleoperador se disculpa y asegura que lo harán esta semana sin falta.
Viernes. 27 de septiembre. Otro mensaje vía mensaje directo
por twitter que asegura que mi incidencia ha sido solventada. Les digo que de
eso nada, que ni está solventada ni el puñetero técnico ha venido, ni llamado.
Interneeeeeeeeeet
Martes. 1 de octubre. El lunes por fin me llaman y
conciertan una cita y el martes viene un técnico (una hora más tarde de la hora prevista), lo revisa todo, dice que los aparaticos (se llamen como se llamen) están bien y que si no tengo conexión es
por un problema externo de la línea de Jazztel que Vodafone alquila para dar su
servicio. Me dice que se concertará una segunda visita.
Miércoles. 2 de octubre. Estoy en la biblioteca de mi barrio
(aprovechando la conexión a internet) cuando veo que tengo varias llamadas
perdidas de un móvil desconocido. Resulta ser el técnico de Vodafone, pero me
dice que ha estado esperándome media hora y que ya se ha ido. Me dice, además,
que la cita ya estaba concertada. Yo le digo que no, que yo no sabía nada de
esa cita. Media hora después me llama una misteriosa voz que vuelve a asegurar
que sí se había concertado una cita a las 16.20. Yo lo niego, les aseguro que
no han hablado conmigo. Me preguntan que si podría haberse cerrado esa cita con
otro miembro de la familia. Yo le juro que mi gato todavía ni habla ni responde
al teléfono.
Jueves. 3 de octubre. Viene el segundo técnico, puntual y
todo. Vuelve a hacer lo mismo que el otro: revisa los cables, saca su
ordenador, recibe llamadas (esta vez de esa misteriosa central que asigna las
citas a los técnicos y que, según mi experiencia, funciona tirando a mal) para acabar diciéndome lo mismo que el otro técnico: que todo está bien
que el error viene del cableado externo, de la línea de Orange (dice Orange, no
Jazztel). Me recomienda que no vuelva a llamar a servicio técnico porque me
asignarán a otro técnico que me dirá lo mismo. Le pregunto: “¿y qué hago entonces?”.
Me responde: “esperar un par de días”. Yo le digo: “¿y por qué va a volver la
conexión en un par de días si no ha vuelto en quince?”. A eso no responde.
Sábado. 5 de octubre. Vuelvo a llamar al servicio técnico, vuelvo
a contarles toda la movida, vuelven a disculparse y vuelven a asegurarme que el
servicio se reanudará el lunes.
La mitad de estos teleoperadores se ha disculpado conmigo y me ha recordado que les ponga buena nota en la encuesta posterior.
Lunes. 7 de octubre. Oh sorpresa, sigo sin internet y hago
lo que ya es costumbre: llamar al servicio técnico que me aseguran que paso a ser un caso prioritario y que harán un seguimiento de mi caso.
Martes. 8 de octubre. Sigo sin internet y escribo esta
entrada (desde la biblioteca de mi barrio, claro) para que cuando sean los de Vodafone
los que me llamen para preguntarme que porqué me he cambiado de compañía, no
tener que contarles toda esta larga historia desde el principio.
Y vosotros, ¿cuándo os sentisteis un consumidor diminuto y
desprotegido por última vez?, ¿cuántas llamadas al servicio técnico de un operador
de fibra y telefonía hacen falta para convertir a una persona normal y
corriente en asesina peligrosa? Mis vecinos dirán: saludaba siempre, pagaba
puntualmente las derramas, no entiendo porqué masacró a toda la plantilla de
Vodafone España…
áíóóá